Un silencio puede decir más que mil palabras

Ir o no ir a la Cumbre de las Américas, he ahí el dilema

Los países latinoamericanos en general hemos sido tratados, es decir maltratados, históricamente como subordinados a los intereses de los Estados Unidos de América.

No es un secreto para nadie que ese maltrato viene desde los inicios de la emancipación sudamericana con la doctrina Monroe, que le auto concedió al gigante del norte la supremacía sobre los entonces infantes del sur; bajo la falsa premisa de defender la territorialidad del continente, los Estados Unidos se auto nombraron defensores de los derechos del resto de los países que conforman la América y para que su manto protector nos cubriera por completo y con eficiencia, se incrustaron en las propias entrañas y en el torrente sanguíneo de los países que están al sur del río bravo.

Esta acción parasitaria disfrazada de legalidad se convirtió en un vampirismo que se chupó de manera inmisericorde y despiadada la sangre toda de la América subyugada y el resto que no pudo ser absorbido por el gran vampiro quedó regado en el suelo derramándose por las laceraciones realizadas a las sangrantes venas abiertas de la América Latina.

La United Fruit Company, las embajadas americanas, la CIA, la DEA, todos se incrustaron en la medula de los países sudamericanos, para conspirar, atentar, organizar golpes de estado, organizar cadenas de narcotráfico y tráfico de personas, entre otras cosas, gracias a los gobiernos complacientes que cobraron en efectivo y en especies sus favores.

La Sociedad de Naciones trasformada luego en Organización de Naciones Unidas (ONU), abrió un nuevo marco legal de injerencia y subyugación ya sea de forma directa o indirecta a través de los diferentes organismos que nacieron dentro de ella tales como la OEA, es esta ultima la fachada legal de la esclavitud económica y psicológica que ejercen los Estados Unidos de América en toda Latinoamérica.

La O.E.A tiene a su vez, como todos sabemos, diferentes sub-organismos y tratados recíprocos, que deberían ser de ayuda y aprovechamiento para los pueblos americanos, bajo la premisa de que americanos somos todos; pero no es así, la doctrina Monroe pareciera reconocer como América a los Estados Unidos de América, y una ley de embudo gigante se instituyó en ella; embudo parecido a nuestro mapa donde lo ancho esta en el norte y lo angosto esta para el sur; pareciera que hasta la naturaleza se encargó de dibujarnos de manera desproporcionada.

No fue extraño para nadie ver como Estados Unidos limpiándose el trasero con un papel redactado, impulsado, impuesto y firmado por ellos llamado TIAR (tratado Interamericano de Asistencia Reciproca) y que nos debería proteger de agresiones extra-americanas, se puso del lado de Inglaterra durante la invasión a las Malvinas, seguida y apoyada por algunos de sus lacayos de entonces (ojo los gobiernos, no los pueblos) hasta Venezuela (el gobierno venezolano) silbó una tonadilla mirando hacia el norte y no escuchó los gemidos del sufrimiento del sur en aquel fatídico momento.

Desde los inicios de los tiempos la “legalidad” impuesta por la dictadura de las Naciones Unidas y sus organismos han hecho de nuestros pueblos una especie de adolescentes sin posibilidades de emancipación y así nos han tratado; según sus parámetros y marcos de medición de estándares somos subdesarrollados y como tales dependemos de la tutela del “hermano” mayor (se auto nombran sínicamente hermanos porque no quieren asumir una paternidad ya que eso acarrea responsabilidad y corresponsabilidad y porque, además, gracias a dios no somos sus descendientes).

Cumbres de la O.E.A, cumbres de Las Américas, se han realizado muchas y la pregunta siempre es la misma: ¿De qué sirvieron? ¿Qué ganancia ha tenido Latinoamérica en alguna de las tantas cumbres?, las respuestas son obvias y conocidas: De nada, Nada y Ninguna.

En pocos días habrá otra Cumbre de las Américas, en la anterior efectuada en Trinidad sacamos algo de provecho: Chávez le estrechó la mano a Obama para la foto y le regaló un libro que seguramente no leyó: “Las Venas Abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano; pero por lo menos nuestro comandante cumplió con su parte al entregárselo; ese libro es como una amplia carta de explicaciones y llamados de atención como para que cualquiera por lo menos se entere y haga algo, pero en vista de los resultados y el mutis total creemos que el premio nobel de la paz y comandante en jefe del cuartel de los súper amigos no le paró para nada al libro en cuestión.

A menos que tengamos la intensión de entregarle de nuevo el mismo libro al mismo personaje, no creo que tengamos mucho que decir o aspirar en esta nueva Cumbre y si mucho que callar, porque nuestra silenciosa protesta pudiera ser más ruidosa y escuchada que nuestros discursos lanzados al vacío y a los oídos sordos de la elite internacional.

Avalar con nuestra presencia una cumbre en la que no tenemos nada que ganar es reconocer la validez de la misma, si asistimos a ese foro todo lo que digamos en el será aplaudido por las mismas manos que nos golpean; nuestros discursos serán aplaudidos de manera autómata por manos sin conexión a los corazones, manos que reciben la orden de unos cerebros que no tienen nada que ver con las esperanzas de la América que esta al sur del río bravo o rodeada de agua y otras cosas más en el Caribe, manos que aplauden porque así lo establece el protocolo y está estipulado en el guión que fue minuciosamente elaborado por el departamento de estado de los Estados Unidos y que incluye además de los puntos de agenda, las pausas, las comas y hasta los aplausos de rigor.

Ir a la Cumbre de las Américas es reconocer la supremacía de un estado que se impone por sobre todos de manera humillante y aplastante llamado Estados Unidos de América, asistir a esa cumbre en la que no tenemos nada que ganar es seguir dándole legitimidad a una organización como la O.E.A de la que muy poco provecho hemos sacado.

Podremos ir e imponernos por encima de la agenda prediseñada por la OEA para plantear nuestras propias cosas y nos interrumpirán para decirnos que estamos fuera de orden y que lo que decimos podrá ser tratado en otra cumbre; o podrán escucharnos, admitirnos el orden para luego aplaudirnos y prometernos que estudiaran las cosas que de manera inteligente y magistral planteemos; o podrán decirnos de cuajo que no tenemos razón que porque no nos callamos, en fin, da lo mismo si lo hacen de manera hipócrita y aduladora o frontal, el resultado será el mismo.

¿A cuántas cumbres no hemos ido? ¿A cuántas asambleas?, ¿A cuántos foros?; ¿Y que hemos conseguido?, entonces ¿qué tal si cambiamos nuestra estrategia y les hacemos ver que nos tienen sin cuidados sus foros, y cumbres, y asambleas?

¿Acaso ha servido de algo la EXIGENCIA todos contra dos en la Asamblea General de las Naciones Unidas para que cese el bloqueo a Cuba? ¿Acaso sirvió de algo el TIAR para impedir que Estados Unidos se aliara con Inglaterra en la guerra de las Malvinas? ¿Acaso servirá de algo que en la nueva Cumbre de las Américas uno por uno, en valientes y directos discursos, expongamos nuestra protesta por la no inclusión a Cuba?.

Hay silencios que dicen más que mil palabras que sea nuestra inasistencia a la Cumbre de las Américas a realizarse en Colombia nuestro silencio y que sea este nuestro llamado de atención al coloso del norte que les haga ver que los adolescentes sudamericanos están madurando y ya no reciben órdenes ni van obligados a ningún lado.

Que sea nuestro silencio el mayor de los discursos jamás escuchado en una cumbre en la que no tenemos nada que ganar y mucha dignidad que seguir perdiendo.

IRREVERENCIA EN LA CRÍTICA Y LEALTAD EN LA ACCIÓN

INDEPENDENCIA Y GRAN PATRIA SOCIALISTA Y LIBERADA

VIVIREMOS Y VENCEREMOS

oscarajimenezr@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 3218 veces.



Oscar Jiménez


Visite el perfil de Oscar Jiménez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas


Revise artículos similares en la sección:
Internacionales