La política como ejercicio cotidiano de la comunidad

En la concepción y práctica de la Política, desde muy antiguo encriptada e inasible a la luz de los seres humanos explotados en su condición de esclavitud evidente, y después en su condición de esclavitud ciudadana, se ha dado históricamente, un secuestro del entendimiento y del hacer político por parte de la clase dominante en detrimento de los excluidos, confinados en su situación de pobreza y de miseria.

La Política como poder de funcionamiento, esclaviza o libera a una sociedad. La hegemonía de una casta comenzó a utilizar ese poder para la esclavitud de clases tenidas por ellos como inferiores. Los primeros filósofos e iluminados, todos pertenecientes a esa misma casta, elaboraron toda una complicación teórica para justificar el monopolio de la utilización de la Política en un sólo sentido. De esta monopolización surgió el dogma del “Gobierno de los Mejores”. Así se fue conformando el más falso y acendrado de los conceptos del Poder: “La Política es el Arte de gobernar” Todo este dogmatismo se hizo ver como derivado de leyes divinas. Los representantes de los dioses aquí en la tierra estaban destinados a gobernar, es decir, a ejercer la Política. Se eternizó una aristocracia, que aún persiste en gran parte del Planeta, que se declaró dueña de la Política. La comunidad estaba, y aún sigue estando, destinada a obedecer. La casta dominante ha tenido en todas las épocas su celestinaje intelectual que elabora y le acomoda nuevos dogmas que siempre le da el mango del sartén. Su poder de manipulación de las comunidades, que aspiran a dominar siempre, se sofístifica con los años. Dentro de aquella complicación teórica, está esa fulana definición de que “la Política es el Arte de lo Posible”. Sin el entendimiento de la Política como poder liberador de la comunidad, no hay ninguna posibilidad de redención.

El control absoluto de la Política le ha permitió a la casta dominante, elaborar sistemas políticos en una sola dirección: La Esclavitud, La Democracia, El Feudalismo, otra vez la Democracia. Frente al primordialismo de la frustración comunitaria de toda la clase obrera mundial, Marx y Engels, crean las bases científicas para el Socialismo, el primer sistema político en el otro sentido, o sea, en el sentido de la liberación de la especie humana.

Se nos plantean dos polaridades dentro de la concepción histórica tradicional de los sistemas políticos: en primer lugar, los sistemas políticos de la casta dominante en el sentido esclavizador de la humanidad, y en segunda instancia, el Socialismo como sistema político de la clase obrera, en el sentido de la liberación de la especie humana. Esta diferenciación nos permite descubrir que en los sistemas políticos del primer tipo, o esclavistas, la comunidad no existe sino como caricatura, y esto porque lo que le da carácter de comunidad a un grupo humano asentado en un espacio determinado es la participación plena en el control de los medios de producción de la cual dependen la economía, la educación, la salud, y en general, la conciencia. Una comunidad en el aspecto científico de la categorización, sólo es posible dentro del Socialismo.

La diferenciación entre sistemas políticos para la esclavitud, y el Socialismo, como sistema político liberador, nos ayuda a entender con mayor claridad que la Libertad es falsa, cuando no es genuina expresión de la igualdad comunitaria. La noción de Libertad concebida por la Ilustración, es falsa porque esta encaramada sobre una igualdad y una fraternidad entre la casta llamada burguesa, sin en el concurso de la Comunidad. Por esta razón la idea de los Libertadores es un prejuicio ilustrado. En este prejuicio está centrado todo el fracaso de Bolívar. Aunque él como comandante supremo del movimiento emancipador de la América Meridional, hizo esfuerzos por ir más allá de la trampa ilustrada, no pudo salirse de ella. Al final de su vida pudo comprender que no existen los libertadores con su voluntarismo individual, y que sólo el pueblo en comunidad puede redimirse y liberarse plenamente.


Sin el pleno ejercicio Político, es imposible que un grupo humano se libere. En ese sentido la participación comunitaria en el control y desarrollo de la vida, no puede ser la labor de ningún tipo de providencialismo.

Los Consejos Comunales es la primera gran expresión de ese protagonismo comunitario. Cómo instancia del poder popular, encarna la naturaleza de la más alta política como práctica cotidiana de la fuerza controlada e inconstratada que hace funcionar la sociedad en terminos de igualdad frente a los medios de producíón y frente a los beneficios del futuro Estado socialista que habrá de garantizar la Felicidad para todos los venezolanos.

Sin una comunidad politizada será imposible el óptimo funcionamiento de los Cosejos Comunales.


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Eduardo Mármol


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