Trompabulario

Que loro viejo no aprenda a hablar es tan cierto como que un político cuarto republicano sea incapaz de dar un discurso de confraternidad a un Pueblo al cual solo supo prodigarle golpes. Si ese Pueblo se rebela, entonces lo acusan de horda chavista y le arrojan toda la bazofia mediática que son capaces de expeler por sus trompitas, la de arriba y la de abajo. Esto es, libertad de expresión, en jerga facistoide.

Entrompar, en jerga policial venezolana del siglo XX, significaba disparar primero contra el Pueblo y preguntar después, con el pasamontañas perenne de las garantías suspendidas. A trompadas y patadas arriaban a los rebeldes que osaban contravenir el sistema y sus bocas de hierro solo escupían plomo como argumento contra las protestas populares.

Trompa llaman ellos a las bocas hambrientas de justicia social que prefirieron morir que sobrellevar la miseria a cuesta como una forma inexorable de vida. Trompas de fieras tenía el Pueblo y aunque no era taxativo en su constitución intramuros, preferían acariciar la de sus mascotas mientras disfrutaban sus propias mentiras en los medios. No lo vas a creer, Alí, pero hoy en día hay universidades donde se gradúan jaurías neoliberales. Y nos muerden desde los diarios.

El trompabulario fascista no es lengua muerta, pero carga la muerte en las fauces sin eufemismos, sin velos subliminales. Arremeten contra los logros comunitarios con furia de pitbull y luego en los medios se dan el tupé de decir que “somos tan legítimos como Chávez” ¡Impunidad, proxeneta contumaz de la lengua oligárquica!

La única forma de que la jauría golpista narco paraca no ladre, es con bozal constituyente en el hocico. La voluntad popular quiere justicia en paz y en democracia y ellos saben muy bien que por esa vía hay Líder Comandante para rato en esta Tercera Etapa de La Revolución.

Estereotipo popular mediático masificado y diario a través de las concesiones de nuestro espacio radioeléctrico: Zarrapastroso, negro, bembón, flojo, útil en cuanto esclavo, útil en cuanto consumidor. Todo ello al compás del trompabulario publicitario: Vístete con ropa de marca, hártate de basura, vuélvete blanco, transfórmate, transculturízate, habla nuestro trompabulario chic disociado.

El trompabulario chic disociado es lengua enredadora que nunca aclara y siempre confunde porque los trompa hablantes asumen que Pueblo y estorbo son sinónimos, que democracia y Poder Popular son antónimos. Los rábulas especializados en modismos técnicos de la trompilengua, excretan forzadas analogías entre reforma y enmienda y pretenden trastocar el Discurso de Angostura en fundamento de sus desvaríos golpistas. Ufanos ilusos que ignoran que el Pueblo los conoce no solo por sus barbarismos sino por sus barbaridades.

Trompabulario plástico el de las damas del neo coloniaje, quienes esconden sus expresiones de asco hacia el Pueblo, con pinchazos de botox y sacrifican la mirada de un hijo al amamantarlo por los vistazos impúdicos que genera el silicón junto a sus corazones de oropel. Carga psicopática para su progenie, el de sus trompas de Falopio ante la maternidad popular, pues los orígenes y desmanes de sus ancestros, dejarían pequeño el prontuario del peor malandro de nuestros barrios.

Escondan esas trompitas, leves camaradas que aun se hacen los locos ante la exigencia del Líder Comandante de cese de traiciones al Pueblo y sepan de una vez por todas que la lengua popular vive en las calles, senderos y trochas de la Patria y va de boca en boca, como fuelle del crisol revolucionario.

¡Uh, ah, Chávez no se va! ¡Uh, ah, la enmienda del 230 va!


pladel@cantv.net


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Plácido R. Delgado


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