Honduras

Los golpes de Estado "constitucionales" han entrado en juego. Honduras es, obviamente, la primera jugada.

Un modelo de integración, fundado en la cooperación solidaria y en los beneficios recíprocos ha ido profundizándose como opción para los países del Sur. Este es un aporte de Venezuela con una gran significación geoestratégica. Una salida frente a la integración desnacionalizadora y envilecedora, representada por la globalización neoliberal. La Alba y Petrocaribe van afianzándose como un camino a seguir.

Las Fuerzas Armadas de Honduras están modeladas por el Pentágono, no sólo en la Escuela de las Américas, sino en la base militar de Soto Cano, ubicada en el corazón de ese país.

Por otra parte, el presidente Zelaya no contaba con organizaciones sociales y políticas que le dieran respaldo sólido.

Las negociaciones con Pdvsa, que desplazó a petroleras estadounidenses, y la construcción de un terminal civil anexo a Soto Cano, con financiamiento de la Alba, configuraron los motivos inmediatos.

En la ONU por primera vez los temas económicos y financieros se han convertido en tema de la Asamblea General, del G-192. Se logró romper el monopolio del G-20, del FMI y del Banco Mundial sobre esos temas.

Por primera vez, un Presidente derrocado es recibido por la Asamblea General y respaldado unánimemente. Lo mismo ha ocurrido en la OEA. EEUU ha tratado de mimetizarse ante esas sorpresivas reacciones. La respuesta fascista se ha hecho inevitable.

Era posible y necesario iniciar en Honduras la ofensiva mundial contra los procesos que avanzan en América Latina y el Caribe, que han convertido el continente en base para los procesos de cambio a nivel internacional. Si cae Latinoamérica, reviviría el Consenso de Washington y los tratados de libre comercio podrían colmar de nuevo la escena planetaria.

Los golpes constitucionales requieren unas condiciones: que no exista un movimiento social empoderado como eje de las transformaciones; que un sector clave de la Fuerza Armada se pliegue al capital transnacional; que la ineficiencia, las burocracias corruptas y no revolucionarias vayan debilitando los nexos con la población, lo que va generando pérdida progresiva de fuerza electoral. Podemos evitarlo. Honduras es la lección. Aún podemos ganar.

Zelaya puede regresar.


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Julio Escalona


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