Auditórium

Cinismo político ramplón

“Oderint dum metuan”. La cita a este artículo no es un relleno. Se traduce en el: "que me odien con tal de que me teman" y se atribuye a Calígula. Fin de la cita.  

El cinismo en la política venezolana se ha convertido en una actitud que califica a aquellas personas que, a pesar de mentir automáticamente, además de realizar sin recato algunas torpezas, así les critiquen sus acciones reprochables, sosteniendo  y defendiendo las tropelías que han hecho sin vergüenza alguna, y a veces con cierto descaro. Las acciones cínicas tienen como protagonistas a personas que, sin ningún escrúpulo, actúan desde la estrategia buscando algún rédito personal o gubernamental por lo que han hecho. El cinismo esta encuadrado en un vacío moral que sólo mira para sí y olvida el bien común. El carácter cínico se basa en una comprensión de la realidad fría, que no entiende de valores y principios humanos y reniega de la construcción de una sociedad más incluyente en la que se respeten y garanticen los derechos de todas las personas en estado de vulnerabilidad. En la Grecia del siglo IV a. C. existió una “escuela cínica”, representada por Antístenes, que criticaba la civilización por su forma de vida en cuanto que se alejaba de la felicidad que se encontraba en costumbres cercanas a la naturaleza. En los últimos tiempos esa interpretación, hoy en la Venezuela del siglo XXI, viene capitalizada por una clase politiquera de baja calaña moral, que protagoniza episodios de cinismo, cada vez más frecuentes y descarados, que se distancian de la esencia más democrática.

Hoy tenemos cinismos políticos con gestos hipócritas como el de las imágenes, que pretenden visibilizar una postura de apoyo al trabajo ordinario, para convertirlo en extraordinario, cuando se reniega de una época realizada, y se ofrecen datos falsos. Cinismo político es ser capaz de sostener una mentira sobre hechos fraudulentos o corruptos cometidos en el pasado, a pesar de que las investigaciones corroboran dichos delitos. El cinismo político se representa por afirmaciones como que “el sentido ético del político está marcado únicamente por la ley”, despojándose de toda responsabilidad personal y profesional en sus acciones y consecuencias. Cinismo político es la puesta en práctica de una estrategia de marketing político carente de principios que persigue un puñado de aduladores basados en las sofismas y la agitación de las emociones. El cinismo político también se intensifica cuando se acusa de lo: “negativo” –concepto en raya– en contra de aquellos líderes que persiguen una sociedad mejor basada en el respeto a los derechos humanos. Cinismo político es la “video política” cuando algunas imágenes y gestos monopolizan la construcción del relato, simplificando la realidad y considerando a la opinión pública de ignorante.

La clase política está elegida democráticamente para servir a toda la ciudadanía, sin partidismos ni engaños. Las instituciones están representadas por personas que deben asumir ese servicio como parte de su vocación vital y profesional. Ciertas encuestas nos dicen hace algún tiempo que se incrementa el rechazo de la ciudadanía hacia la politiquería, pero mientras la política ofrece cada día nuevo capítulos que agravan ese alejamiento. La ligazón se hila a través de la desconfianza que generan las actitudes de la clase política y algunas escenas plantan demasiados obstáculos en el camino que nos despejen ese tránsito. No sólo reducen la confianza del resto de la ciudadanía, sino que abochornan, dan vergüenza y no ayudan a reconstruir esa desvinculación.

 


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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