Hacia una teoría del escuálido

"Escuálido" es un término irrelevante (y hasta probablemente inadeacuado) desde varios puntos de vista, pero profundamente significativo a raíz de la actual crisis política venezolana.

Lo importante es que muchas personas han llamado la atención sobre el hecho de que ese término podría tener un alcance teórico relevante. Es decir, no remite, teóricamente hablando, a los opositores al gobierno, sino más bien a una cierta clase de personalidad. Según esto, los "escuálidos" existirían mucho antes de esta crisis política y existirían en todas las sociedades del mundo. Además, el término no remite sólo a una conducta política, sino, mucho más allá de eso, a una conducta ético-social de espectro amplio y generalizado.

Si todo esto fuera así, entonces el "escuálido", en el sentido político y venezolano de opositor al gobierno (en minúsculas), sólo sería, en términos generales, una correspondencia empírica del "ESCUÁLIDO" en su sentido de factor teórico universal (en mayúsculas). Pero esto sólo sería así en términos muy generales, ya que, considerando la gran cantidad de variables de naturaleza diferente que intervienen en el asunto, debería haber muchos chavistas "ESCUÁLIDOS" y muchos antichavistas "no-ESCUÁLIDOS". Un dato a favor de esto es que, en la práctica, hay muchos que se han ido cambiando de bando. Incluso, hay quienes han pasado del sector más fanático de un bando al sector más fanático del otro bando.

En todo caso, resulta interesante la posibilidad de que la palabra en referencia tenga algún alcance teórico, ya que su estudio y desarrollo podría generar una herramienta más para el análisis ético-social de la conducta humana.

Un buen paso para adentrarse en un estudio de esta naturaleza sería comenzar por algunas descripciones empíricas, al fondo de las cuales pudieran irse estableciendo ciertas relaciones explicativas. Como por algo hay que comenzar, a continuación se ofrecen diez rasgos descriptivos.

1. Es esencialmente egoísta

Para él lo bueno, lo bello y lo eficiente es lo que para él mismo, como individuo, resulte bello, bueno y eficiente. No existe en el mundo algo que pueda ser bueno, bello y eficiente para los demás y no para él. Sus ideas de bondad, amor y solidaridad son estrictamente relativas a sus propios intereses.

2. Es esencialmente individualista (asociado a 1)

Para él el éxito y el fracaso, y aun la vida misma, son nociones exclusivamente ligadas a cada persona, no a los grupos. Su lema es algo así como "cada quien a lo suyo" (hay un dicho popular italiano, un poco grosero: ognuno ai cazzi suoi). Sólo se une a un grupo cuando necesita del mismo para su propio beneficio individual. Pero, una vez que los objetivos del grupo van especificándose y estrechándose, entonces él se va integrando sucesivamente a subgrupos en conflicto, hasta llegar a una lucha individual, como en la Ley de la Selva. Ejemplo: las peleas a cuchillo dentro de la Coordinadora Democrática (y todavía falta lo mejor).

3. Es ladino y disimulador

Las características 1 y 2 no son abiertas ni declaradas. Al contrario, él aparenta ser altruísta y colectivista (de hecho, los curas, obispos y cardenales suelen ser una excelente muestra empírica del escuálido). No llama a las cosas por su nombre, sino con algún nombre que convenga a sus intereses ("sociedad civil", "vacío de poder", "marcha pacífica", "dictadura comunista", etc.) y es por eso por lo que hay también una semántica del escuálido y, en general, un "discurso del escuálido". Su actitud es la misma de "la gata de María Ramos, la que tira la piedra y esconde la mano" (también se les llama "mosquita muerta", "motolita", etc.). Tiene un gran complejo de inocencia o de yo-no-fui: es capaz de quemar el mundo y, al mismo tiempo, poner cara de quien está rezando ante un altar (véase "Globovisión", "El Universal", "Tal Cual", etc.)

4. Sigue una Ética oportunista y relativista (asociado a 3).

Para él las acciones humanas no son ni buenas ni malas en sí mismas, sino en dependencia de quién es el autor y de cuáles son los intereses: por ejemplo, un asesinato es tal cosa si lo cometen sus enemigos, pero es una hazaña si lo ejecuta él mismo. Los atropellos son tales si él es la víctima, pero son un acto meritorio si es él el victimario.

Los medios de comunicación masiva en Venezuela son una de las mejores muestras: cuando el ejército masacró a los pobres durante los días del "sacudón", el ejército fue noble y eficiente. Pero cuando el ejército les impide un golpe de estado, el ejército es represor y masacrador. A la hora de un referendum contra un gobierno de izquierda, exigen que les respeten sus firmas, pero ellos antes, cuando apoyaron el golpe de estado, ya había irrespetado y pisoteado los votos de los demás.

5. Es tramposo, ventajista y pésimo perdedor (asociado a 3 y 4)

No admite perder y está convencido de que él tiene que ganar siempre, para lo cual echa mano de trampas, subterfugios y jugadas sucias. Si esto aun no lo favorece, echa al suelo la mesa de juego y cae en pataletas histéricas. No cree en "reglas de juego" ni en normas intersubjetivas ni en acuerdos, a menos que favorezcan sus intereses. Personajes típicos: E. Mendoza, A. Ledezma... y hoy, por cierto, en TV, Carlos Melo cuando pateó la mesa (literalmente).

6. Actúa sobre la base de que el fin justifica los medios (asociado a 3, 4 y 5)

Sin importarle el daño a terceros ni el perjuicio de inocentes ni la maldad intrínseca de una acción, hace cualquier cosa, la que sea, con tal de lograr sus propósitos personalistas e individualistas. Es capaz de quemar el mundo para aplastar a sus oponentes. Ejemplos: las trancas de vías urbanas, los vadalismos, los paros, los asesinatos y magnicidios.

7. Vive y lucha sólo por privilegios personales (asociado a 1 y 2).

Ante la trágica brecha entre pobres y ricos, mientras unos dedican su vida a reducir esa brecha, él lucha por pertenecer a la clase de los ricos. Si es efectivamente rico, trabaja por mantenerse y ascender dentro de esa clase. Si es pobre, se comporta como si fuera rico, porque admira a los ricos y los envidia "sanamente" (véase: el perfil promedio de los profesores universitarios venezolanos).

8. Es apasionado y visceral. No usa la razón (asociado a 1 y 2).

Es incapaz de utilizar la razón, porque ésta no es egoísta ni individualista. No genera dividendos individuales ni puede ser un medio de manipulación. La Razón es esencialmente un dato intersubjetivo, colectivo y transindividual. Y, como él es egoista e individualista por naturaleza, entonces recurre al dato más egoísta e individualista del ser humano: las emociones, la afectividad y la visceralidad. Además, el dato visceral es el más eficiente para manipular y conducir a los demás hacia los propios intereses egoístas. Aquí sobran los ejemplos.

9. Es apegado a simbolismos y representaciones (asociado a 3)

No le interesa el mundo en cuanto entidad objetiva, sino en cuanto representación. Para él las cosas no "son" sino que "significan". Vive de simbolismos, especialmente los que traducen vanidad y ostentación. El mundo no es lo importante, sino las representaciones del mundo. Tener el carro más lujoso o la casa más cara o la mujer más bonita (o el hombre más atractivo) son para él, en sí mismas, situaciones de felicidad, aun cuando para ello tenga que endeudarse y sacrificar otras situaciones que, aunque no "significan" felicidad, sí podrían serlo realmente. Vive de vanidades y de ficciones. Por eso, por ejemplo, pueden calificar de "dictadura" a una democracia o de "adoctrinamiento" a una campaña de alfabetización o de "héroe sindical" (tipo Lech Walessa) a un maleante, etc.

10. Es cómodo, cobarde e interesado (asociado a todos los rasgos anteriores).

No se arriesga ante el Poderoso. El Poderoso es su norte, su ideal de existencia y su objetivo. Él luchará contra alguien mientras suponga que ese alguien es derrotable. Pero, una vez que se convence de su fuerza y poder, entonces no se arriesga a competir con él, sino que se pliega a él y decide imitarlo. Es débil con el fuerte y fuerte con el débil. Esto permite predecir que, si el actual gobierno venezolano llegara alguna vez a hacerse fuerte, arraigado y poderoso, muchos de los actuales oponentes se cambiarían de bando. Pero seguirían siendo "Escuálidos".

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Tal vez estos 10 rasgos ayuden a algún estudiante de postgrado a hacer un interesante trabajo de grado. En todo caso, cualquiera puede ir añadiéndole más rasgos y/o reajustando estos mismos.

Por otra parte, esta idea, si se desarrolla mejor, también podría ser útil a los movimientos revolucionarios latinoamericanos, para ir analizando y previniéndose contra miembros y dirigentes que luego resultan traidores, como fue aquí el caso de L. Miquilena, A. Peña, M. Rosendo, ciertos gobernadores... y, años antes, A. Martín, T. Petkoff, G. Puerta, etc. Si lo vemos bien, en realidad siempre fueron "Escuálidos", pero nadie lo notó a tiempo.



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José Padrón Guillén

Profesor universitsario.


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