Cada uno de los ciudadanas y ciudadanos de este país es libre de creerle o no al Predidente Nicolás Maduro cuando en su programa del lunes habló de decenas de escuelas que han sido puestas «pepito» durante el período vacacional. Recordamos aquellos tiempos del puntofijismo, incluso los primeros años del chavismo, cuando los trabajos de recuperación de las escuelas arrancaban al momento de iniciarse las clases, por lo tanto al inicio del año escolar. Está tragedia no se da ahora, eso logra un ministro que viene de la educación pública, quien estudió sin privilegios, bajo el impulso de la amiga Jazmín Castro.
Me tocó ver en una entrevista a una madre venezolana con voz valiente reclamar el incremento en dólares de la inscripción de sus hijos en una escuela privada. La señora, como una jefa de calle de un sector humilde, nos habló de miles de dólares reunidos para una cancha. Poco a poco fue desnudando a un centro educativo que funciona como una empresa mercantil más, preocupada por raspar la olla de los padres y representantes para abultar las ganancias de los dueños de la escuela privada.
Uno de los oyentes del programa llamó para resalta que su hijo estaba dispuesto a irse a la educación pública, la voz sonó a sacrificio del niño. El periodista dramatizó afirmando que en las escuelas públicas los alumnos vana clases dos o tres días a la semana. Me quedé atónito al descubrir de golpe y porrazo que yo, marxista-leninista, sectario, dogmático, ortodoxo y todavía prosovietico soy un privilegiado, pues mi nieta lleva tres años viendo clases presenciales la semana completa de lunes a viernes. Lo mismo sucede con las niñas y niños vecinos. Esto pasa en Margarita donde han gobernado chavistas y opositores.
Lo afirmado por el periodista fue una situación ya superada.
Tengo vecinos que son docentes, tanto chavistas como opositores. Se quejan, por supuesto, de los bajos sueldos, pero cumplen con sus obligaciones. En varias escuelas hay talleres de poesía, teatro, música. Mi nieta cumple con sus estudios y «no la sueltan», pues no está presa.
Es lamentable que el periodismo sea usado para desvirtuar la realidad. A la compatriota le recomiendo que rompan en colectivo con ese yugo. Si los explotadores se quedan solos no tendrán a quien robar.