Referéndum de Venezuela ¿Victoria pírrica de la opción por el NO?

Las Reformas Constitucionales no podremos llevarlas adelante “por ahora”, fueron las conclusiones de Hugo Chávez en la conferencia de prensa, a los medios de comunicación, inmediatamente después de darse a conocer los resultados del último referéndum en Venezuela.

La frase “por ahora” tiene un significado muy especial para Chávez, no sólo en términos políticos, sino también histórico. Es la famosa frase que declaró hace 15 años atrás, cuando fracasó el movimiento que encabezó, con un grupo de suboficiales y soldados del ejército venezolano, en un intento por aventar del poder al gobierno corrupto de Carlos Andrés Pérez, hoy exiliado en Estados Unidos, lo que a la postre le significó dos años de cárcel. Recordó la frase “por ahora”, de ese episodio, porque dicho fracaso no fue motivo para tirar por la borda su propósito de llevar adelante, en algún momento, un proceso de grandes cambios que el pueblo venezolano reclamaba urgentemente. Más aún, señaló que ese traspiés, ese fracaso, lo llevó a reflexionar profundamente acerca de su causas, lo que lo llevó a madurar desde allí posibilidades futuras para llevar a buen puerto los propósitos inspiradores del movimiento castrista que lo inspiró, pero tomando en cuenta la experiencia de dicho episodio, en lo principal, tomando conciencia de que, dicho propósito fallido, “por ahora”, no podría hacerse sin ir de la mano de un real proceso democrático como elemento impulsador de las grandes transformaciones que el pueblo necesitaba, y que hoy se ha hecho carne muy fuertemente en el proceso bolivariano que lidera.

Esta reflexión de Chávez no hay que echarla al saco. Sobre todo no dejarse llevar por lecturas fáciles, ya sean en un sentido triunfalista o derrotista, porque las elecciones, como todas las que se dan, en distintos lugares y circunstancias, más allá de sus frías cifras, y el impacto inmediato de imagen que causan, hay que analizarlas coyunturalmente en su propio mérito, en todos sus derivados y proyecciones de inmediato y largo alcance. Es decir, un análisis dialéctico, lo más objetivo posible, lo que muchas veces no se alcanza hacer al fragor mismo de la lucha, y más aún, en la madrugada misma de conocerse los resultados, pues es precisamente en ese instante donde las euforias y las cabezas todavía se encuentran calientes por el efecto inmediato que producen, para uno u otro bando, los resultados recién recibidos.

Chávez, no sin razón, en su reflexión, junto con reconocer el triunfo de la oposición y hacer llegar sus correspondientes felicitaciones al adversario -como se estila en un proceso verdaderamente democrático-, se refirió a dicho triunfo de la oposición como una victoria “pírrica”. Esta imagen adquiere todo su sentido cuando refrenda que, a la luz de las cifras conocidas, no es que la oposición haya triunfado, por decirlo de algún modo, en términos absolutos, sino más bien fueron los bolivarianos los que la habían perdido. Y esto no es sólo un decir por decir, un mero juego de palabras, son los hechos tal cual son, demostrables al calor de las mismas cifras electorales con las que la instancia del No triunfó por nariz, en un fallo poco menos que fotográfico.

¿Porqué Chávez dijo esto?… ¿Para justificarse?… ¿Para sacarse los pillos?... ¿O algo parecido a eso? No, nada de eso. Fue en verdad un análisis crudo pero ponderado a la vez., todo ello avalado en mérito a las propias cifras del referéndum reciente, comparado con la elección presidencial inmediatamente anterior. Para el caso, por una parte, Referéndum Modificatorio de la Constitución: 4.504.354 votos por la opción del No, versus 4.379.392 por la opción del Sí. Y en el caso de la elección presidencial del año 2006, 7,3 millones de votos para Chávez y 4,3 millones para el candidato Rosales de la oposición. Con estos resultados queda a la vista que, en términos de votos efectivos recibidos, la oposición quedó prácticamente ahí mismo, con un aumento de votos poco significativo en términos reales, dentro de un universo de votantes de poco más de 10.000.000, incluyendo votos nulos y blancos emitidos. En cambio, el movimiento bolivariano, tuvo una pérdida efectiva de 3.000.000 de votos, pero que, curiosamente, no se fueron a la oposición, sino que voluntades que se abstuvieron de votar en el referéndum. Con razón dijo Chávez que fue la abstención la que los derrotó, pero no la oposición, lo que debe ameritar un análisis político más acabados sobre lo sucedido para que, a partir de ahí, delinear las futuras acciones a seguir para mejorar o revertir la situación en las elecciones venideras.

Sin embargo, en mi opinión, lo más importante de este referéndum es que, siendo un proceso electoral en que se encontraban en juego cuestiones muy fundamentales y profundas, ni más ni menos, que consagrar constitucionalmente una sociedad que se desenvolvería dentro de los marcos de una sociedad que avanza decididamente hacia el socialismo, el poco más de 49% alcanzado por el Sí, es un logro cuyos alcances no se pueden soslayar, en lo que respecta a la importancia que reviste por si misma. Con esto quiero decir que, en estos momentos, y en las actuales circunstancias, con una fuerte arremetida de la oposición, tanto desde dentro como fuera del país, por lo mucho que se encontraba en juego en su fondo, el chavismo cuenta con una porción dura de votos del 49%, que se pronunció abierta y decididamente por el socialismo, y que no le teme al cambio radical para ir en pos de ello. Y todo esto, mediante elecciones democráticas, caso único en el mundo en que dicha opción (la socialista) alcanza un tan alto número de adherentes. No debemos olvidar que la vía al socialismo, que quiso instaurar Salvador Allende y la Unidad Popular en nuestro país, sólo alcanzó un 36% en la elección que lo eligió, y en el mejor de sus momentos, un 43% en la elección municipal que inmediatamente le siguió. Sin embargo hay que anotar una diferencia que no es menor, esos eran otros tiempos, en que la ola progresista que recorría gran parte de las naciones del mundo, se encontraba en la cresta de la ola. En cambio, ahora, ese 49% que ha alcanzado el movimiento bolivariano, se ha dado en un momento coyuntural de suyo difícil, del momento que puso en reacción a toda la oligarquía y poderes comunicacionales de los principales países del mundo, en estrecha colaboración y concomitancia, con empresarios, jerarquía de la iglesia católica y medios de comunicación en manos de la burguesía criolla. Un camino que va frontal en la dirección de construir una vía al socialismo, en un momento en que los ideales socialistas poco menos que se encuentran borrados del léxico del discurso político en el mundo, es un logro alcanzado por el bolivarismo de proyecciones incalculables, de la que se pueden proyectar grandes esperanzas futuras, aún pese al circunstancial tropiezo en el reciente Referéndum Modificatorio.

Ahora bien, y aunque nadie puede tener una brújula para predecir políticamente lo que sucederá en el futuro más inmediato, en Venezuela, me atrevería a apostar doble contra sencillo, que se van a suceder, a lo menos, dos hechos políticos bien determinados. Primero, no olvidar que a Chávez aún le quedan 5 años en el poder, lo que políticamente no es poco. En ese tiempo Chávez va a seguir profundizando el proceso revolucionario bolivariano, ello porque la actual Constitución vigente del año 1999, así se lo permite, sin necesidad de reformarla. Esto ha sido reconocido por los mismos analistas opositores, cuando se han referido a ciertas partes, de las pretendidas reformas constitucionales que se pueden hacer sin entrar a modificarla. Por otro lado, no me cabe duda que, en los próximos dos o tres años, el movimiento bolivariano va a promover un nuevo Referéndum, para posibilitar una nueva reelección de Chávez por un nuevo periodo de 6 años. Y si esto último va a ser un imperativo político necesario, por la condición irrefutable del liderazgo de Chávez, ese nuevo escenario va a ser enfrentado en un nuevo cuadro político y en nuevas condiciones sociológicas y psicológicas, que van a ser determinantes para volver a inclinar la balanza electoral a favor del bolivarismo. En efecto, en el nuevo cuadro, esos 3.000.000 de votos, provisoriamente perdidos por el chavismo, son votos recuperables, porque no habiendo votado por el Sí, tampoco se traspasaron al No, a causa de que no se atrevieron a dar un salto más cualitativo hacia adelante. Sin embargo, en el andar del futuro próximo, estos votos se volverán a recuperar ante la eventualidad de un nuevo presidente que sea de la oposición, motivo más que suficiente para amedrentar a los chavistas que no votaron en el Referéndum, para depositar nuevamente su confianza en Chávez, porque estarán ciertos que de triunfar el candidato de la oposición, muchas de sus conquistas sociales y de participación real en el proceso de transformaciones que han estado viviendo, se perderían irremediablemente, por el carácter clasista de quienes tomarían el poder. Con todo, la gente estará consciente que, con Chávez, no habrá camino más seguro para conservar las innumerables conquistas adquiridas, gracias a la abierta política a favor de las grandes mayorías, propiciadas decididamente y con clara voluntad política por el gobierno bolivariano.

En el nuevo cuadro, Chávez estará libre del peso que a la postre le significó la intención de reformar la constitución en los términos propuestos. Mal que mal, la reelección indefinida, que le posibilitaban mantenerse en el poder por largos años, siempre y cuando el pueblo así lo determinara, es una idea imagen que fácilmente el imaginario social la asoció, erróneamente, a la de un dictador con afán de perpetuarse en el poder. Esa fue la imagen que inteligentemente la oposición logró instalar en el imaginario de la gente, y de cuyos verdaderos alcances y proyecciones, o no se lograron explicar bien a la opinión pública por el chavismo, o bien el elector no la entendió lo suficiente, invadido por aquella otra imagen que inteligentemente la oposición indisolublemente asoció a la de un dictador sediento de poder. Allí estuvo el meollo del asunto. El factor psicológico y sociológico jugó un papel determinante, más que el mismo factor político en sí mismo.

Ahora, bien, mirado así a la distancia el problema, para cualquiera resulta tentador y fácil dárselas de general después de la batalla, tendencia o vicio de la que no me puedo desentender yo mismo. Así y todo, a riesgo de posibles críticas, creo que allí en ese punto hubo un error de percepción, en una materia tan sensible para cualquiera, susceptible de ser minado por el siempre reiterativo y majadero discurso comunicación al de la prensa, radio y televisión, para el caso, de todo el mundo, lo que logró minar por último hasta las resistencias más estoicas. Ese es un hecho comprobado, por las modernas ciencias sociales, fundamentalmente, la sociología y la psicología y la misma ciencia política.

De otra parte, el llamado a formar un partido único en la izquierda, el Partido Socialista para el nuevo siglo, no se hizo en el momento más adecuado de las transformaciones sociales profundas que está desarrollando el bolivarismo. Dentro del proceso revolucionario en marcha, todavía se está en una de sus etapas incipientes de desarrollo, para lo que es necesario apelar a todas las sensibilidades de todos los referentes, las que no necesariamente todas están por el socialismo a secas, o por el marxismo si se quiere ir más lejos aún. Los cristianos, el mundo anarquista, los laicos, los desarraigados, los movimientos autónomos, los jóvenes, los marxistas, etc. no quisieran por ningún motivo desprenderse de sus propias identidades y sus propios grados de autonomía. No se les puede pedir ponerse, de buenas a primera, poco menos que una camisa de fuerza para desprenderse de sus identidades y autonomías en función de un referente único, a lo menos, no todavía en el incipiente proceso transformador que pretende la vía de construcción del socialismo. Armonizar la pluralidad y autonomía de los diferentes referentes de izquierda, es una cuestión elemental que hay que cuidar como la niña de nuestros propios ojos. En esto hay que tener mucho cuidado. Y no es que yo me oponga a la idea del partido único desde la izquierda, no es que ello sea nada de malo, al contrario desde un punto de vista ideal ello sería lo mejor para los propósitos de un movimiento verdaderamente transformador y revolucionario, pero en una instancia más avanzada del proceso, o en una situación bien específica y coyuntural como lo amerita, por ejemplo, el caso de Cuba. No olvidar que en los momentos actuales sólo se está en la etapa de construcción de un proceso transformador, como paso previo para preparar la llegada del socialismo. Y eso marca bien la diferencia en relación con lo indicado precedentemente.

(*)Escritor-ensayista (Valparaíso, Chile)


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