Venezuela está perdiendo la guerra política por el Esequibo

En términos de activismo político, el referendo y los acuerdos del Ejecutivo han sido un "triunfo histórico" del madurismo; solamente que es un triunfo en reversa. Pues, está sirviendo para rehabilitar la persecución política de opositores a Maduro y para desclavar las posiciones anti venezolanas de organismos decadentes como la ONU, que con su punto de vista motivan la expectativa de respaldo internacional que necesita el gobierno guyanés, para su posicionamiento del Esequibo.

Mientras Georgetown administra el Esequibo, y cuenta con el apoyo del Departamento de Estado norteamericano, el secretariado de la ONU y la Exxon Mobile que opera desde 2013 en el Esequibo; Caracas, busca administrar el Esequibo, virtualmente, desde el Estado Bolívar.

Perder el Esequibo, guerra por la soberanía, o rehabilitación de la Comisión Negociadora.

Cambiar el mapa venezolano, crear una administración externa al Esequibo y abrir las ofertas de explotación de los recursos energéticos del Esequibo, sumando la rehabilitación de la persecución a los opositores a Maduro, no garantiza en los hechos, que Caracas pueda hacer girar las posiciones internas e internacionales a su favor. Porque no cambia para nada el estado actual de Guyana y Venezuela, respecto al Esequibo. Guyana sigue administrando el Esequibo y Venezuela sigue pensando en administrarlo.

En este camino, parece que Venezuela está condenada a perder la "Guyana Esequiba", aunque editorialmente cambie el mapa y encarcele a quienes se oponen a los procedimientos de lucha por la soberanía, que implementa el Estado.

La guerra, no es un buen negocio para ninguna de las partes en conflicto; aunque Guterres y la CPI la promuevan con sus resoluciones anti venezolanas. Las capacidades estratégicas operativas militares, no son un juego, cuando entran en actividad. Tendrá el gobierno venezolano, una disposición popular a un conflicto militar por el Esequibo. Según las críticas al referendo, esto NO es posible.

Ya considerando los puntos anteriores, queda una opción para Venezuela: rehabilitar la Comisión Negociadora. Frente a las declaraciones anti venezolanas de Guterres y la CPI, la comisión negociadora pierde validez y con ello, hasta el Acuerdo de Ginebra de 1966 queda en el abismo.

La cosa está difícil para Venezuela.

Incluso, la continuidad de Maduro está en peligro; por su incapacidad de defender con valentía la patria y la soberanía nacional. Se le puede agregar otro aspecto que abona la situación complicada de Venezuela. Y este es, que Maduro y el Estado declaran persecución de antiguos líderes chavista quienes podrían contribuir profundamente a resolver la problemática estructural venezolana. Y perseguirlos no es ganancia.



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Memo Fernández


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