Intelectuales venezolanos hacen balance de la revolución

Al completar 10 años, intelectuales revolucionarios venezolanos, todos absolutamente identificados con el proceso bolivariano, pero al mismo tiempo, preocupados con los problemas que este tiene que enfrentar, se reunieron, en un evento inédito, en la capital de Venezuela, los días 2 y 3 de junio. Fueron convocados por el Centro Internacional Miranda, para hacer un balance de las “luces y sombras” – como dice la convocatoria – que el país está viviendo.

La reunión contó con 40 intelectuales, entre ellos el director del Centro, Luis Bonilla, Juan Carlos Monedero – español, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, radicado en Caracas -, Vladimir Acosta, Luis Damiani, Luis Acuña, Iraida Vargas, Luis Britto Garcia, Santiago Arconada, Rigoberto Lanz, Miguel Ángel Pérez, Carmen Bohórquez, Víctor Álvarez, Eleazar Díaz Rangel, Roberto Hernández Montoya, Roland Denis, Fausto Fernández, Daniel Hernández, Filinto Duran, Mario Sanoja, Marta Harnecker [chilena radicada en Cuba], Aram Aharonian [uruguayo radicado en Caracas].

Participé como invitado extranjero y pude constatar la extraordinaria riqueza de los análisis y propuestas de ese grupo de intelectuales, así como el proceso venezolano produce nuevas cuestiones, permite nuevos abordajes y permite la generación de espacios de crítica y de debate en su interior.

Como muestra del tipo de intervención, sigue la de Juan Carlos Monedero:

“Yo conocí cinco momentos revolucionarios en mi vida. El de mis viejitos republicanos, la revolución cubana, la revolución de los clavos en Portugal, la revolución sandinista y la revolución bolivariana. Esta ultima es que yo hice mía y a la que uní mi destino en los últimos cinco anos. Quien habla no es una persona de afuera, sino una persona que habla de adentro de un proceso en que el que ya trabaja hace mucho tiempo.

No nos vamos a detener en las conquistas de la revolución bolivariana, ni en la importancia del liderazgo del Presidente Chávez. Ambos aspectos son claros y están fuera de duda para todos los presentes. Hace exactamente una semana pudimos dirigirnos a la opinión pública para reiterar los avances enormes que Venezuela consiguió en los últimos cinco años, para decir a la derecha mundial que en Venezuela se está construyendo una alternativa, para defender el liderazgo del Presidente Chávez como referencia política del proceso bolivariano. Hoy estamos aquí llamados para otra cosa.

El pensamiento crítico es aquel que dice que lo que existe no agota las posibilidades de la existencia. Por eso tiene siempre que ir más allá de lo evidente. Esta reunión tiene la ventaja de que no precisa demostrar lo que para nosotros es obvio: La Venezuela bolivariana devolvió la esperanza en la política a los desencantados con la IV República, aproximó el sueño socialista de una encarnación práctica, que como práctica siempre estará debajo de la potencia de los sueños, y demuestra su rumbo de esperanzas por la violencia y por la condición desus enemigos.

Enemigos con muchos focos y medios, pero sin ideas, como pudimos ver recientemente en Venezuela en la reunión de la extrema derecha, reunida en la Venezuela, porque es desde aquí que se está irradiando el cambio para todo el continente.

Es obligación de los intelectuales mirar las zonas no iluminadas, sacar los velos, iluminar caminos prometedores y alertar sobre caminos improductivos o desaconsejables. La diferencia del intelectual complaciente, el trabajador crítico de las ideas, como dijo Aristóteles, es muy amigo de Platón, pero es más amigo de la verdad.

Pero nunca es complaciente, siempre tiene algo que incomoda y vive siempre con una sensación de insatisfacción permanente.

Son tres las tareas de los intelectuales honrados:

- En primer lugar, contribuir, como trabajadores de las ideas, con argumentos para mejorar la justicia y la libertad de los pueblos;

- En segundo lugar, hacer contrapeso al poder, no solamente el de los gobiernos, sino también a los poderes escondidos que trazan las sendas de las sociedades a través de la fuerza del dinero, del control de los medios, de las armas o de cualquier otra forma de dominación;

- En tercer lugar, corresponde a los intelectuales proponer alternativas sustentadas por el conocimiento de la historia, de su mirada totalizadora y de su capacidad de construir marcos teóricos sobre la experiencia de los pueblos.

En Venezuela, la intelectualidad crítica cumplió plenamente la primera de las tres tareas. Estuvo firme en la crítica de todos los problemas de la IV República, ayudando

a hacer nacer a la Nueva República, argumentó política y constitucionalmente sobre el nuevo sistema y apoyó directamente el gobierno del Presidente Chávez como una posibilidad de que la defensa del pueblo se tornase una realidad. Como el Presidente Chávez era la garantía de continuidad de la revolución, todos los ataques se unieron para intentar derribar de cualquier forma al Presidente. De ahí que lo correcto era defenderlo contra todos esos ataques internos y externos.

Cumplió igualmente la segunda de las tareas, develando las máscaras de un poder que mandaba en el país hace siglos.

Pero tuvo menos espacios o suerte para construir los escenarios alternativos. Los que estamos hoy aquí venimos manteniendo una defensa firme del proceso bolivariano. En esta reunión vamos a demostrar que la crítica es posible en Venezuela. La oposición estuvo a punto de ganar una batalla que debilita profundamente al gobierno: descartar cualquier crítica como contra-revolucionaria o pagada por la CIA.

Los aquí presentes somos todos hombres y mujeres que llevamos muchos años arriesgándonos para defender este proceso y los procesos hermanos de otros países. Los que nos acusan de contra-revolucionarios por defender y por ejercer la critica al proceso, desde dentro del proceso, son personas que están haciendo de la política un ámbito de privilegio, personas que no defienden ideologías, sino espacios de interés. No es el caso de esta reunión.

Quiero manifestar en este escaso tiempo la importancia del peso de la historia en cada país. En España, cada momento de crisis resucita el enfrentamiento entre la España republicana y la España franquista. Inclusive hoy en el ADN de la democracia española hay mucho de franquismo, de la misma forma queanti-franquismo.

En el ADN de la V República hay mucho de “cuarto-republicanismo sociológico” y también de “mantuanismo” ideológico [mención a la “elite criolla” que primero lideró el movimiento de independencia], de “perezjimenismo” sociológico [mención al militar y político autoritario Marcos Pérez Jiménez, dictador y presidente de mediados del siglo XX] que obliga a un alerta especial frente a los fantasmas políticos de la historia de la Venezuela.

La República dio respuesta a muchos de estos problemas, pero no con la suficiente intensidad. Una lista simple de los fantasmas que caminan con la historia de Venezuela diremos a continuación. Se buscó algún tipo de solución para esos problemas en la V República, pero aún resta mucho por hacer:

Híper liderazgo, propio de países con una escasa base social, con un frágil sistema de partidos democráticos y con un alto porcentaje de exclusión. El hiperliderazgo permite definir una alternativa a la selectividad estratégica del Estado heredado, siempre un freno a la transformación; además de eso, tiene la ventaja de articular la desestructuración y la fragmentación con formas de cesarismo progresista – en la expresión de Gramsci -, pero que desactivan la participación popular excesivamente confiada en la capacidad heroica del liderazgo.

Centralización: es otra cara de la misma debilidad de la sociedad civil. La descentralización fue usada en Venezuela para que de hecho fuese introducido el neoliberalismo más duro, pero en un mundo complejo, la descentralización es sinónimo de eficiencia.

Clientelismo partidista: hoy con un signo, mañana con otro, que funciona como una forma alternativa de articulación política, pero siempre inferior en términos de emancipación que formas impersonales de imperio de la ley y de la puesta en práctica de derechos civiles, políticos y sociales. Además de que quien se “clienteliza” tiene su dignidad robada. Una revolución popular no precisa de formas clientelistas pues todo el poder reside en el pueblo.

Mentalidad rentista, que considera que los venezolanos no precisan trabajar para vivir como reyes. Eso los lleva a exigir al Gobierno que les resuelva los problemas de la vida sin la necesaria co-responsabilidad.

Corrupción e ineficiencia: son las dos caras de un mismo problema, que articuló la campaña de 1998, y que aún está esperando respuesta; la corrupción arrasa con recursos que son de todos y los coloca al servicio del privilegio de nuevas castas que hacen del luxo y de la ostentación un objetivo. Lo que en otros procesos demoró una generación, en Venezuela fue construido durante apenas los últimos cinco años. Es posible por la debilidad de un Estado que arrastra Venezuela desde la colonia, cuando no fue vice-reinado, sino Capitanía General. Hay determinadas frases que continúan siendo usuales y que marcan la relación con el Estado. “Caminos verdes”, “resolver”, “cuanto hay para eso”...

Militarismo, articulado en la V República con la unión cívico-militar, pero que precisa de formas más audaces que avancen en el papel del ejército en la democracia socialista. Donde están los estudios que anticipan nuevas formas de esa relación?

Violencia: con este contraste entre la amabilidad de las formas y la dureza de la vida cotidiana, en el tráfico, en los barrios, en el lugar de trabajo.

Este es un abanico de problemas pendientes. La solución, creo, no pasa por profundizar en ninguno de estos aspectos, sino en conseguir alguna forma de aufhebung hegeliana, una superación que continúe iluminando, como hasta ahora hizo, el camino de la emancipación de este pueblo y de los que miran hacia este atentamente desde la América Latina. El primer paso consiste en iluminarlos como problemas. Lo que no se ve no permite ser identificado como fuente de dolor, lo que no duele no se transforma, y lo que no se transforma se necrosis.

El papel esencial desempeñado por la revolución bolivariana en la emancipación de Venezuela y en el continente hace de este proceso el más importante del continente. El peso en este seminario de las críticas no significa que haya más problemas que soluciones.

Estoy convencido de que lo mejor que le sucedió a Venezuela en décadas fue la revolución bolivariana, que fue palanca esencial para todo lo que sucedió después con la izquierda latino-americana. Razón suficiente para que, entre todos nosotros, cuidemos de este proceso y lo hagamos avanzar. A los trabajadores de las palabras y de las ideas corresponde desvendar los problemas, iluminar nuevos rumbos y prevenir posibles nudos. Ojala estas reflexiones, junto a las que salgan de este seminario, ayuden en esta dirección. El socialismo del siglo XXI se diferencia del socialismo del siglo XX, principalmente en su apuesta en la participación. En nuestro caso, la crítica forma parte de nuestra manera de participar. Y criticando somos parte del proceso revolucionario.

Muchas Gracias”.

Traducción Insurrectasypunto
Texto en español: www.insurrectasypunto.org
Texto original en portugués: www.cartamaior.com.br



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Emir Sader

Emir Simão Sader es un sociólogo y politólogo brasileño. De origen libanés, se graduó en Filosofía por la Universidad de São Paulo, donde obtuvo una maestría en filosofía política y un doctorado en Ciencias Políticas Es profesor de la Universidade de São Paulo (USP) y de la Universidade do Estado do Río de Janeiro (Uerj), es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Uerj y autor, entre otros de "A vingança da História".

 @emirsader

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