Navidad en casa de Pirro

El trineo de la muerte detuvo su marcha fúnebre frente a la casa de Pirro. Apresurados y escondiéndose entre las sombras, los ángeles malvados con cara de estudiantes llamaban desesperadamente para que alguien les viniera a abrir. Al parecer nadie les escuchaba, pues adentro se desarrollaba una verdadera orgía de terror. Después de esperar un buen rato, al fin pudieron entrar. Había un gentío, la crema y nata del fascismo y el terrorismo reunida para celebrar la navidad.

Todas las delegaciones del infierno estaban presentes. En el gran salón se respiraba aire de formol y había un ambiente de tensión porque los ángeles malvados (que tenían cara de estudiantes) se sentían desplazados. Los rectores, los demonios con sotanas, los zorros viejos, los diablos tuertos, los incendiarios, los cobardes y asesinos habían llegado primero y por supuesto, se ubicaron muy bien. Tarde o temprano los ángeles malvados se darán cuenta que son unos imberbes invitados de piedra.

Intentando hablar como el filósofo de la tierra caliente, Pirro comienza su discurso destacando la victoria. Allí, por primera vez, reconoce que es una victoria pírrica, obtenida de la braza, de la candela, del odio y del terror. Esas estrategias, elaboradas en laboratorios del infierno sembraron miedo en la conciencia de muchos venezolanos. Los medios de Lucifer, reseñaron día y noche los actos criminales de los ángeles malvados. Como lo vampiros, querían sangre, violencia y venganza. Por ahora, no derramaron los ríos de sangre que se imaginaron, pero vienen por la venganza y con más violencia, para finalmente lograr su cometido: instalar su infernal régimen de derecha.

A medida que Pirro habla, a cada uno de los invitados van sirviendo la cena. Es un menú especial. Hallacas con saber a azufre, arroz acaparado y ensalada de vainita; la leche la sirven tibia para aligerar la digestión. Como medida de prevención, en los sanitarios colocaron suficiente papel tualé. Como vemos, los muy hijos de Herodes escondieron la leche para matar a nuestros hijos; de igual manera, escondieron el papel tualé para que este país todos anduviéramos oliendo a campamento de gorila. Son unos verdaderos asesinos.

Antes de que sirvieran el postre, Pirro hizo un llamado en los siguientes términos: “Señores con sotanas, medios de Lucifer, ángeles malvados, diablos tuertos, crueles asesinos, somos dueños del infierno y debemos seguir la lucha para que no se apague la candela. Debemos incendiar este país y gobernar desde las cenizas”. El grito de la muerte se hizo presente y todos juran que no descansarán hasta aniquilar la última conciencia revolucionaria.

Mientras en la casa de Pirro se atiza la hoguera, el pueblo sano, revolucionario, solidario, se aferra a sus raíces, a sus valores de familia. Poco a poco se ha ido dando cuenta que las hienas opositoras lo confundieron con la campaña de terror. Ahora, develada la trampa, dejemos el miedo y vamos al combate, si es necesario. Sigamos las ideas de Jesucristo, pero no nos dejemos crucificar. Levantemos nuestra voz y empuñemos la cruz para apartar a los demonios que quieren incendiar este país y matar la conciencia revolucionaria.

*Politólogo
Email: eduardojm51@yahoo.es


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Eduardo Marapacuto*


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