Hace varios años, un periodista amigo, viejo militante de izquierda, pero firme opositor a Chávez, afirmaba que le reconocía al Comandante que había logrado sacar al país del aburrimiento. Con el liderazgo de Chávez no hubo oportunidad de aburrirse.
Se me viene a la memoria esta referencia cuando el domingo 27 de julio hice un seguimiento al proceso electoral a través de canales comerciales. No esos que funcionan solo por Internet, sino los convencionales, los mismos que en abril del 2002 se montaron en la misión de un Golpe de Estado, dirigido desde oficinas y estudios canales.
El domingo 27 era lo mismo seguir el rollo electoral desde cualquier canal. Ni una palabra altisonante, nadie anunciando un caos, ni un periodista hablando de trampas. Creo que fue el lunes 28 que a través de un canal internacional, la dirigente María Corina Machado nos habló desde la clandestinidad. Desde cualquier lugar de Venezuela anunció que el Presidente Nicolás Maduro está rodeado y debe rendirse. Tan repetitiva la escena que sospecho que su propia madre está ladillada.
La sensación de aburrimiento se me hizo más significativa cuando me pasee por la posibilidad de que cualquiera de mis amigos, impertinentes, indisciplinados y formadores de líos, no conforme con el candidato chavista, pero reacio a votar por un opositor, quiso votar por la tarjeta amarilla de URD.
En ese momento se dio cuenta que el Partido de Jóvito Villalba no existe. Lo peor es saber que en las mesas electorales nadie sabía quien era el fulanito Jóvito.
En ese momento nos damos cuenta que sin URD el país es un aburrimiento.