Los “pequeños burgueses de la mafia amarilla”

Las exigencias del imperialismo a los “pequeños burgueses de la mafia amarilla” y sus asociados no afincaban en convocar una asamblea de hombres ilustrados, sino más bien en reunir una recua de serviles nulidades, a las cuales resulta fácil guiar hacia determinadas direcciones, en especial cuando la inteligencia de cada individuo en particular es limitada. Sólo así puede desenvolverse el juego de esos seudos políticos en el pernicioso sentido que les singulariza. Pero todo esto tiene, además, la virtud de permitir que los que empuñan realmente los hilos de los títeres puedan hallarse sanos y horondos en la penumbra sin que exista ni la más remota posibilidad de que les hagan alguna vez personalmente responsables. Porque hoy por hoy no se puede atribuir resolución alguna, por dañosa que resulte a la nación, a ninguno de los galopines que el pueblo conoce, sino que debe ser cargada en la cuenta de todo un consorcio de intereses.

No existe, pues, en la práctica, responsabilidad, ya que ésta sólo puede radicar en un individuo y nunca en un grupo de charlatanes. Semejantes instituciones sólo pueden ser placenteras o convenientes a sujetos mendaces y rastreros, habidos de Poder y ansiosos de evitar la luz del día, en cambio resulta detestable para todo el pueblo recto y honrado, dispuesto en cualquier momento a asumir responsabilidades personales. De aquí que este género de “democracia” se haya convertido en el instrumento de una casta de miserables que, para llevar adelante sus propios designios, necesitarán huir de las exigencias del pueblo, hoy y en cualquier tiempo futuro. Nadie que no sea un delincuente puede apreciar debidamente el valor de una institución tan falsa, corrupta y repugnante como ella misma.

Durante los años de la democracia adeco-copeyana, el régimen parlamentario contribuyó progresivamente a debilitar al antiguo estado burgués, se podría señalar como fecha critica de aquellos sucesos y como momento determinante el año 1973. Medidas que de inmediato repercutieron en la vida de los sectores más numerosos y menos favorecidos por la destrucción del salario, el crecimiento de la desocupación y la presencia de la pobreza crítica con su cuadro de desnutrición, inseguridad y delincuencia. Una vez que, aquel mediante, se hubo quebrantado el predominio de la “democracia representativa”, surgió un sistema que estriba en hacer contender a las diversas tendencias entre sí. Por primera vez en la historia de la patria hubo un hombre de sentimientos nacionalistas y patrióticos convertido en rebelde, sublevado, no precisamente contra el Estado, sino contra un sistema de gobierno corrupto y corruptor que, estaba convencido, acabaría por destruir la personalidad del Estado como nación.

El contraste con lo anteriormente descrito está la verdadera democracia socialista del siglo XXI convocada por el Comandante Eterno Hugo Chávez, que comprende la libre elección sin componendas de sus representantes, imbuidos de su deber de asumir toda la responsabilidad de lo que hace y manda hacer, la decisión de alguien que responde de sus actos con su vida y con todo lo que posee. Por vez primera en la historia de Venezuela el Comandante Chávez, (Por Ahora) hizo surgir la distinción entre el patrioterismo y el amor nacional hacia la Patria y el Pueblo. Por principio no debe olvidarse que el propósito más elevado de la existencia humana no estriba tanto en defender un estado o un gobierno, como en preservar su carácter nacional.

Los derechos humanos son más sagrados que los derechos del estado. Si en la lucha por los derechos humanos, un pueblo sucumbe, es porque no ha pesado en la balanza del destino lo suficiente como para continuar subsistiendo en el mundo terrenal. Porque esto es lo que hace la Providencia al decretar la muerte de un pueblo que no se halla preparado, o, es incapaz de bregar por su propia subsistencia. ¡La tierra no se ha creado para los pueblos cobardes!

El Comandante Chávez era, en todo lo que a esto respecta, el reverso de la medalla de los dirigentes de la “democracia adeco-copeyana” y sus derivados. Sabía perfectamente que la energía combativa del pueblo era reducida y que no bastaba ganar una batalla para un nuevo gran movimiento. Estaba dispuesto a hacer uso de todas las fuerzas disponibles a atraerse las antiguas instituciones ya existentes, a fin de extraer de estas antiguas fuentes de energías el mayor provecho posible para su movimiento.

Cometeríamos con el pueblo una grande injusticia si contemplásemos lo que se acaba de mencionar como su única característica. Porque el Comandante Chávez poseía, no solamente las virtudes de un consumado estratega, sino también las de un reformador verdaderamente grande e inspirado; y no ignoraba, empero, el freno impuesto por el conocimiento exacto de las posibilidades y de la propia capacidad del pueblo.

Cuando se piensa superficialmente, cuando no se entraña la idea en el fondo de la vida, se suele decir ¿Pero sois ciegos de corazón, ciegos de espíritu, siempre que os volvéis airados contra estas grandes obras? ¿Sin la contradicción no tendríamos la verdad? Los fines que este Gigante excepcional se había propuesto alcanzar eran prácticas sobre toda ponderación. Anhelaba gobernar con y para el pueblo. Desde aquel momento se filtraban en el cuerpo enfermizo y agotado del decadente puntofijismo los últimos vestigios de vida.

¡Tú ausencia Comandante! Después de Tú dolorosa partida, la Nave está acéfala, sin rumbo, a la deriva y hace agua por todas partes. Los boliburgueses de cachucha y franela rojo-rojita están encompinchados con los pequeños burgueses de la Mafia amarilla, para ver quien saquea más y mejor a Venezuela. Tú amado Pueblo está impaciente esperando que vuelvas pronto de la misa. ¡Comandante!!!

 

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cuatro antiterrorista cubanos héroes de la Humanidad!

 

¡Hasta la Victoria Siempre, Comandante Chávez!

¡Patria Socialista o Muerte!

¡Venceremos!



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Manuel Taibo


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