Me refiero a esas pocas profesoras universitarias (supondré que son pocas, excepcionales) que aplauden y promueven la agresión con materia fecal humana en las protestas políticas.
No significa que no haya profesores de esa misma clase y a quienes también se aplique exactamente esto mismo. Lo que pasa es que en el hombre impresiona menos la doble cara y la contradicción entre una apariencia elegante y una realidad sucia.
En los hombres esto no es noticia, pero en las mujeres sí. Por eso esta vez me centro en la "noticia", me refiero a las mujeres que estafan a los demás simulando ser profesoras, académicas e investigadoras cuando en realidad son coprófilas pervertidas.
Repito: también hay hombres de esta misma clase, sin ninguna diferencia excepto el sexo, igualmente coprófilos e igualmente pervertidos, pero no me refiero a ellos. Lo que me impresiona es la magnitud del contraste entre una apariencia dulce, femenina y amorosa y una realidad repugnante, diabólica y nauseabunda.
Uno ve a esas farsantes universitarias, las mismas que fingen ser investigadoras, en su desempeño cotidiano: su pelo bien arreglado, sus uñas cuidadosamente pintadas, sus manos delicadas y aparentemente limpias… y, lo que nunca falta, esa sonrisa de la Gioconda del Louvre.
Pero, ahora que se ha puesto de moda la preparación, envase, transporte y lanzamiento de excrementos humanos y ahora que uno sabe quiénes son algunas de esas profesoras que defienden esa moda, entonces uno no puede dejar de notar el contraste: las ves con sus uñas bien pintaditas y su limpia apariencia, pero ya sabes que, cuando están en sus casas, se agachan a defecar sobre un plástico, pujando y arrugando la cara como cualquier mortal, manipulan ese excremento dentro del plástico, le dan vueltas y vueltas hasta que logran sellar esas heces en su envoltorio y luego las llevan hasta un sitio estratégico desde donde puedan ser lanzadas o distribuidas (como en un proceso industrial, ya saben…).
En principio uno podría admitir que son realmente valientes al soportar toda esa fetidez manipulando tal asquerosidad con esas manos tan delicadas, con esas uñas tan bien pintaditas y ese pelo lavado y planchado.
Pero no, no hay tal valentía, porque se trata de una inclinación: es coprofilia, es amor al excremento. En realidad, la mierda las atrae. Es como si ellas mismas estuvieran hechas de eso mismo. Es la misma materia de la que está lleno su cerebro. Por eso sus investigaciones son todas una farsa (y por eso viven de otros farsantes como Morin, Deleuze, Vattimo, Kristeva, etc.).
Pero para quienes estamos en su entorno esas pseudo-académicas son todo un foco ambulante de infecciones, un peligro público. ¿Saben la cantidad de infecciones y enfermedades que se propagan a través de las excretas? Sólo menciono a continuación los nombres de algunas, sin la descripción, para no alarmar más de la cuenta:
- COLERA (esta enfermedad ya la padecen desde hace décadas)
- SALMONELOSIS
- FIEBRE PARATIFOIDEA
- SHIGUELOSIS. (Disentería bacilar)
- HEPATITIS VIRICA A (Hepatitis epidémica, Ictérica epidémica, Infecciosa, Ictericia catarral)
- ANQUILOSTOMIASIS (Uncinariasis, Necatoriasis).
- AMIBIASIS
Después de esto, a algunas de estas pseudo-intelectuales coprófilas no les extrañe que la próxima vez que nos encontremos en cualquier universidad no las salude con el usual besito en la mejilla y ni siquiera con un apretón de manos. Es más, es muy posible que apenas las vea a distancia huya del lugar. Estoy muy viejo para adquirir más males de los que ya tengo.
Y ellas constituyen una radiación de infecciones fecales, un peligro real, una suciedad asquerosa que se transmite desde detrás de esas manos femeninas y de esa máscara de carnaval de Venecia.
Lamento que hayamos llegado a este punto, pero a ello nos ha llevado este Gobierno torpe que a su vez nos ha sido impuesto desde hace décadas por esta Oposición inmoral.
