Desclasificando la operación colchón

Hace cerca de un año, escribí algunas líneas sobre el cobro de comisiones en la administración pública, que levantó ronchas en algunos sectores. Así como ese tema generó molestias, supongo que el que voy a desarrollar a continuación, posiblemente genere el mismo escozor. Pero por ser actos abominables desde todo punto de vista, no voy a limitarme en desnudar esta práctica antiética, humillante, que desmoraliza al individuo y corrompe de forma determinante la sociedad.

Tanto el tema anterior, como el que se desarrollará próximamente, son males que subsisten en nuestras instituciones, incluidas algunas que son dirigidas por; llamados revolucionarios. Y ambas perjudican, moral, financiera, ideológica y políticamente al proceso revolucionario, de forma determinante. La afección que ocasiona la práctica de la operación colchón, no solo se refleja en debilidades para el proceso revolucionario, sino en el deterioro absoluto de nuestra sociedad, ya que proponerle a una persona, sea hombre o mujer, tener sexo a cambio de un trabajo o cualquier otra prebenda, es quebrarle la moral y los principios, de los que se ha apropiado en la vida, los cuales son columnas fundamentales, para el resurgir de una sociedad sana.

Hoy en día es normal, como lo son muchas cosas repugnantes, las propuestas indecentes en los sitios de trabajo, tanto para acceder a ellos, como para obtener un ascenso. Esta situación entra dentro del grupo de cosas, de las cuales todos saben y pocos comentan. Se ha hecho corriente que estas propuestas sean negociadas a solicitud del patrono, en escenarios distintos a los que corresponde, como tascas, cantinas y clubes nocturnos. Las jóvenes llegan a las oficinas cargando con sus títulos universitarios, con sus necesidades y son convocadas a mostrar sus habilidades en otros escenarios; dependiendo de las destrezas que demuestren, se les concede o no la posibilidad de laborar en la empresa o institución, el ascenso u otra prebenda. Son prácticas que persisten, a pesar de encontrarnos en revolución y que deben ser erradicadas en su totalidad.

Estos señores, están al tanto de que las posibilidades de empleo son escasas, y que la oferta de profesionales en la calle cada día es mayor. Por ello someten y logran dominar a las que menos formación de hogar tienen y a las que presentan una situación de necesidad bastante fuerte. Brindan poca importancia a las capacidades, a los niveles académicos. ¡Esta es la solidaridad que ofrecen estos individuos para sus conciudadanos!. Son colocados allí para reclutar a los mejores profesionales y terminan utilizando el cargo para poder lograr acceder a intimidades con mujeres. Utilizan un cargo, muchas veces de instituciones públicas, para satisfacer sus instintos más perversos. ¿Qué les dará la facultad de vender cargos por sexo?. Esta es una situación imperdonable en los dueños de empresas y lo es mucho más en individuos que llegan allí, por ser considerados cuadros revolucionarios.

Los que incurren en estas prácticas, pudieran creer que se la están comiendo, pero simplemente demuestran impotencia en muchas cosas. Son perdedores, acomplejados, enfermos, incapaces de poder conquistar una mujer por sí mismos. Son como esas personas que por situaciones diversas deben recurrir a un prostíbulo, para satisfacer sus necesidades sexuales. Y que no sienten, ni padecen cuando ven que la mujer se coloca un pañuelo en la nariz cuando procede a satisfacerlos. Verdad que es bien indecente, asqueroso y hasta enfermizo, llevarse a la cama a alguien que no quiera nada contigo, que tú sabes que lo hace por necesidad u obligación, a alguien que no va a disfrutar lo que haces, a alguien que le produces náuseas. Hay que ser bien asqueroso, como para saber que las llevas a la cama por el trabajo, que simplemente van a pasar ese obstáculo, y pretender seguir hasta el final. Hay que ser bien falto de hombría y pobre de personalidad, como para caer en esos actos.

Alguien que se considere revolucionario, no debe incurrir en estas prácticas, no debe ser un corruptor. El revolucionario, debe ser un alfarero de la nueva conciencia. Un restaurador de sociedades en decadencias, debe estar por encima de las imperfecciones y debilidades humanas. Decía el Che; “El ser revolucionario es la etapa superior del ser humano”. Incurrir en estas prácticas, simplemente es contribuir a que la sociedad continúe su descenso hacia su descomposición final. ¿Se pudiera llamar revolucionario, a una persona que incita a otra a prostituirse?. ¿Es revolucionario, alguien que no pueda ver la condición de la persona, más allá de sus pechos?. Esos también son contrarrevolucionarios. No sólo lo es, el que ataca la revolución, también lo es el que utiliza el poder para corromper. El que cae en estas prácticas, deja entrever; su falta de solidaridad con el desvalido, su irrespeto por la gente, su condición de contrarrevolucionario militante.

Viendo el asunto desde un punto de vista jocoso; siempre he visto sospechoso que en empresas importantes de nuestro país, sea difícil conseguir una mujer poco agraciada. ¿Será que éstas, no introducen el currículo?. Verdad que es un asunto digno de investigar. Y viéndolo desde el punto de vista político, pudiéramos decir; que es la causa de que existan tan pocos cuadros en empresas tan importantes.

Con esto no pretendo dar lecciones de moral, pero si considero necesario hacer mi aporte, discursivo y práctico, en la construcción de una sociedad diferente. Los momentos actuales son de transformación, por eso es indispensable creer y trabajar por una sociedad de moral y justicia, para que las diferencias y los abusos no degeneren en violencia, como ya ha ocurrido en reiteradas oportunidades en el país y en el mundo.

(*)Lcdo.

PEDRO.G.FIGUEROA@GMAIL.COM


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Pedro Figueroa(*)


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