Pildoritas 183 (año VI)

El pan nuestro de cada día

Llegué a un sitio en el cual varias personas conversaban sobre lo que es el pan nuestro de cada día que vivimos los habitantes de este lado de la frontera y que se refiere a la dificultad para acceder a un buen número de productos de primera necesidad, que al no conseguirlos aquí hay que ir a buscarlos a la vecina ciudad de Cúcuta, por supuesto con el enorme incremento de precio producto del diferencial cambiario.

Les oí con atención viendo a ver qué me servía de lo que decían para venir a contárselo a mis lectores.

Una de ella narraba, cómo a pesar de que, según informó la prensa, las autoridades ya habían estado en el Sambil de esta ciudad (San Cristóbal) pudo comprobar que apenas los inspectores se fueron, los precios volvieron a pegar la carrea hacia arriba, es lo que pudo comprobar en una tienda de juguetes de nombre TOYMANIA, donde un peluche de la pareja Mickey y Minie Mouse, de unos 35 centímetros, cada uno tenia el precio de 2.650,oo bolívares , es decir, la pareja más de los 5.000,oo bolívares y que preguntó si era que hablaban, bailaban o qué y la respuesta fue que no.

Mi curiosidad me llevó a ir a comprobar lo dicho por ella y en efecto en la vitrina de exhibición los dos muñecos con sendos carteles con los precios.

Ello me impulsó a llamar al 0800sabotale para denunciar, después de 30 minutos de oír el alma llanera y una voz que decía “nuestros operadores continúan ocupados, en breves momentos le atenderemos” pude radicar mi denuncia, echando este cuento que hoy escribo y con poca esperanza de que se haga algo, todo ello por lo que aquí en la frontera es ya una ley mediante la que todo se arregla con billete.

Otra de ellas contaba que tenía una señora que vive en un refugio que la proveía de varios productos de Mercal, no sólo a ella sino a otras personas y que sabía que sus ganancias ya alcanzaban los 5 mil bolívares mensuales, es decir mucho más que un salario mínimo.

Otra contaba que sabía que en la línea de autobuses llamados Expresos Bolivarianos”, colombianos y muchos venezolanos bajaban con productos de contrabando, y pasaban sin ningún problema los puntos de control, eso sí cancelando entre todos los pasajeros de cada colectivo la suma de 2 mil bolívares, reunidos previamente por uno de ellos entre quienes fueran “cargados”, para ser entregados al funcionario de la Guardia Nacional que para el momento funja como revisor.

Esto no es la primera vez que lo oigo pues se sabe que es la costumbre impuesta y que representa la vía más importante para la fuga de alimentos que de no existir, seguramente no faltaría nada en los anaqueles de todos los expendios del Táchira.

Otro comentario lo hacía una señora que se declaraba fabricante de calzado y que contaba que tenia que ir a buscar a Cúcuta los insumos como la pega, la suela y los cueros, porque aquí no los conseguía pues se los llevaban para allá y al tener que pagarlos con el recargo, producto del diferencial cambiario, se veía obligada a incrementar el precio de los productos que fabricaba.

Una de esas veces casi que le quitan lo que traía y por poco no terminó presa pues ante la rabia y frustración acumulada reaccionó diciéndole al Guardia Nacional que él y sus compañeros eran los culpables por dejar pasar los productos venezolanos hacia Colombia y así obligar a los venezolanos a tener que adquirirlos allá con la consecuencias económicas que ello implicaba.-

Y la guinda de torta es cuando comentan que desde hace meses en Cúcuta existe una mafia que compra bolívares en billetes sólo de 100 y 50 y que por cada 100.000.oo bolívares pagan 108.000,oo lo que a todas luces es una manera para lavar dólares del narcotráfico, el pago lo hacen vía electrónica y con los bolívares adquiridos compran pesos, recuperan el sobreprecio cancelado y se aseguran una buena ganancia producto de la enorme diferencia cambiaria entre el bolívar y el peso.

Ello me llevó a indagar y logré saber que de esta situación ya tiene conocimiento la Superintendencia de Bancos (SUDEBAN), lo inexplicable es que no se haya buscado la manera de contrarrestar esta práctica, a todas luces muy perjudicial para nuestra economía, una de cuyas consecuencias es que en los bancos los pagos los están haciendo sólo en billetes de baja denominación. Es lo que sucede con el pago de pensiones por ejemplo.

Yo no me contuve y me metí en la conversación para preguntarles si alguno de ellos había pensado en la posibilidad de hacer una denuncia formal y una de ellas me respondió que ¿para qué?, si a ella le constaba que las denuncias no servían para nada porque una amiga había ido personalmente al INDEPABIS a denunciar un caso, sin ningún resultado.

Por fuerza tuve que creerle, pues a quien esto les cuenta, le sucedió exactamente lo mismo que a la señora denunciante, hice la denuncia por escrito, con copia de mi cédula adjunta y original de la factura y exactamente como dijo la señora, no pasó nada, a los quince días de haber hecho la denuncia el caso denunciado persistía.-

Entonces, qué nos queda que no sea otra cosa que el desencanto y la frustración y como yo descargar mi “arrechera”, como dijo el innombrable, por esta vía de escribir y contarles lo que aquí en la frontera más viva y dinámica del continente, es el pan nuestro de cada día.-

Qué bueno fuese que esto lo leyese alguien con poder de decisión o alguien de entre mis lectores que tenga acceso a algún funcionario que le ponga voluntad a estos casos, que apenas son unos pocos de lo que aquí se viven consuetudinariamente.


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Saúl Molina Z.


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