Chávez y el entorno luminoso

Durante años, más de diez… habíamos estado esperando el momento en el que nuestro país dejara el motivo cotidiano de dolor en aquél panorama de desolación que representó la era gris adecopeyana. En aquél entonces eran muchas las tesis que esgrimían los diversos grupos de la izquierda, a quienes el reflujo revolucionario no amilanó. Sin embargo, dentro de toda aquella dinámica de estudio de las posibles salidas que podría tener el país y, por supuesto las acciones – la táctica, que debía seguirse, aparecía como la menos posible, la de un cambio pacífico.

Hoy podemos decir que, aún dentro del más objetivo análisis, es casi imposible creer que el pueblo venezolano era portador de una disposición tan audaz hacia los cambios tan inesperados y profundos que experimentado Venezuela. Estos cambios han sido posibles sólo con el apoyo y la participación popular. El pueblo votó por Chávez, lo interpretó, lo apoyó y está metiendo el hombro en el esfuerzo por implantar el modelo de autogobierno de los consejos comunales. Sobre este aspecto cabe la opinión que el proceso de implantación de los consejos comunales debe estar acompañado por facilitadores que ayuden a la gente en la aplicación de la metodología.

Los avances han sido gigantescos, estamos hablando de autogobierno desde las comunidades, desde los pequeños sectores; de una articulación celular de la voluntad desde los más humildes colectivos. Si alguien estaba preguntándose qué es el socialismo del siglo XXI, ya estamos en capacidad de responder que una de sus características resaltantes, hasta ahora, es la de un modelo con un perfil propio, ecléctico, porque refiriéndonos los consejos comunales como células fundamentales en la conformación del poder del pueblo, están impregnadas por el principio de la subsidiariedad, un concepto que ha evolucionado desde Aristóteles hasta Proudhon, y si se le pretende estigmatizar por su contenido anarquista, pues tendrían que condenarlo junto a toda la Unión Europea, porque allí lo encontramos en el Tratado que sienta sus bases: " La Comunidad actuará dentro de los límites de las competencias que le atribuye el presente Tratado y de los objetivos que éste le asigna. En los ámbitos que no sean de su competencia exclusiva, la Comunidad intervendrá, conforme al principio de subsidiariedad, sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, y, por consiguiente, puedan lograrse mejor, debido a la dimensión o a los efectos de la acción contemplada, a nivel comunitario. Ninguna acción de la Comunidad excederá de lo necesario para alcanzar los objetivos del presente Tratado."

En principio podemos decir que el proceso bolivariano es un proceso revolucionario, porque está cambiando la estructura social, si el poder es la capacidad de movilización, entonces está le está siendo transferida a las bases; indiscutiblemente algo revolucionario. Si abordáramos este problema desde otra perspectiva, nos preguntaríamos si no se está cumpliendo aquello de que revolución es cuando lo extraordinario se hace cotidiano, tan extraordinario como es el hecho de que aún el pueblo venezolano haya logrado mantener a Chávez como su vocero ante los pueblos del mundo. Es una experiencia inédita y se ha probado sustentable… ¡Y no es poca cosa!

La llegada de Chávez al gobierno y su paulatina conquista de sectores de poder se debió a un infinito conjunto de factores, los internos podemos resumirlos en el absoluto desgaste del modelo adecopeyano, un modelo salido del atelier político del Pentágono con sus modelitos “a la medida” de cada país, una confección cosida lejos, ajena, raída; Venezuela lucía los harapos de la decadencia política y la degradación moral – todo el aspecto de un Estado fallido, digno entonces de la tutela de un “pueblo superior” como el estadounidense…

En cuanto a la panorámica internacional, la misma emersión de Venezuela como un país que obligaba a respetar los preceptos meramente formales de Autodeterminación, tan cacareados por las potencias; sus argumentos estaban siendo tomados en serio y no los pudieron traicionar abiertamente, al menos no como en Irak.

Sin embargo pensamos que los factores movilizados desde el 4 de febrero de 1992 que han ejercido presión a favor del gobierno revolucionario y que manifestaron su capacidad de movilización el 13 de abril de 2002, han sido los pilotes fundamentales de la revolución, nunca la mano poderosa del pueblo había mostrado una delicadeza de orfebre tan refinada como para estrangular una conspiración sin ahogar en sangre a los derrotados; son modales verdaderamente pacíficos y magnánimos…

La intervención del pueblo venezolano en las elecciones del 98 en adelante, la explicamos como la recuperación de los valores patriótico-morales del pueblo y Chávez como el foco de irradiación de esa voluntad, el vocero empoderado por las mayorías, que han establecido desde entonces un rígido baremo de conducta. Es por eso que el entorno del presidente ha sido uno de los más críticamente evaluados por el pueblo; este debe ser un entorno luminoso. Y si a alguien le pareciera un poco mágico religioso el término de luminoso, le pediríamos que revise las alocuciones del máximo jefe del proceso, con todas sus invocaciones a dios, con todas sus alusiones a las fuerzas espirituales, con todas las similitudes que ha establecido con la biblia, el uso de las parábolas y crucifijos elevados ante las cámaras. Podemos decir, casi sin temor a engañarnos, que Chávez actúa como si hubiese sido advertido por una de las madres del pueblo, después de una revelación divina, sobre su inminente elección como Presidente, aún estando tras las rejas del presidio de Yare.

La oposición sabe, el Pentágono se lo ha dicho, que la imagen de Chávez sigue sin sufrir deterioro y como la de Jesús necesita traidores en su entorno, de allí la táctica de mostrar a Chávez como un casto bondadoso rodeado de bandidos. Toda una urdimbre de mensajes y de significantes ocultos para repetir lo que ha sido probado como efectivo a través de los siglos: La leyenda reza así – un grupo de iluminados es infiltrado por las fuerzas oscuras a través del poder, el dinero y el narcisismo y el resultado siempre, per sécula ha sido el fracaso del bien…

Parecería ingenuo, pero se trata de una guerra de cuarta generación, que alude al inconsciente colectivo, que se apoya en la ideología inoculada, en la ignorancia, porque como decía Aristóteles: el hombre está dispuesto a negar lo que no comprende. Y estamos precisamente en la guerra de civilizaciones, que se sustenta en su experiencia hegemónica. Quieren cosechar de las tinieblas que han sembrado en nuestras mentes; ninguna inversión ha sido más redituable a los adecopeyanos y sus derivados que la ignorancia que alcanzaron sembrar en nosotros durante cuarenta años, con sus cuarenta monedas, y sus cuarenta días y noches de tentación saudita petrolera…

Para neutralizar el veneno mediático, de rumores, el Presidente debe integrar en su estrategia mediática, en su discurso y en su acción el abordaje directo de las matrices; lo ha debido hacer en lo referente a Diosdado, con su imagen de ángel caído en las tentaciones del poder, del dinero y del narcisismo, con su impronta de elemento oscuro engastado en el entorno luminoso del presidente.

Nadie desde los ámbitos gubernamentales, tuvo el cuidado, el elemental cuidado de tomar cartas en el asunto, de verbalizar, sobre los rumores (ciertos o falsos) del Gobernador del estado Miranda, de orientar y garantizarse credibilidad; por eso el pueblo, con su mano de orfebre lo retiró como si se tratase de un diamante falso. En estos momentos no sería recomendable desacatar el veredicto; ya es demasiado tarde.

Esta experiencia es aleccionadora; puede llegar a probarse como un método efectivo de la oposición para desensamblar el equipo del presidente, retirar individuos valiosos, execrar a los capaces. La mujer del César y no creo que el proverbio tenga que ver con la disoluta Mesalina, no sólo debe ser honesta, sino que debe parecerlo.

Cuestión de imagen camaradas.

elmacaurelio@yahoo.es


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Marco Aurelio Rodríguez "Macaurelio"

Periodista, Politólogo, poeta, escritor, humorista y ensayista. Columnista en varios medios, digitales e impresos.

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