Golpe de Estado ni suave ni lento más bien enmascarado y cruento

El golpe de estado lo dieron ya la burguesía y las corporaciones transnacionales sin necesidad de tumbar a Nicolás Maduro. No lo denuncia el gobierno, tampoco la oposición y mucho menos los parlamentarios desfasados de Washington siempre en la luna. Qué clase de golpe de estado es ese mediante el cual no se derroca el gobierno ni se montan otros en el poder. Eso parece ser sólo para consumo de los aficionados a la ciencia ficción pero lamentablemente no es sí.

Fue un golpe enmascarado porque se dio sin que se hiciera visible la tradicional rebelión militar con tanques y aviones ni la sustitución física, por otros actores, del gobierno pero el factor militar fue otra vez la clave para cambiar la esencia y la última razón de ser de la revolución bolivariana pues se sustituyeron, con su venia, estructuralmente, conceptualmente y espiritualmente las ideas chavistas del modelo socialista por las de las relaciones capitalistas de producción.

Subyace el dogma de la vía pacífica venezolana a la revolución asumida por Chávez desde que nuestro Comandante se acogió triunfante al juego de la democracia burguesa dejando sin respuesta la indeclinable posición de las clases dominantes, con el apoyo del imperialismo, de no permitir pacíficamente la transición del capitalismo al socialismo. Quedó sin decodificar y enigmática la sentencia de ser nuestra revolución pacífica pero no desarmada. El predicamento ahora de la coexistencia pacífica entre los dos modelos no es concebible cuando sólo uno de ellos, el capitalismo, es el dominante y el socialismo es todavía una utopía sin concretarse.

También fue el reciente golpe consumado, además de enmascarado, un evento cruento por el derramamiento de la sangre de 39 venezolanos, por las pérdidas materiales de más de 15 mil millones de dólares y por la inconclusa situación de la crisis que ha venido a desembocar en un diálogo entre la MUD y el Gobierno donde globalmente es sentado Maduro, por los medios, en el banquillo de los acusados como lo impone el imperialismo poniendo en suspenso, hasta que se vean los resultados del diálogo, la aplicación de las anunciadas sanciones contra Venezuela.

El cuadro no está cerrado si aceptamos la propuesta de Lula Da Silva quien llama a Maduro a gobernar, con lo cual se entiende la necesidad urgente de solucionar sin demora los problemas de abastecimiento y otros que aquejan a la sociedad venezolana por todos conocidos y sufridos. Hasta ahora el gobierno sigue dependiendo de la burguesía importadora como un niño aprendiendo a jugar trompo y no toma el toro por los cachos porque el golpe cruento y enmascarado le hizo perder al gobierno la iniciativa revolucionaria. La otra idea sugerida por Lula es refrescar el gabinete con un gobierno de coalición popular que termine con el sectarismo y la prepotencia del PSUV hacia sus aliados.

La ultraderecha y el imperialismo son insaciables y no se conforman con el éxito del golpe cruento y enmascarado que ya dieron. Su vocera María Corina Machado se pronunció en contra del diálogo porque a su juicio se estabiliza al dictador Maduro. En otras palabras: si ya mataron al tigre por qué le van a tener miedo al cuero. Ese es el problema del imperialismo y de la burguesía que si se les da la mano se quieren coger el brazo. Razón tenía el Che.

Estamos perdidos? La respuesta definitiva es no, todavía tenemos Patria y la mayoría del pueblo venezolano sigue fiel a Hugo Chávez con un morral lleno de esperanzas y de hechos cumplidos.


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Sergio Briceño García

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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