Amnistía y Perdón Bíblico

La figura del *perdón*, del olvido o del *no le pares a eso*, en lugar de ser un acto de caridad extrema, de conmiseración, de pacificación o de reconciliación, tal como ha sido vendido y comprado por los coprotagonistas del momento venezolano, tal perdón, digo, pudiera corresponderse, más bien, con uno de los más inicuos castigos cristianos.

Nos explicamos: Cuando *Jesús* supuestamente invitó al lanzamiento de aquella famosa *primera piedra*, a unos jueces improvisados y furibundos, no sólo evitó la lapidación que a juicio costumbrista de estos convecinos merecía la *pecadora* involucrada, sino que, suspendido el castigo como producto de la crítica que se hicieron los jueces y verdugos en cuestión, así fue como quedó bíblicamente asentado que la exculpada, la perdonada, la amnistiada e indultada, sí era tan pecadora, en igual o menor medida que lo eran sus jueces y verdugos, pero pacadora al fin como todos aquellos tirapiedras.

Ahora en Venezuela tenemos un flamante decreto presidencial que le perdona a un puñado de venezolanos la comisión de supuestos delitos, crímenes en masa, inclusive, llevados a cabo por unos indiciados durante los sucesos de aquél nefasto 11/4/2002, cuando la llamada *Carmonada*, cuyo resultado aparente fue un efímero Golpe de Estado. (Todavía existen dudas al respecto).

Las dudas reinantes sobre si en Venezuela se consumó o no un Golpe de Estado forman parte intrínseca de este Decreto de Amnistía, ya que el pueblo venezolano ha sido mediáticamente bombardeado hasta la saciedad tanto por el gobierno del Presidente Chávez, todavía en funciones, como por la llamada oposición puntojifista a la que se le atribuye la conspiración que culminó con el referido GE, la misma Oposición que fue *sacada del juego* cuando dicho Presidente , años atrás, asumió el poder mediante limpios (?) comicios electorales.

Infiérase, pues, que todos aquellos preenjuiciados, los mismos que sostenían su inocencia, a tal punto que en un largo proceso de judiciales y onerosos dimes y diretes, de acusaciones y negaciones, pasaron más de cuatro(4) años, unos sin sentencia firme, y otros sin ni siquiera ponerse a derecho.

Pues bien, los unos y los otros ahora resultan definitiva, legal y cristianamente culpables de todo cuanto se le acusó en sus empaquetados y abultados expedientes judiciales De esta manera la amnistía concedida puede `perfectamente asimilarse a uno de los castigos bíblicos más penosos que sabe inflige la venerada y milenaria religión cristiana. Castigo espiritual, se entiende.


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Manuel C. Martínez M.


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