Hacerse el sueco

Davie es un sueco nada común. Lo conocimos alegre, dicharachero y militante comunista. Se ríe de si mismo al asumir que un comunista es chiste en un país de tan alto nivel de vida. 

Enterado del proceso revolucionario en Venezuela empieza a reunir dinero para venirse a la patria Bolivariana a conocer la experiencia. 

Logra sumar el dinero justo y se viene. Llega durente el proceso electoral que llevó a Nicolás Maduro a la Presidencia. 

Llega con el nombre de Enrique Márquez recomendado por un colombiano, a quien conoce en la Escuela de Cuadros en Moscú, en tiempos de la Unión Soviética. 

De principio Márquez le parece un tipo serio, inteligente y culto, metido a fondo en la política y en esa época es parte de la Directiva del CNE. En su segundo encuentro con el venezolano, en medio de denuncias de fraude y en medio de los desórdenes activados por un llamadera del aspirante perdedor a “descargar su arrechera“. Márquez asegura a Davie haberle notificado a Capriles que había perdido las elecciones. Al cabo de unos días y varios muertos y destrozos, el señorito se hace el sueco con las protestas y reclamos. Davie se entera que la señora María Corina Machado acusa a Capriles de cobarde por arrugar. 

Davie regresa a su país feliz por el triunfo chavista, pero preocupado por el radicalismo de una oposición intolerante, con un grado preocupante de racismo. 

Davie retorna de nuevo a estos lares. Se entera que Enrique Márquez está detenido, pero no logra visitarlo. La versión que tiene es que su viejo conocido se empeñó en ubicar un sitio cercano a Venezuela para juramentar como Presidente a Edmundo González ante una Asamblea Nacional vencida en el tiempo.  Pretensión que a Davie le parece  delictiva en cualquier parte del mundo. Contacta a varios amigos y conocidos  de Márquez, quienes  frente a   las preguntas del europeo se hacen los suecos. 

Davie se devuelve a su país, pendiente de Venezuela. Se entera del embrollo con María Corina y el Premio Nobel de la Paz y se va a Oslo. Se mezcla entre los aplaudidores de la pudiente señora. La verdad es que le tiene ojeriza a los otorgadores del Premio desde que se lo concedierona  Alexandr Solhznytn en literatura por una ladillosa novela antisoviética.   

Uno de los más serios aplaudido res en el evento apunta a una historia que explique de manera convincente   la presencia de la premiada en Noruega si está perseguida por Maduro. «No se puede hacer la sueca con ese tema». 

Davie escucha algunas versiones: 

–Se vino en un barco hasta Estados Unidos y de allá el gobierno gringo la trajo. 

–Se metió a hurtadillas en un avión gringo que llevó emigrantes a Venezuela. 

-Se hizo invisible para salir por Maiquetia. 

Davie se cala las versiones y se hace el sueco, tal como lo hacen los aplaudidores que no explican por qué la dama de ceño fruncido no se presentó en una hora normal.

Diosdado  a través de una carta leída en su programa sugiere que el gobierno chavista la ayudó a salir del país. 

Davie no sabe dónde está la verdad, así que decide hacerse el sueco. 

 


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Pedro Salima


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