Auge y gloria del verbo bolivariano

“En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado, y me has hecho estar delante de ti para siempre”.

Salmo 41,12.

Los ricos han invertido mucho dinero en alimentos y estos se han ido de las manos de los pobres porque no alcanzan su precio. La excusa es que quieren ser independientes del petróleo y consumen ahora biocombustibles sacados del alimento que la tierra brinda a los hombres. Ahora más gente morirá de hambre para que los pocos puedan mover sus vehículos que andan con gasolina del maíz, soja, arroz, azúcar o trigo (etanol).

Los diarios no hablan de eso como tampoco las noticias señalan la tala y la quema que produce cosechar para los ricos como si no respiraran el mismo aire que los pobres. Han apostado al sacrificio del ecosistema mundial para salvar sus riquezas. Y viven de ciudad en ciudad mudando tesoros porque para ellos no hay suelo ni patria ni nación. Ganar exige un cosmopolitismo distinto al de los pobres. Pensar sólo en el beneficio personal hace que pierdas tu conexión con la tierra.

Perversamente producen más desequilibrio ecológico con tal de no bajarse del automóvil o de no dejar de consumir sin sentido. Con tal de no saber nada de lo que sucede realmente en el mundo. Aislados y disociados los pocos con poder generan más caos que la propia multitud muerta de hambre, enferma, sin agua ni viviendas, y pobre.

Catorce mil hombres y mujeres elegidos y reunidos en batallones han estimulado los liderazgos locales y regionales que enfrentarán a los de la oposición en noviembre próximo para definir la geopolítica interna que de seguro tendrá un efecto continental. El aparato político nacido para la batalla ha permitido a la multitud roja organizarse para la resistencia contra el imperialismo. Cada contraataque al enemigo consagra la vida y la gloria de un pueblo que sólo sigue la victoria de los ancestros al darnos patria. Indios, negros y criollos batallando por la unidad continental abrazada por la solidaridad y el deseo colectivo de un mundo otro posible.

Venezuela bolivariana y revolucionaria está dando un grito de guerra que se escucha en todos los rincones del universo. Los oprimidos del mundo reconocen el sonido de la trompeta para la batalla por la dignidad, la soberanía, la libertad, la paz, la justicia. Porque no se trata de sólo de una mirada escueta la de ver las próximas elecciones como una más. No compatriotas, es una batalla definitiva. No habrá tibieza posible. El mundo ha entrado en un ciclo irreversible donde la supervivencia de la mayoría está puesta en juego. Nuestro país no se excluye de la guerra mundial. Se genera desde aquí un espacio y un tiempo politicos más cercano al concepto de la democracia original.

El partido político es el hijo real de la relación entre el líder y la masa. Es a través del organismo político que podremos ordenar un nuevo país destinado a elevarse por su propia voluntad hasta las alturas del espíritu de su Libertador. Aquel que no vea en la naturaleza del partido para la revolución una creación heroica nacida de la fuente gloriosa del intelecto o mejor dicho del verbo bolivariano no ve nada más que cascarón y vacío. La ilustración mas sincera es la de asociar al partido con el huevo que dará a luz un cuerpo capaz de reproducirse y evolucionar. Así la conciencia es el producto de la creación del partido en todos sus frentes. Conciencia que es luz en un mundo sumergido en las profundidades de la más tenebrosa oscuridad jamás vista.

Transformar la patria en una escuela y en una granja que produzca los alimentos capaces de mantener vivos y despiertos a los hijos de la tierra. Producir para que otros más pobres puedan alimentar a sus hijos y puedan también aprender a leer y a escribir como nosotros y como nosotros tomar conciencia revolucionaria. Transformar la patria y a sus hijos por el sólo hecho de poner en práctica principios humanitarios provenientes del mismo Jesús ocasionará que nos crucifiquen mundialmente y sin embargo no hacemos más que seguir el camino que nuestra naturaleza nos otorga, la de ser solidarios.

El individualismo anglosajón despiadado e indiferente al resto del mundo arrastra al mundo hacia el abismo y sólo aquellos que están resistiendo al monstruo del capitalismo saben a qué me refiero. El colectivismo caribeño sudamericano está resistiendo y el mundo no puede taparse los ojos, ni los oídos, ni la boca al respecto. No es por casualidad que en territorio venezolano esté emplazado el pedazo de tierra más antiguo del planeta. Desde aquí se está respondiendo hábilmente a los que despiadadamente están destruyendo todo en el mundo. Clamor que está siendo escuchado en todas partes como un mantra cósmico capaz de generar transformaciones insólitas.

El capitalismo, la idea siniestra de acumular ganancias infinitamente sin medir consecuencias, generando el más inmisericorde sistema de vida humano, ha llevado a este pueblo bolivariano a responder con un grito poderoso de guerra, resistiendo, por ahora, al enemigo. Y contagiando al resto de naciones hermanas a unirse en un bloque de naciones dignas y soberanas. Y desde el norte de Sudamérica por todo el Caribe y Centroamérica y hacia el sur invitando a todos a unirnos con fuerza y con la certeza de tener la razón. El verbo bolivariano ha conquistado al continente y pocos son ahora los que convergen con la doctrina militarista y belicista del imperialismo, última fase del capitalismo.

En el último minuto de nuestras vidas habremos de saber que dimos todo lo que teníamos para dar por el sueño de una América Nuestra digna y solidaria, libre y soberana, justa e independiente ¿existe algo mejor para dejar a nuestros hijos?

¡Patria Socialismo o Muerte!

¡Venceremos!


Mforti9@cantv.net


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Mario Forti

Astrólogo, filósofo, músico, tatankisi, escritor, poeta, critico, ddhh, tarotista, taoista, lector, meditación, yoga, sanación, terapias shamánicas integradoras

 mforti9@gmail.com      @mforti9

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