Creo que hay un buen número de personas que apoyan al proceso bolivariano que no solo desean sino que están a punto de exigir la ilegalización del PCV y el exilio para sus dirigentes y buena parte de sus militantes, de hecho, ya hay quienes nos han “expulsado” de la revolución y han jurado públicamente “venganza revolucionaria” para nuestras “traiciones”.
Lo anterior, que no es más que una nueva manifestación de la política betancuriana que ya se ha expresado otras veces en estos años contra el Partido Comunista de Venezuela, pudiese parecer contradictorio en el marco de un proceso revolucionario si solo evaluamos su superficie y no llegamos a comprender que el mismo tiene como característica, entre otras, el contar con el apoyo de diversas clases y capas sociales cada una de las cuales se expresa y actúa según sus intereses y su ideología, entendiendo en este caso ideología como concepción del mundo y no como la acepción clásica marxista de “falsa conciencia”.
A este proceso, que los comunistas insistimos en caracterizar como un proceso nacional liberador con posibilidad de avanzar a una fase más profunda de liberación si cumple con algunas premisas, lo acompañan sectores de izquierda comprometidos con el socialismo desde su definición científica, sectores reformistas, sectores de centro derecha y sectores derechistas empresariales y en esa maraña amplia, aglutinada por el liderazgo del presidente Chávez y sustentada en el interés compartido desde concepciones diversas (aunque ya aquí también hay deslindes) del antiimperialismo, se viene imponiendo como dirección una capa conformada principalmente por burócratas del Estado que imponen un ritmo ya no solo conservador al proceso sino hasta reaccionario en la preservación de sus espacios de poder político y económico que no les permitirá jamás combatir al enemigo histórico a quienes vienen de la izquierda y se han “institucionalizado” y le reafirman su posición pequeño burguesa a los que ya “andaban en eso” antes de 1.998.
El proceso debe dirigir al gobierno y no al revés como actualmente está sucediendo.
Las anteriores consideraciones no les gustan a los oportunistas y juegan con ella diciendo que es contra el líder para así confundir a buena parte de las masas y avanzar en el camino del convencimiento colectivo que en Venezuela el problema no es el Estado capitalista que aun existe como reflejo de las relaciones de producción capitalistas intactas, ni la oposición apátrida, ni la falta de un sindicalismo clasista coherente, ni la corrupción, nada de eso: el problema es que este proceso ha sido muy “benevolente” con el PCV y ya es hora que corrija esa “falla estructural” para que sanen todos los demás problemas.
Esta posición se ha manifestado desde hace mucho tiempo, aunque cada vez toma más fuerza, cada vez que el PCV en ejercicio no solo de su autonomía política y orgánica, sino fundamentalmente en cumplimiento de su responsabilidad revolucionaria, ha señalada fallas, errores y debilidades (desde nuestra concepción obviamente) que solo en poquísimos casos se han escuchado y se han tenido que señalar a través de espacios público por no existir canales reales de comunicación, debate y disertación política con las fuerzas aliadas especialmente con el PSUV.
En el marco de una acción política todos los actores tienen razones para las decisores que toman y ejecutan, no todas serán erradas y no todas serán acertadas, lo que sí es cierto es que a los comunistas no tiene porque gustarnos, y por tanto no podemos apoyar, por ejemplo que la impecable, efectiva y eficaz política internacional antiimperialista y bolivariana de nuestro gobierno se haya visto manchada por la entrega de un compañero combatiente bolivariano colombiano al Estado que lo persigue, como tampoco nos gusta que Julián Conrado esté preso, como tampoco nos gustó que en algún momento haya existido posibilidad de que este gobierno de impecable y reconocida acción social asomara la posibilidad de aumentar el impuesto más regresivo y neoliberal como es el IVA, como tampoco nos gusta que hayan campesinos asesinados de manera impune por terratenientes, como tampoco nos gusta que haya luchadores sindicales clasistas perseguidos y sindicaleros mafiosos sin posibilidad de que nadie los señale, como tampoco nos gusta que se convoque al pueblo a asumir su corresponsabilidad en la gestión pública pero el que denuncia sabe que le irá mal, como tampoco nos gusta que a 14 años y con serios peligros acechándonos se niegue la posibilidad y la necesidad de surgimiento de una dirección colectiva con el chantaje que eso es desconocer el liderazgo del Presidente, como tampoco nos gusta que la banca no haya sido nacionalizada, como no nos gusta que el Control Obrero de la Producción sea solo una palabra y no una realidad, como no nos gusta que muchos gobernadores hablen mucho de Poder Popular pero en la practica ni comprendan ni mencionen el fondo del problema (creo de verdad que es más porque no lo comprenden), como no nos gusta que se nos convoque a “amplios debates” donde debemos decir solo lo que algunos quieren escuchar, como tampoco nos gusta, ni humana ni políticamente, que el Presidente esté enfermo.
Claro está que a los comunistas no solo hay cosas que no nos gustan, hay un montón de cosas que nos gustan del proceso que los venezolanos nos hemos dado como nueva etapa cualitativa del largo proceso revolucionario venezolano y que son el sustento de nuestro consuetudinario y decidido apoyo al presidente, al proceso en sí y al gobierno bolivariano, apoyo comprobado en momentos álgidos como el golpe plutocrático de 2002 que puso en riesgo la vida del líder mientras otros se ponían a la orden de los verdugos; de verdad que es una lástima que el avance del oportunismo no permita hacer una seria y pública reflexión de estas cosas y hoy los héroes sean los renunciantes y los “traidores” los que defendieron en la calle en riesgo de su vida al proceso en aquel día.
Yo no tengo duda, desde hace mucho, que a cierta parte de la dirigencia del proceso ni le gusta ni le conviene un PCV autónomo, critico y propositivo, aquí se nos está exigiendo sumisión o nada y muchos hechos lo reafirman, el último: no bastó que apoyáramos 19 candidaturas del PSUV a gobernaciones de las cuales nos enteramos por televisión y el PCV decidió su apoyo en esos 19 casos por su alta condición política de compromiso revolucionario y solo en 4 estados lanzáramos candidaturas alternas, ninguna de militantes del PCV, como expresión no de descontento sino de imposibilidad política por coherencia revolucionaria de apoyar candidaturas que representan, por distintas cuestiones concretas, desviaciones que enfrentamos y que a “grosso modo” enumeramos unos párrafos más arriba.
El caso más dramático es el estado Bolívar, donde años de denuncia política de las desviaciones que sufre el proceso, de la persecución al movimiento sindical clasista, de la asociación perniciosa con transnacionales que operan en las empresas básicas desangrando a Guayana en contravía del desarrollo endógeno, de prácticas no correspondientes con la dinámica revolucionaria de la critica y autocrítica desde la gestión de la gobernación, de la practica del exterminio moral a quienes, desde la perspectiva revolucionaria, lancen una queja o critica por real que fuere; por ejemplo podemos afirmar que en Bolívar existen programas radiales “revolucionarios” donde públicamente se llama “bastardo”, “recoge lata”, “loquito”, “lambusio”, al Secretario General regional de nuestra organización (por solo mencionar un ejemplo porque la lista de agresiones radiales diarias son innumerables), en este estado se han ejecutado persecuciones laborales como el caso de trabajadores de HidroBolívar, o contra el propio militante del PCV y exalcalde del Municipio Piar (Upata) Francisco Contreras y se han realizado, para los que dicen que esto solo se dijo en las elecciones, una larga lista de marchas, remitidos, congresos, eventos para debatir y denunciar todo esto y donde se ha invitado (la casi totalidad no ha asistido) a dirigentes nacionales del PSUV y otros partidos aliados y Movimientos Sociales para crear espacios de encuentro y articulación de todos los factores revolucionarios pero no ha servido de nada y el resultado electoral del pasado domingo, que no es más que reflejo de esta cruda realidad regional, lejos de servir de catalizador del encuentro y del reconocimiento pareciera que se está pretendiendo utilizar para negar lo que ya es más que evidente y siguen así empeñados en cerrar todas las puertas que deben abrirse a escuchar y reconocer la critica porque solo escuchando a todos los actores, como el PCV y las bases del PSUV descontentas, se podrá transformar esta difícil situación en una situación favorable en al proceso bolivariano; hasta ahora, algunos siguen anclados en la vieja costumbre, ya sabes, como siempre, la culpa la tienen los comunistas.
Esta dura y compleja realidad bolivarense , requiere un análisis detallado que debe partir por el reconocimiento que el surgimiento de tres (sí 3), candidaturas distintas a la propuesta por el PSUV en la región no es ningún caso resultado de transacciones oscuras con la MUD, ni caprichos de nadie sino efecto de una causa que lleva años apareciendo por todas partes y que “nadie” ha querido ver; de tal manera que todos debemos estar prestos a asumir las responsabilidades a que hubiere lugar, pero de plano debe rechazarse, sea cual sea la posición personal, que el gobernador y la dirigencia del PSUV en Bolívar son absolutamente inocentes y están sin responsabilidad alguna sobre esta delicada situación, esta irresponsabilidad no hará más que agravar los problemas.
Yo ya he asimilado que hay personas que por su anticomunismo su única política se trata de esperar que hace el PCV para salir a criticarlo, advierto que para ellos no va este artículo, a esos “ni los ignoramos”, como tampoco va para los oportunistas y mucho menos para los “revolucionarios” que nos llegaron de las escuelas del cabillerismo adeco ni para los practicantes fundamentalistas de esa nueva y lucrativa doctrina del “adulerismo” que está haciendo mucho daño porque toda revolución seria necesita de la critica, de la adecuación permanente de fallas y debilidades y eso nos lo enseña, con dolorosos ejemplos, la historia revolucionaria.
En Bolívar, donde la “oda” a la irresponsabilidad política, “hace creer” al resto del país que en este estratégico estado todo era bello, tranquilo y armonioso hasta que los “infiltrados” del PCV decidimos tener candidato propio y nos lanzamos en decidido plan desestabilizador contra el proceso bolivariano. Quienes dicen esto olvidan que en Bolívar desde el propio 2004 hemos marcado distancia con decisiones del MVR-PSUV en distintos aspectos políticos-electorales incluyendo candidaturas a alcaldías, gobernación, etc.
Lo anterior pretende, cada vez con menos éxito, invisibilizar las advertencias que en reiteradas oportunidades el PCV y muchísimos sectores y grupos consecuentes del Movimiento Popular y Revolucionario de Bolívar han hecho sobre descaradas desviaciones que aquí vienen ocurriendo; por ejemplo, alguien debe responsabilizarse por el desastre sindical que comete la principal corriente laboral del PSUV en Guayana, dónde gracias a ello el proceso ha perdido frente a la derecha muchas elecciones sindicales como en Alcasa y Ferrominera (por solo nombrar dos); otro ejemplo el pasado 7 de Octubre fue evidente la significativa y alarmante merma de votación a favor del proceso bolivariano en todo el estado (podríamos hablar también de la renuencia, apatía y falta de despliegue de una campaña electoral como lo ameritaba la elección presidencial por parte de los dirigentes más altos del PSUV despliegue que si fue descaradamente evidente durante la campaña regional), se pretende invisibilizar también nuestras denuncias sobre un sostenido, agresivo y antipatriota plan de desestabilización permanente por parte de brazos sindicales del PSUV y cercanos a la gestión del gobernador contra las empresas básicas toda vez que el Presidente Chávez asumió en el año 2.009 una correctísima línea de trabajo junto a los trabajadores para la transformación del modelo productivo y gestionario de estas industrias (como siempre no se recibió respuesta alguna a estas denuncias) y así podríamos anexar una larga lista de acciones grandes y pequeñas que el pueblo organizado, las bases del PSUV, el PCV y corrientes clasistas han desarrollado advirtiendo lo que ya no es posible callar: “en Bolívar las cosas no están bien porque no se están haciendo bien las cosas”.
En el cenit de estos distanciamientos políticos a lo interno del proceso, propios y extraños mantuvimos la esperanza de que el nuevo proceso electoral sirviese para oxigenar al proceso presentando como candidato o candidata a gobernador (a) a un nuevo actor (hombre o mujer) que además abriera las puertas al encuentro de las fuerzas patriotas en la entidad; pero la esperanza duró poco: el gobernador iría a la competencia por la reelección y eso, lo sabíamos, profundizaría nuevamente los desencuentros y reavivaría los distanciamientos cada día más marcados entre los factores del proceso.
La campaña fue, por parte del candidato a la reelección, un despliegue realmente grosero de recursos propagandísticos, que señalan un gasto mil millonario que en nada tiene que ver con la profunda transformación que vive la política venezolana y eso también lo cuestionamos; porque aún en el marco clásico de las elecciones burguesas los revolucionarios estamos obligados a hacer de las campañas un hecho didáctico con mucho debate de ideas y de propuestas de las líneas de acción para el avance de la transformación y no una lucrativa reproducción de esquemas que no se parecen a los que decimos que impulsamos; además, que sirvió la campaña para profundizar las acciones intimidatorias de los grupos fundamentalistas que pretenden con sus mentiras y ofensas públicas invisibilizar y destruir al Movimiento Popular y Revolucionario de Bolívar.
Una vez hecha la elección, con los conocidos resultados, creo que va mucho más allá de la insensatez el negar que las bases políticas del proceso están resentidas en Bolívar con una gestión que en lo personal me parece que ha hecho poco en relación en solución concreta de problemas de la gente pero que ese no es el problema de fondo planteado aquí, porque toda revolución debe ser eficaz y eficiente en gestión de gobierno pero no toda gestión de gobierno, por muy eficaz que sea, es necesariamente revolucionaria; así que, en Bolívar la votación revolucionaria contra el gobernador no es por un tema solo de “gestión”, es un problema eminente y profundamente político.
En los próximos días realizaré un artículo de humilde análisis de los resultados electorales en Bolívar para derrumbar algunos mitos perniciosos; sin embargo, advierto que hay muchos “mitos” que ya no solamente se destruyen con análisis políticos sino con una simple revisión de los resultados de las elecciones en la página web del CNE.
Por cierto, hablando del CNE, debe quedar claro que ningún militante del PCV se ha pronunciado en el sentido de un fraude electoral en Bolívar, sencillamente, y lo digo con propiedad, el PCV no tiene ni un solo elemento que nos haga dudar sobre la posibilidad de un fraude y que nos obligaría por mínima ética y responsabilidad a hablar de ello y de allí que no es al CNE a quien el PCV está cuestionando; el PCV está cuestionando a la ejecutoria política de la gobernación de Bolívar, a las actuaciones políticas del gobernador y de sus más cercanos colaboradores.
Hemos hechos llamados sin eco alguno, para el encuentro fraterno, de altura y respeto a todos los factores de la alianza, hemos respetado sus posiciones políticas porque la autonomía es una condición bidireccional, jamás hemos sometido al escarnio público a nadie por mantener opiniones distintas a nuestras líneas de acción política, cuestión valedera y que incluso nos ha permitido muchas veces revisar decisiones erradas; por lo tanto, en aras del bien del proceso llamamos urgentemente a que en Bolívar se atienda la situación política de la cual los resultados electorales son apenas una nueva muestra, quizá la menos grave de fondo, para intentar la recomposición de la fuerza y la rectificación de una gestión que no cumple, más allá de las vallas publicitarias, con las premisas fundamentales de la revolución y que por tanto no sirve a la concreción de necesarias metas tácticas útiles al proceso y eso ya es una verdad ineludible.
Lo peor de todo es la burla a la inteligencia de las 30 mil personas que votaron en la tarjeta del PCV en Bolívar, esas personas que apoyan a Chávez no votaron ni engañados, ni hipnotizados ni son traidores, son ciudadanos que interesados en hacer verdad las premisas de la revolución en nuestro estado Bolívar levantaron su voz de protesta votando por una opción revolucionaria que ha demostrado en la práctica, con aciertos y errores, coherencia total con los objetivos del proceso.
Por último, debido a la acción de quienes han hecho del fomentar odios su forma de “ganarse el pan”, quiero aclarar que en el año 2010, por decisión de mi organización política fui candidato en la alianza con el PSUV a la Asamblea Nacional, esa campaña me permitió compartir en difeentes oportunidades con el gobernador del estado quien se desempeñó como responsable de dicha campaña, en esos momentos, y a pesar de las diferencias políticas, mantuvimos conversiones cordiales y muy respetuosas sobre la necesidad de mejorar los niveles de comunicación entre nuestras organizaciones políticas, cuestión que lamento jamás se haya concretado; lo que quiero decir es que, ni en mi persona ni en nadie del PCV existen problemas personales ni contra el gobernador, ni contra ningún adversario, son problemas que pertenecen a la esfera de lo político y que tienen mucho que ver con diferencias de los intereses de clase que se defienden en la practica pero jamás con sentimientos de rechazo personal hacia nadie en particular.
Igualmente puedo referirme en el mejor de los términos de Manuel Arciniega con quien también he mantenido relaciones políticas de mucho respeto y de quien me consta su preocupación por el estudio y por el conocimiento además de un bagaje de experiencias en la acción concreta revolucionaria.
Una semana antes del inicio de la campaña regional para las elecciones del pasado domingo me correspondió junto al Camarada Oscar Figuera hacer público, en rueda de prensa, la intención total del PCV de avanzar en unidad con todas las fuerzas políticas del proceso, y el retiro de nuestra candidatura en Bolívar, con la única exigencia de cambiar al candidato y gobernador por otro u otra surgido de las filas del PSUV y poner de manera rápida coto a la fractura electoral que existía en torno al Gobernador Rangel; nuevamente la respuesta fue el silencio.
Los resultados están allí, esperemos que todos, todos que somos todos como dijo Benedetti, logremos sacar las mejores conclusiones de ellos para que el proceso bolivariano pueda profundizarse lo cual pasa por negar el anticomunismo visceral de algunos y silenciar las voces que están pidiendo entre líneas o abiertamente persecución al PCV.
La revisión debe ser integral y el PCV la ha hecho, la hace y la seguirá haciendo.
Antes de ilegalizar al PCV ilegalicemos al sectarismo, a la falta de debate y construcción colectiva, a la negación y persecución a la crítica, quizá al final ni tengan que ilegalizarnos.
Militante del PCV
@edgarmelendez79
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