Marcela, en Telesur, la “Barbie” Abreu y el desbordado machismo de la televisión venezolana

Una nota que puede leerse completa siguiendo el enlace abajo colocado, refiriéndose a una joven esposa y modelo conocida como la "Barbie" Abreu, dice de ella "que se caracteriza por el uso de prendas de diseñadores de alta costura" y comenta que, en el parecer de ella, "se debe apoyar el liderazgo del esposo y someterse a él con humildad", sin sentirse inferior". Y remata la nota, "No significa que no puedas diferir de su opinión, pero al final se adapta uno a su liderazgo, por supuesto, con goce y deleite".

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Se trata, según la misma nota de una ex miss, modelo e "influencer", circunstancias apropiadas para tomarla en cuenta por lo que sigue.

Lo que sigue de seguidas, fue escrito varios días antes que apareciese esto anterior, que no sé si llamarlo noticia o simple comentario, como resultado de un video, colgado por la dama antes mencionada, lo que alborotó las redes y produjo centenares de respuestas de inconformidad.

Esta circunstancia me motivo a publicar este trabajo que tenía en espera porque me embargaban las dudas.

Días atrás, resalté en artículo, como Telesur era muy dada a "mirar la paja en ojo ajeno", pero no la viga en ojo propio. Y puse como ejemplo que, sabía y difundía lo relativo al hambre y miseria en todo el continente y aquello de la pobreza de Haití y el salario denigrante de dos dólares diarios en ese hermano país, mientas pasaba por bolas lo que aquí en Venezuela sucedía; como que esa cifra es una fortuna, al relacionarla con lo atinente al salario de los trabajadores hasta más altamente calificados.

Hoy voy a hacerle un reconocimiento particular a ese canal, aparte de los que también hice en el trabajo antes mencionado. Y es doblemente particular, pues además de tratarse de una conducta que prevalece en esa televisora, tiene en una joven sureña, parece argentina, llamada Marcela, dicho sólo así, porque desconozco su apellido, una digna representante.

Todo esto que ahora pienso y abordaré, está relacionado con el machismo. Este mal cultural, en uno, lo comienza a engendrar una mujer. No he conocido machistas más militantes, "rodilla en tierra", que las propias mujeres". Nací y me crie entre orientales y por la experiencia que tengo, el haber recorrido casi todo mi país, pareciera que, en la costa nuestra, las mujeres siempre han ejercido un enorme poder. Y eso, en buena medida, en el caso de las poblaciones sucrenses alrededor del Golfo de Cariaco, incluyendo Cumaná y en Margarita, desde tiempos inmemoriales, la temporada de pesca que obligaba a muchos padres, como en los pueblos recolectores, a abandonar la casa y la familia por largo tiempo y más de una vez al año, los niños quedaban al cuidado, en todo sentido, de la madre. Y era esta, no el padre, quien más se sentía orgullosa de su hijo barón, que llevaba "entre las piernas", algo para todas las mujeres que se le atravesasen sin consideración ni distinción alguna. Y era ella, quien establecía la regla, según la cual, en la casa, había tareas de hombres y de mujeres. El poder de aquellas mujeres, derivado del cuidado y educación de sus hijos, parecía centrado en fortalecer el machismo. A la mujer se le formaba para que fuese un objeto sexual y el servicio de la casa, como que limpiar, asear esta, sólo era competencia de ella. De la misma manera que lo era cuidar la criatura recién nacida. En este caso, lo del hombre, era celebrar que había tenido un hijo.

Desdibujar, desaparecer el machismo, que no parece tampoco acertado decir, por el feminismo, pese eso se ha convertido en una expresión válida en el lenguaje cotidiano y oficial, porque parece que incitara a pasarse para el bando contrario, pasa aparte de promulgar leyes innecesarias y demagógicas, como esa del lenguaje inclusivo, por una revisión de la cultura de la sociedad toda y programas oficiales de educación formal e informal, donde el machismo impera, para cambiar la mentalidad del macho, pero también el "machismo femenino" de la mujer.

El machismo, en la televisión venezolana, es desbordante y hasta indecoroso. Pensando en esto, traje de ejemplo a la joven Marcela. Se trata de una periodista excelente, de un abundante y rico lenguaje, por demás inteligente y bastante culta que, maneja con propiedad los temas que aborda y pese tener una buena figura, no se vale de ella para llamar la atención al televidente. Y menos se engalana, como quien en lugar de manejar un programa informativo y de opinión estuviese allí como anfitriona de una fiesta burguesa u oligárquica, un festín o para imponer una manera de vestir, como vendedora de trajes o atrapar al televidente con llamativos rasgos de su cuerpo femenino, para el espacio propagandístico que sigue. Casualmente, Telesur no vende cachivaches, mortadela, mondongo, vestidos, jabón ni crema dental.

Los abundantes programas de casi todas las televisoras, incluyendo a los del Estado, particularmente TVES, sean informativos, deportivos, opinión y hasta de cocinas, ponen énfasis, más que en el asunto que debería ser lo central, en el cuerpo de las mujeres que en ellos utilizan. Los manejadores de aquellos centran su interés en las poses de las damas, muchas veces hasta ridículas o cuando más, como si fuesen equilibristas, para que estas resalten algunas de las partes por demás atractivas y hasta exuberantes de su a anatomía. En veces a las jóvenes se les nota, por demás esforzadas, no en la calidad del mensaje que deberían transmitir y la riqueza del lenguaje, sino en mantener el equilibrio para no caerse. Y esto se repite, como ya dije, en todos los programas sin importar la naturaleza y fines aparentes de estos. A sus manejadores no les importa la calidad de su trabajo informativo, educativo y cultural sino en mantener pegado a la pantalla al televidente para luego venderles los productos que promocionan.

Cuando observo aquello, siempre recuerdo cuando, en mis años de muy joven, estando en Europa, en una de las ciudades que visité y estuve varios días, tiempos difíciles para aquellos países, era frecuente hallar en algunas vidrieras, en calles muy concurridas, mujeres hermosas, atractivamente vestidas, allí exhibiéndose, para el comercio sexual, como si fuesen lujosa o vulgar mercancía. En Madrid, por cierto, más recatada la ciudad y su alcalde, entonces un hombre vinculado a la izquierda, en las vidrieras abundaban las exhibiciones de cabezas y perniles de cochino.

Y en eso, las mujeres son víctimas de los amos o amas del negocio, los manejadores o manejadoras de los programas, pues hay hombres y mujeres. Y lo más cruel y hasta ofensivo, que no es extraño, en alguna oportunidad, escuchar a alguno de esos personajes discursear contra el machismo y en favor del feminismo.

Marcela y la mayoría de las mujeres que manejan programas en Telesur, se mueven con gracia y naturalidad en los en veces amplios escenarios o "estudios", desde donde hacen sus programas y sin hacerle concesión a la ridiculez, poses estereotipadas, porque hasta esto se han vuelto, las repiten, hasta copian, de unos canales a otros, incesantemente, preguntan, opinan con conocimiento de los temas y con un rico y abundante lenguaje.

Por supuesto, tampoco es Telesur en eso un dechado de virtudes, hay sus excepciones, como alguien que reporta desde el exterior todos los días y habla como la carajita asustada, por el temor que le infunde su interlocutor y se le pueda olvidar el "mandado", que ante una señora repite al caletre, palabra por palabra, el mensaje que a esta le "mandó a decir su mamá"; como carajita que recita en un acto cultural de la escuela y no respeta para nada, por desconocimiento o falta de entrenamiento, las pausas que en la escritura se llaman signos de puntuación; y monta unas palabras y oraciones sobre las otras. Pero, por lo menos, son más discretas en no agredir el mal gusto y no asumen poses, como quienes siendo a su vez, víctimas, de los o las machistas que les dirigen, que más que la noticia, el dato cultural, informativo, les interesa llamar la atención al televidente, para que no se vaya y se cale las propagandas de quienes pagan el espacio.

Hay gestos y procedimientos tan ridículos y pequeños que, suelen sentar a las manejadoras de los programas en muebles a los cuales previamente parecieran haberle recortados las patas y dejados aquellos como viejos y desvencijados, que se les monta sobre cuatro potes o bloques de cemento, para que las piernas sobresalgan y hasta abunden y, aquellas bellas damas entonces, de manera estudiada, las extremidades contorsionen y, el televidente, ante aquello que, pudiera ser hermoso, extraño o por demás curioso, se quede atento a la pantalla, aunque no llegue a enterarse o entender cabalmente lo que en el programa se trata. Lo importante es que se quede pegado, que vea y escuche, ahora con el volumen repotenciado, porque este suben para las propagandas, "las bondades" del embutido que patrocina el programa.

Sería muy bueno que, quienes en Venezuela han hecho suya la lucha por los derechos de las mujeres contra el machismo, reflexionen sobre estos asuntos, de manera que no se haga al hombre, menos a algunos en particular, responsables de esa cultura e injusticia, sino tomemos conciencia que la mujer, en buena medida, también es responsable de eso y lo es más el modelo de sociedad, donde todo, hasta la dignidad humana, se asume como un negocio y, el éxito se busca apelando a toda liviandad que, pese serlo, agrede la condición humana.

Viendo distintos programas de las televisoras extranjeras, sobre todo europeas, es fácil observar como el proceder, la manera de manejar la noticia y valorar a la mujer, es el mismo de Telesur.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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