De nuevo “Por ahora”

Para convertir el revés en victoria

Los primeros datos emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de la República Bolivariana de Venezuela, han anunciado que el referendo de la reforma constitucional otorgó un apretado triunfo al bloque del No. La Revolución Bolivariana ha logrado dar al pueblo de Simón Bolívar las conquistas que la oligarquía le negó desde los tiempos la independencia de la Metrópoli española, incluida la propia Constitución de 1999, que ayer se pretendía desplegar en nuevos preceptos revolucionarios, en planteamientos audaces, frente a este mundo de hegemonía ideológica burguesa, de prejuicios y mitos enquistados en la conciencia común, precisamente para servir a la manipulación y el engaño.

Frente a la euforia de los enemigos de la Revolución, los silencios de quienes el primer revés los desconcierta, y anticipando las voces que intentarán de inmediato vendernos sus oportunismos reformistas y claudicantes, tuvimos en la madrugada de hoy, la inmediata, valiente y madura reflexión del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Nada está perdido. De nuevo el “Por ahora” asume su carga de inclaudicable combate. No se renuncia a ninguna de las aspiraciones que encierra el texto de la reforma. Se seguirá trabajando y abriendo cauces a la Revolución en las nuevas circunstancias.

Triunfó en la madrugada de este lunes 3 de diciembre, el profundo sentido democrático de la Revolución Bolivariana: La conciencia histórica de Chávez sobre la importancia de refrendar en las urnas las perspectivas de avance de la Revolución.

Ayer ganó la reacción y el imperialismo una batalla en su interés de frenar la Revolución. Venció la notable polarización que ha logrado crear el imperio y la oligarquía en la sociedad venezolana. La abrumadora maquinaria de desinformación y guerra psicológica de los Estados Unidos, el desembozado apoyo de Washington y sus planes intervencionistas, el terrorismo contrarrevolucionario que enseñó nuevamente sus garras en Caracas y otras ciudades en los días previos al referendo, la hostilidad de los gobiernos serviles al amo yanqui; lograron unir al voto por el No, a la mayoría simple de algo más del 50 por ciento de los electores que acudieron a las urnas. Ese resultado estuvo acompañado de una abstención del 44,11 por ciento de los 16 millones de venezolanos convocados a votar.

Los pueblos tienen su posibilidad histórica, el saber y el poder aprovecharla es un patrimonio de cada uno de sus ciudadanos, y ante todo una responsabilidad de sus más preclaros hijos. Ahí está el contenido de batallas política e ideológicas como la que acaba de producirse en Venezuela. Los revolucionarios no pudieron unir en esta ocasión, a la mayoría de sus compatriotas con los objetivos más progresivos. Pero se equivocan los que sueñan en continuidades contrarrevolucionarias. No son pocos los que se asustaron con un Chávez devenido en “dictador”, que fueron convencidos de que el marco constitucional del 1999 es aún suficiente para hacer avanzar la Revolución, los que funcionaron atrapados en las redes del anticomunismo y las más absurdas y bárbaras mentiras, que meditaron sobre los riesgos de un conflicto directo con los Estados Unidos. Los datos preliminares permiten apreciar que mientras la oposición solo incrementó ligeramente su fuerza electoral, hay unos tres millones de venezolanos que el pasado año le dieron el voto al Presidente Chávez en la elección presidencial, y esta vez no acudieron a las urnas. Este es pues una correlación hija en buena medida de la manipulación y la mentira. Un espacio ideológico que hay que disputar con la verdad y la vergüenza.

El enemigo esta vez utilizó sus herramientas con éxito. Sin embargo también hay que pensar en lo que desde las filas revolucionarias no se hizo o se pudo hacer mejor. El análisis de este revés debe ser un ejercicio soberano de los patriotas venezolanos, pero sin dudas Venezuela –como Cuba, como las Revoluciones genuinas- se siente como propia por todos los internacionalistas, por los hombres y mujeres honestos del planeta, y ello nos lleva entonces, a opinar en ejercicio respetuoso de amor y renovada confianza en la victoria de nuestra común causa emancipadora.

No hay dudas de que junto a los fines socialistas ya marcha una sustantiva vanguardia popular -4,33 millones de personas-. Esta es una fuerza consciente y decidida que está en pleno movimiento. Contra ella la mentira quedó desarticulada, tampoco la hizo temblar, ni confundir, las planificadas deserciones de última hora, los anuncios de la Operación CIA “Tenaza” y la confrontación con el imperio. Para esta masa de patriotas comprometidos, la voluntad de convertir el revés en victoria, se expresará en la necesidad de continuar avanzando en la organización del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en las fábricas, en los talleres, en el campo y los barrios, entre los trabajadores informales, en las escuelas y universidades; como actividad de masas en el perfeccionamiento del trabajo político e ideológico, en la lucha contra los prejuicios antisocialistas y anticomunistas.

Pelear la hegemonía ideológica revolucionaria como relación pedagógica en el seno de la sociedad civil, nos solicitaba Antonio Gramsci. Y esta siempre indeclinable tarea, se dibuja hoy como una misión de primera magnitud para los revolucionarios bolivarianos. En el diálogo, la persuasión y el esclarecimiento de las razones revolucionarias. En el rescate de los tres millones de simpatizantes con la Revolución, que ahora no ejercieron sus votos. En la amplitud hacia sectores que el enemigo ha logrado envenenar, pues a diferencia de los excluyentes proyectos del imperio y la oligarquía, la Revolución Bolivariana se piensa y construye para todas y todos los venezolanos, sean trabajadores y campesinos, técnicos y profesionales, o comerciantes y empresarios nacionales, estén en la oposición o en las filas del bolivarianismo. En el rescate y toma de los espacios que para esta campaña, la reacción logró de una u otra forma, unir a su propaganda contrarrevolucionaria, en particular las universidades y sectores del estudiantado de élite.

Las consecuencias del No se sentirán en la complejidad de los avances, pero también serán acicate para nuevas demandas a la inteligencia política, a la cultura del trabajo de masas, a la eficiencia y eficacia en gestión de las autoridades revolucionarias. Se posterga la institucionalización –y la transferencia de competencias- del poder popular, pero la resultante del empoderamiento de los trabajadores y campesinos, de las mujeres y jóvenes y de los pueblos originarios; no podrá ya ser reducida. Es un logro real y objetivo de la Revolución. Las articulaciones populares han ganado un espacio en la sociedad venezolana, son expresión de genuina democracia popular y sin dudas su impacto continuará fortaleciéndose, haciéndose irreversible antes que en la legislación, en la construcción de idealidad y socialidad socialista. En ello el protagonismo de la joven generación bolivariana resulta de una gran significación. La Revolución ayer no pudo convencer de lo justo de otorgar el derecho al voto a los jóvenes 18 a 16 años. No importa, ellos mismos conquistarán cada vez más su lugar en la historia que se forja, y alcanzarán ese reconocimiento constitucional más temprano que tarde.

La ampliación de derechos de orden social y laboral, como la reducción de la jornada de trabajo a 6 horas diarias, y a un máximo de 36 horas semanales –algo inédito en las legislaciones laborales del mundo- , tendrá que esperar su concreción constitucional, pero ello no presupone la desmovilización del movimiento obrero y social. Se trata ahora de mantener y profundizar la lucha de clases contra la explotación capitalista, dentro de los marcos de la institucionalidad democrática hasta ahora alcanzada. El No a la reforma es un freno a importantes cambios en el modelo económico, al desarrollo de la planificación y control del Estado sobre la actividad financiera, al avance impetuoso de la propiedad socialista, pero no excluye que se pueda trabajar, venciendo los obstáculos, como hasta ahora se ha hecho. Chávez cuenta a su favor con la ley habilitante o especial, aprobada a principios de año por la Asamblea Nacional, que lo facultad a legislar por la vía de decretos-ley durante un año y medio en distintos ámbitos.

La Fuerza Armada Nacional no podrá incorporar de inmediato la frase "bolivariana y antimperialista", a su nomenclatura. Lo que no se podrá abandonar, es la labor patriótica de los oficiales, clases y soldados, que se sienten comprometidos con la ideología bolivariana y antimperialista, para continuar la formación de un ejército cuya matriz popular, se renueve en el convencimiento de su misión revolucionaria, en el compromiso con las masas humildes de Venezuela y de la América Nuestra, con su independencia y soberanía.

En sus comentarios de hoy la reacción proimperialista una vez más juega a equivocar su discurso. Afirman haber detenido la Revolución. Postulan que su victoria determinará el futuro curso de los acontecimientos. Y hacen falsas apelaciones a una concordia de rendición. Pretenden desconocer que la democracia electoral no es resultado sino expresión de la democracia económica, de la democracia social, de la politización y desarrollo cultural de las masas que han echado a andar con la Revolución.

Saben los enemigos del pueblo venezolano que es en la práctica social, donde las realidades palpables demostrarán, en última instancia, la falacia de la propaganda contrarrevolucionaria. Precisamente por ello este será el campo de los próximos y más decisivos combates de la Revolución Bolivariana. Asistiremos a nuevas batallas políticas que se dilucidarán en los espacios de realización productiva, en el intento de frenar los programas sociales, educacionales y culturales y las iniciativas de integración solidaria y latinoamericanista. Se expresará de una parte la lucha por la desenajenación y humanización del hombre y la mujer venezolanos, la lucha de las fuerzas bolivarianas por hacer avanzar las iniciativas anticapitalistas, socialistas e internacionalistas. Y como su contrario cerrarán filas bajo la jefatura del imperio del Norte, la oligarquía, los grupos de la burguesía proyanqui, los lumpen del corrupto derrame petrolero del puntofijismo, los sectores desclasados y políticamente más atrasados. Este será el cuadro de los próximos y decisivos enfrentamientos, cuyas primeras escaramuzas no tardarán en aparecer.

No es casual que el último general traidor, en su primera letanía postelectoral “alerte” contra las prerrogativas legalmente otorgadas al Presidente Chávez para hacer avanzar programas priorizados de la Revolución. Por demás la reciente y conocida historia de una oposición que se dirige desde Washington, nos permite prever que no se detendrán solo en los causes constitucionales. Las conspiraciones continuarán. En la embriaguez de la victoria electoral un zarpazo fascista no puede ser descartado. El magnicidio tampoco.

Ocultan los comentaristas del imperio –y alguna que otra pluma interesada en sobredimensionar con lo sucedido, sus vaticinios derrotistas-, como el revés no hizo perder la perspectiva estratégica a los revolucionarios bolivarianos. El nuevo “Por ahora”, para convertir el revés en victoria, expresó desde el primer momento el camino a seguir: “Vamos a alargar, ampliar y profundizar la perspectiva y contenido del proceso de construcción de la Venezuela socialista, para incrementar en lo posible la velocidad estratégica de los cambios de una revolución en proceso de maduración”, definió el Presidente Chávez. Coincido con los compañeros que señalan que en tal tarea los movimientos tácticos precisaran cada vez de un mayor conjunto de certezas, de las necesarias concentraciones de fuerzas y recursos organizacionales y políticos, de eficientes aseguramientos, pero -racionalidades incluidas-, defiendo que si de una Revolución se trata, nunca podrá abandonarse la audacia. A todo ello apuntó Chávez cuando adelantó sus evaluaciones preliminares en la madrugada de este día 3.

Sentimos al Presidente bolivariano en la seriedad de la responsabilidad para con sus seguidores y con toda la nación, en la búsqueda reflexiva, en el magisterio comprometido…en la capacidad inmediata de apreciar el carácter y la necesidad de las próximas acciones. La revolución no renuncia a la reforma: “Esta propuesta sigue viva y la seguiremos trabajando para lograr la máxima inclusión social e igualdad”, señaló el líder bolivariano. Del revés Chávez pasa a la ofensiva! Pocas veces ha brillado tanto la eticidad y el compromiso histórico de un líder en nuestro continente, en el mundo. Ética y política no podían tener mejor expresión de dignidad e intransigencia revolucionaria. De posición de principios, inteligencia y audacia.

Quizás para algún analista la racionalidad evaluativa del momento ideológico venezolano, pudiera recomendar postergar los temas de la reforma constitucional para una momento más propicio. Chávez rompe esa lógica, aprecia las fuerzas con que cuenta, el alto espíritu de lucha y cohesión de sus seguidores, sabe –los ha mencionado- de los análisis autocríticos que deben realizar los patriotas bolivarianos…Y sin dudas pesa un criterio que aprecia en su magnitud: No puede haber mejor plataforma para la lucha ideológica y política, que exponer las ideas de avanzada contenidas en el proyecto de reforma, discutirlas y hacerlas carne y sentimiento de todos los venezolanos.

El nuevo “Por ahora” de Chávez tiene el mismo sentido de vergüenza y constancia de aquel que pronunció el 4 de febrero del 1992, pero la situación ahora es cualitativamente superior. Ya hoy mismo la Venezuela bolivariana comenzó a trabajar por revertir el revés, por convertirlo en victoria. Para tal tarea pueden contar los revolucionarios bolivarianos con toda la solidaridad militante de sus camaradas en Cuba, América Latina y el mundo.


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