Medidas de gracia

Hay quienes intentan hacer una gracia y les sale una morisqueta. Tengo la leve sospecha que así ocurre con la amnistía que decretó el Jefe del Estado para la inmensa mayoría de los golpistas que llevan varios años haciendo lo posible por derrocar al gobierno constitucional.
Como de costumbre, el líder máximo de la revolución actúa como si esta cuestión fuera de la exclusiva incumbencia de él y de los torvos personajes involucrados en la conspiración de marras. El asunto sería factible si consistiera en perdonar de manera generosa y espontánea a unos energúmenos que le tienen tirria personal al señor Hugo Chávez. A fin de cuentas cada quien es libre de excusar los agravios cometidos en su contra.

Si, por ejemplo, se tratara de dejar pasar bajo la mesa la mentada de madre que le espetó aquel infeliz dirigente del MAS en un programa televisivo "moderado" por Marta Colomina, la cosa podría entenderse hasta cierto punto.

Resulta, sin embargo, que Hugo Chávez Frías no es un ciudadano cualquiera, sino el Presidente que eligió la mayoría de los venezolanos para que completara en sana paz un período constitucional.

Las personas que el 13 de abril de 2002 salieron de los barrios a rodear el Palacio de Miraflores y el Fuerte Tiuna, clamaban con dolor e indignación por el respeto a sus votos, emitidos de manera democrática a favor del Presidente depuesto inconstitucionalmente. No se trataba de un haber electoral que el gobernante podía manejar a su discreción, como quien dispone de un regalo personal. Hugo Chávez Frías es Presidente de la República porque nosotros lo pusimos ahí y el que pretenda ignorar la legalidad de ese mandato le está faltando el respeto al pueblo soberano de esta nación.

Perdonar a los golpistas sin una previa consulta popular es un abuso contra los que elegimos y reelegimos al Presidente Chávez. El país clama contra la impunidad de los participantes en "La Carmonada", que en su inmensa mayoría ni siquiera fueron citados a declarar. Además, los indultados de ahora seguirán conspirando con más bríos.

Con todo respeto, ese perdón no le pertenece al Presidente Chávez sino al pueblo que fue el verdadero agraviado.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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