Maduro – Trump: De Venezuela y otros demonios

Aunque suene a perogrullada, las mentiras de la historia las escriben los vencedores. Estos vencedores, en política, no siempre son los buenos o los menos malos, ni son los que, necesariamente, ganan elecciones, o quienes concitan la voluntad de las mayorías, como tampoco los acompaña la razón.

Ellos, como es el caso de Nicolás Maduro, dictador de la República Bolivariana de Venezuela, gobiernan por la fuerza, la mentira, la muerte y negación del otro, además del terror y la acumulación indebida de riquezas por la vía del robo y la corrupción, tanto para sí, como para su entorno familiar y de socios o cómplices, principal acicate por el que se garantizan el poder, hasta que mueren, son depuestos o se les agota su dictadura, saliendo airosos a paraísos en donde pasan el resto de sus vidas, dejando atrás un esterero de muertos, miseria y restos de su sombra en fanáticos que se han sorprendido por el triunfo de su impunidad.

Tanto así, que pasado un tiempo empiezan a surgir sus apologistas, los que justifican su desmadre y tropelías como algo que fue muy necesario y que irreversiblemente tenía que pasar, para que generaciones futuras vivieran mejor, es decir, tales delincuentes se sacrificaron por fines superiores. Es la letra de la historia de mentiras, escrita con la sangre de las víctimas y la complicidad de cualquier tipo de intelectualidad tarifada (porque no existe intelectual millonario) y si es de las que llaman del "contrapoder", pues, mejor, porque le da más veracidad.

Y, aunque algunos pretendan poner en las antípodas de Nicolás Maduro al presidente de los Estados Unidos de América del Norte (EEUU), Donald Trump, tal perfil psicológico no hace sino ratificar la similitud entre ellos, desde espacios diferentes, aunque con las mismas lacras y taras socio-psicológicas que los emparentan, guardando las distancias y las posiciones circunstanciales en las que cada uno se encuentra, pero que no dista mucho de un punto de quiebre en la que el uno elimine físicamente al otro, como tampoco es difícil que entre ellos se establezcan lazos profundos de complicidad y el uno reflote o proteja al otro, a cambio de la entrega de soberanía nacional, recursos minerales, energéticos y materiales.

Igual da decir por separado: Nicolás Maduro es un hombre malo, pervertido, delincuente criminal, asesino en masa y de sus enemigos, ladrón, mentiroso y corrupto, sin ninguna epopeya real, más allá de la que se fabrica con los medios y recursos robados. Si leemos lo mismo acerca de Donald Trump, tampoco nos equivocamos: Donald Trump es un hombre malo, pervertido, delincuente criminal, asesino en masa y de sus enemigos, ladrón, mentiroso y corrupto, sin ninguna epopeya real, más allá de la que se fabrica con los medios y recursos robados. La diferencia está en los medios a su disposición.

El caso material y concreto es que, previo a las elecciones del 28/07/2024, Nicolás Maduro y sus cómplices en todos los poderes púbicos del Estado venezolano, a sabiendas de la inminencia de la derrota electoral que les vendría, se prepararon en todos los sentidos: anularon y liquidaron toda oposición o disidencia democrática, seria y responsable, confeccionaron su propia oposición a su medida, infantil e irresponsable, bajo su conveniencia, tramaron la razzia represiva con todos los mandos altos y medios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), junto con los organismos policiales y paramilitares, bajo la coordinación del Fiscal General de la República, Tarek William Saab, quien no tuvo empaches en mancharse las manos con la sangre de los disidentes y opositores, cuyo único delito fue reclamar el fraude electoral cometido en un concierto para delinquir, del que tampoco podemos olvidar que todos los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), avalaron y refrendaron el golpe de Estado liderado por Nicolás Maduro.

En Venezuela, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, los hermanos Delcy Eloína y Jorge Rodríguez, en sociedad con la cúpula militar o generalato, diseñaron el peor gobierno de la historia, con profundización de la corrupción en todas las instancias posibles, liquidación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV: 1999), esclavitud laboral, conversión de Venezuela en puente y centro de distribución de ingentes cantidades de droga que atraviesan el Océano Atlántico para llegar a Norteamérica y Europa, remate del petróleo y sus derivados, al mejor postor, además de los recursos minerales y piedras raras, sin soslayar que convirtieron a Venezuela en un aliviadero de delincuentes y grupos extremistas que se asentaron y colonizaron amplios territorios concedidos, no solo por Tareck El Aissami, sino por el mismo Nicolás Maduro. La violencia del Estado que ellos representan contra los trabajadores se refugió en la excusa del bloqueo imperial y de la "Executive Order" u "Orden Ejecutiva" que dictó Barack Obama, con el puño y letra del entonces vicepresidente, Joe Biden.

La dictadura de Nicolás Maduro ya se agotó. Pero, no se trata únicamente del criminal que se arrogó una presidencia constitucional. Detrás de Nicolás Maduro están todos los que conforman el Estado Mayor Político, Militar, Policial y Parapolicial, los poderes constituidos, la FANB, diputados, gobernadores y todos los "diente roto" que han robado al mayor y al detal en los institutos autónomos, fundaciones, empresas del Estado y cuanto cargo maneje una partida presupuestaria, en las que están robando hasta que caiga Maduro y esperan salir ilesos a cuenta de que no aparecen en ninguna foto, marcha o activismo político.

Agotada la dictadura de Nicolás Maduro y sus socios, Donald Trump ve la maravillosa oportunidad de una incursión con la excusa de la lucha contra el narcotráfico, para actuar con manos libres, liquidar físicamente a Nicolás Maduro y sus cómplices más cercanos y, así, montar un nuevo protectorado de donde extraer todas las riquezas energéticas y minerales, a cuenta de que la mayoría nacional está hastiada, pasando hambre, tienen familiares presos, asesinados en las cárceles políticas y desaparecidos, por órdenes de Nicolás Maduro.

La verdad verdadera es que la mayoría nacional en Venezuela odia a Nicolás Maduro y quiere venganza. Hay dolor, tristeza y odio, como también hay mucha irracionalidad, la que quiere venganza, no solo la de los que quieren y claman la intervención militar estadounidense en Venezuela. Es un desideratum que Nicolás Maduro y sus cómplices paguen de la peor manera posible todo el daño, dolor y muerte que causaron, sin imaginar que Donald Trump y el imperio estadounidense, no dan nada a cambio de nada. El precio será muy alto. Donald Trump y el gobierno estadounidense se quedarán con todo, mientras el espejismo de la libertad lo venden ellos y otros más.

A todas éstas, a Nicolás Maduro se le escapa un elemento, que no es Donald Trump, como tampoco lo son María Corina Machado y, mucho menos, Edmundo González Urrutia. Estos señores fueron esa circunstancia hecha a la medida de Nicolás Maduro y quienes le brindaron la posibilidad de cometer tal golpe de Estado, luego de las elecciones del 28/07/2024. Nicolás Maduro y sus criminales cómplices no se percatan de que existe algo aún más peligroso que Donald Trump. Muy pocos se preguntarán acerca de los presos selectivos, como Enrique Márquez, Williams Dávila, Eduardo Torres y muchos tantos dirigentes políticos y críticos que han caído presos, que han sido asesinados o que han tenido que exilarse para no caer en la razzia de Tarek El Aissami, porque representan el verdadero peligro para Nicolás Maduro y sus cómplices, presos o en la calle.

Igual está sucediendo con Donald Trump. No cuenta con el verdadero peligro en Venezuela, toda vez que liquide físicamente o que hayan huido, tanto Nicolás Maduro y su familia, como sus más íntimos o cercanos cómplices (no todos), más allá de los tres pelagatos engañados que saldrán a pelear la batalla perdida y morirán en vano.

Acerca de destino de Nicolás Maduro, su familia, allegados, socios y cómplices, a nadie le importan hace mucho en Venezuela. Contrario a los que muchos irresponsables señalan como una supuesta "polarización", los resultados electorales y la gente en la calle demostraron que en Venezuela el pasado 28/07/2025 no hubo ninguna polarización, así como tampoco la hay culminando el año 2025. Los venezolanos de a pie, pasaron de la desesperanza del "no va a pasar nada" al otro demonio, el del hastío desesperado ante el otro mesías gemelo: "por fin, ¿cuándo van a terminar de tumbar a esa gente?". Yo diría que cuando hay venganza, se cierran las puertas de la justicia y cuando se impone la justicia se cierra toda posibilidad de venganza. Pero, la justicia ¿en manos de quién?

Luis Alexander Pino Araque

@l2pino2



Esta nota ha sido leída aproximadamente 339 veces.



Luis Alexander Pino Araque


Visite el perfil de Luis Alexander Pino Araque para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas


Revise artículos similares en la sección:
Internacionales


Revise artículos similares en la sección:
Venezuela en el Exterior


Revise artículos similares en la sección:
Actualidad