No son cinco millones de pitiyankis

Pero son cinco millones.

Y no podemos endilgarles el apelativo de pitiyanquis, oligarcas, traidoresalapatria, vendidos o cualquiera semejante.

Eso, si se quiere, es muy fácil.

Tampoco podemos seguir diciendo de buenas a primera que los estudiantes que salen a protestar contra el proceso de cambios son todos unos burguesitos, aunque en esencia quienes los dirijan lo sean.

La cuestión va más allá de un burguesito a la cabeza de una manifestación. Recordemos que nosotros no asumimos nuestras posturas contra el sistema capitalista ni nos hicimos marxistas de buenas a primera. Primero protestamos contra el gobierno, que es lo lógico en medio de la rebeldía juvenil y lo demás fue un proceso de aprendizaje; pero ese proceso se dio en una universidad donde el marxismo era parte del debate, de las lecturas y de la polémica.

En la universidad de hoy el marxismo ni otra ideología distinta a la del capitalismo interesa, pero la rebeldía del estudiante existe, porque es natural, es propia del joven; y esa rebeldía explota primero contra el orden establecido, es decir contra el gobierno. Con el agravante de que detrás se mueve todo un aparataje mediático que transforma a estos estudiantes en especies de héroes en una sociedad que a través de la televisión, el cine y los medios impresos ha convertido en razón principal para vivir el ser héroe.

Que son cabezas vacía, sí, pero son expresión de la juventud actual.

¿Qué podemos hacer? La respuesta surgirá como parte del debate; nosotros, de nuestro lado, asomamos la necesidad de un trabajo a fondo en el ámbito juvenil, pero no puede ser un trabajo desde la institucionalidad, desde el poder constituido, sino desde la rebeldía, desde lo subversivo; y esto pasa por no convertir a nuestros dirigentes juveniles en simples voceros del gobierno ni en parte del poder constituido

¿Será lo que llaman la revolución dentro de la revolución? No sé, pues temo que de una manera u otra la “revolución dentro de la revolución” anunciada en algún momento también se institucionalizó; pues, a la par que se pregonaba se dieron situaciones que no encajaban en este llamado.

Digamos, a modo de ejemplo, que cuando se produjeron las elecciones internas para elegir la directiva provisional del PSUV varios dirigentes con años ocupando espacios directivos, con mucho centimetraje de prensa, con reiterada retratadera al lado del Presidente, fueron enviados por las bases a puestos de suplentes en la Dirección Nacional.

Sólo que “la mano que mueve al pueblo”, creyendo hacerlo bien y partiendo de loables intenciones, los colocó como jefazos del partido.

Incongruencias entre el poder constituido y el poder constituyente, donde el primero se impuso sobre el segundo.

Este tipo de errores no puede seguir dándose.

No negamos la posibilidad de que el poder constituyente se equivoque a la hora de elegir, pero vale la pena en primera instancia obedecer a ese mandato de las bases, pues algo negativo ve el pueblo en un dirigente cuando lo rechaza o decide desplazarlo para darle paso a otro.

Hay, sí, algunos signos de obedecer más a la voluntad popular. A modo de referencia podemos decir que el pasado domingo 15 de febrero se dio un detalle trascendental.

Me refiero a ella: Cuando Alí Rodríguez Araque habló en rueda de prensa, en quienes militamos en el proceso hubo una certeza de triunfo, mientras que en la oposición se percibió un aire de derrota; además, sus palabras hicieron recular a los violentos. Fue un acierto de la directiva del PSUV o del Presidente Chávez darle esta tarea al veterano luchador revolucionario.

No hubiese sido el mismo efecto, así pronunciara iguales palabras, si el vocero del PSUV hubiese sido uno de esos dirigentes que han sido jefazos en el MVR, han presidido el parlamento y han sido ministros; pero cuyas palabras ya no despiertan credibilidad.

Buen indicio el de ese día.

En otras oportunidades la aparición de Vanessa Davis como vocera del PSUV ha dado una sensación de frescura y credibilidad, lo que no es lo mismo cuando la vocería es asumida por otras personas, ya muy repetidas y que acostumbran a remachar lo que dice el Presidente.

El proceso revolucionario necesita con urgencia de esa sensación de credibilidad a través de sus voceros; por eso el acierto del 15 de febrero debe seguir dándose, tal como se ha dado cuando una Vanessa Davis asume la vocería.

No sé si el Camarada Presidente se habrá dado cuenta que los dirigentes que estuvieron a la cabeza del defenestrado y desaparecido Comando Ayacucho (¿lo recuerdan?), aquel mismo que le anunció al país y le dijo a Chávez que las firmas para el referéndum no se habían recogido, perdió credibilidad ante la militancia revolucionaria.

Nadie olvida el ridículo que hicimos al salir a celebrar lo que se nos anunció como victoria, pero que respondía a una mentira elaborada por los jefazos del Comando Ayacucho.

Lo cierto es que estos dirigentes perdieron la credibilidad del pueblo; igual, ellos no creen en el poder popular, por eso cuando son ministros intentan acabar con los medios alternativos y se inventan normas para que las organizaciones populares se conviertan en empresas de producción social. ¿Socialismo o sociolismo?

Son muchos los temas a abordar, poco el espacio. Además, habrá muchos aportes al debate; sólo que el mismo debe abrirse dentro del PSUV. No podemos seguir rehuyendo a este debate. Entendemos que varios (para no decir muchos) que hoy se favorecido por la Enmienda Constitucional, no querrán este debate. Pero debe darse. El Camarada Chávez si no quiere verse en apuros con las próximas elecciones a concejales y a integrantes de la Asamblea Nacional, debe impulsarlo.

Esperamos que el anuncio de la reactivación de las tres erres (Revisión, rectificación y reimpulso revolucionarios) sea una realidad, para ello el Camarada Presidente no puede colocarlas en manos de quienes podrían ser trasquilados por su aplicación. También esperamos que la lucha contra la corrupción y el burocratismo tome seriedad. Si bien aplaudimos y apoyamos la investigación a Rosales, creemos que muchos de los nuestros también deben ser investigados.

Muchos de los anuncios del Camarada Chávez que han sido olvidados con el paso del tiempo, deben ser reactivados. ¿Por qué no volver a lo de bajar los grandes salarios?

Quizás si empezamos a debatir y a proponer salidas nos evitemos en un futuro tener que acusar a la mayoría de los electores de ser pitiyanquis.



salima36@cantv.net


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Pedro Salima


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