Afirmacionismo y Negacionismo

No afirmo ni niego; observo. La historia siempre pertenece a los vencedores, y los historiadores no son testigos, sino intérpretes de archivos, documentos y registros filtrados por ideologías.

Basta una imagen repetida hasta el agotamiento para levantar un símbolo absoluto, para transformar decisiones aisladas en supuestas leyes de la historia. Así, acciones de un mando pueden ser tomadas como norma, mientras millones de vidas se reorganizan a golpe de guerra y silencio.

En 1947, casi un millón de palestinos fueron desplazados de sus tierras, sin que se registrara siquiera la condición de quienes ocuparían lo que dejaron atrás, en un escenario marcado por seis años de espanto. La memoria oficial recoge fragmentos seleccionados, los convierte en pruebas, y los usa para construir relatos que legitiman victorias y deciden destinos.

Tomar la parte por el todo es un recurso fácil, eficaz, habitual tras conflictos extremos. Occidente lo practica, consciente o inconscientemente, reforzando sus narrativas y sus relatos de justicia mientras la vida y la voz de los otros quedan reducidas a un eco distante.

Así se construye la historia, también la del holocausto judío cometido por la Alemania del nazismo: no como espejo de lo vivido, sino como arquitectura de poder y de memoria.



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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