Medida prioritaria para la Asamblea Nacional

Socializar la salud después del Covid-19

Desde los momentos iniciales de la militancia rebelde, los problemas de la salud pública, siempre han estado en el centro de nuestras preocupaciones. Con el tema nos hemos involucrado en cuerpo y alma, buscando permanentemente el bienestar colectivo sin distingos económicos, ni religiosos, étnicos o políticos.

Pero está añeja aspiración sólo será posible cuando en la mayoría de las naciones impere el verdadero socialismo.

No el falso que pregonan personajes como los expresidentes Felipe González o Michel Bachelet. En ese afán constante y delirante de luchador social, numerosos son los casos particulares que hemos conocido, ejemplos en "carne viva" de las ficticias bondades de los servicios privados de la salud en la atención médica. El único interés de estos entes, conocidos popularmente como clínicas, es obtener el máximo de ganancias a costa del sacrificio y la descapitalización total de los familiares del paciente.

Veamos puntualmente algunas experiencias: a).‒En junio de 2000, a raíz de un accidente de tránsito, falleció un hijo del Dr. Germán Valbuena, director del Hospital "Juan de Dios Martínez", ubicado en la población de Caja Seca, al no poder el lesionado ser ingresado a ninguna unidad de cuidados intensivos en Maracaibo, por falta de recursos económicos. Para ese momento solo para ingresar a una UCI en la capital del Estado Zulia se tenían que desembolsar las siguientes cantidades: 10 millones en el hospital Coromoto (publico pero tomado por particulares); 6 millones en la clínica Amado y 2 y medio millón en el Universitario. b).‒ La conducta reprochable del más conocido y reputado Neurocirujano de la región, quien plantado a la entrada de un quirófano del hospital Universitario, se negaba a dirigir la operación de una nieta del dirigente vecinal Justolino Pirela, hasta tanto sus familiares entregaran en sus manos, quinientos mil bolívares en efectivo. El dinero se obtuvo por empeño de un inmueble y la joven falleció a los pocos días de operada. c).‒ Denuncia contra el Jefe de obstetricia del mismo hospital "Juan de Dios Martínez" (también accionistas privado de salud), por extorsionar con 150 mil bolívares para atender partos que ameritaran cesáreas. Estás tres graves irregularidades del ejercicio médico están comentadas en artículo de opinión titulado "Socializar los Servicios de Salud" publicado el 8-8-2000 en el diario "La Verdad" de Maracaibo. d).‒ El asombroso drama familiar de una exministra del Ambiente del Presidente Chávez, cuyo padre fue mantenido más de una semana en estado de muerte cerebral en la clínica Paradizo, sin posibilidad cierta de recuperar su salud, únicamente con el usurero propósito de sustraer totalmente los fondos de su póliza de seguro. Engañaban vilmente a los parientes con una falsa expectativa de vida. Esta práctica gansteril cesó cuando por petición familiar, el Dr. Gustavo Pineda, ex Director Regional de Salud, examinó a la víctima. e).‒ En febrero de 2008, la muerte en la ciudad de Valera de dos jóvenes afrodescendientes embarazadas (Yubisay Izarra Cubillán y Jessika del Carmen Viloria), esta última de apenas 17 años y con Morochos en su vientre. Ambas fallecieron por negligencia y ruleteo médico. Como responsable de estos lamentables hechos fue sindicado el Jefe de Obstetricia del ya citado hospital "Juan de Dios Martínez", el mismo que 8 años antes, aparece señalado como extorsionador por sus servicios como médico.

Los dos casos fueron denunciados ante la Presidencia y Vice-Presidencia de la Republica y la Ministra de Estado para Asuntos de la Mujer, y nada se logró para castigar al culpable. A 12 años de su muerte, estás 2 jóvenes con su sacrificio, se convierten en mártires de la incompatibilidad del ejercicio privado de la medicina con la verdadera solución de los problemas de salud de nuestro pueblo. Seguramente este preciso inventario de tragedias y dolor sufridas por familias venezolanas, sean apenas la punta del iceberg de la montaña de monstruosidad y barbaridades cometidas por clínicas privadas. Este siniestro comportamiento no se ha detenido en el tiempo.

En pleno auge del Covid-19, en el Estado Zulia los medios de comunicación se han hecho eco de las exageradas exigencias en divisas de centros privados, particularmente en la ciudad de Cabimas para atender afectados por la pandemia, quienes al no poder satisfacer tan elevados costos, no son admitidos y en el trayecto de ir al hospital público mueren.

Con el auge de la corriente económica neoliberal, se debilitó severamente la autoridad y presencia del Estado-Nación en el área de la salud pública, ausencia que fue aprovechada por la mentalidad mercantilista en la salud, que trata al enfermo no como paciente, sino como un cliente.

En ese tránsito de mero negocio, las cosas se han complicado, porque ya no se trata solo de cobrar (que es lógico que lo hagan), sino que además especulan con exageración. Las clínicas se consideran intocables en su comportamiento abusivo contra la ciudadanía.

Tratando de revertir ese avance neoliberal, el Presidente Chávez en el 2000, por Decreto prohibió el cobro en las emergencias de los hospitales públicos. En el 2007, una Comisión de la Asamblea Nacional Investigó los costos de los servicios de las Clínicas privadas y elaboró un Informe Final con los precios que debían cobrar.

Me consta el esfuerzo del médico Tirso Silva, miembro de ese equipo parlamentario, quien agotó todos los trámites y gestiones ante las instancias correspondientes para hacer cumplir ese informe de costos, pero lo cierto fue que no se pudo meter en "cintura" a las clínicas en aquella oportunidad. La experiencia me indica que para que el pueblo tenga garantizada una verdadera atención médica, es absolutamente incompatible con ese objetivo, la existencia simultánea de servicios públicos oficiales y el ejercicio privado de la medicina. Esta última por su afán de lucro insaciable conspira permanente contra el buen funcionamiento del sector gubernamental, y a la larga termina en esa lógica perversa, sustrayendo materiales, equipos y cerebros del sector público.

Lo ideal es la existencia de un Servicio Único de Salud, con una Rectoría autónoma del Estado, y que toda la iniciativa privada esté subordinada y controlada totalmente por el sector oficial.

Para implantar este modelo no partimos de cero. Analicemos la experiencia cubana. Conviene mencionar que curiosamente el hermano país socialista asume como propio el concepto de un sanitarista norteamericano (Milton Terris), quien define a la Salud Pública como...(...) El arte de prevenir las dolencias y las discapacidades, prolongar la vida y fomentar la salud y la eficiencia física y mental, mediante esfuerzos organizados de la comunidad para sanear el medio ambiente, controlar las enfermedades infecciosas y no infecciosas, así como las lesiones, educar al individuo en los principios de la higiene personal, organizar los servicios para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades y para la rehabilitación, así como desarrollar la maquinaria social que le asegure a cada miembro de la comunidad un nivel de vida adecuado para el mantenimiento de la salud". (Ver "Temas de Medicina General Integral. Volumen 1. Salud y Medicina" de Sirices Álvarez).

Bajo estos parámetros hoy funciona el Sistema Nacional de Salud (SNS) en Cuba. Antes de llegar la Revolución en enero de 1959, existían en la isla tres sistemas simultáneos de Salud: El Privado que solo era para la burguesía y los grandes ricos, El mutual o cooperativista para la clase media y El Estadal que era el peor para los más pobres. La familia de Fidel estaba afiliada al sistema mutual, y bajo esta modalidad, a la edad de 11 años el Comandante en Jefe fue operado de apendicitis. (Ver "Cien Horas con Fidel", página 116).

A raíz del triunfo de la revolución, se produjo un éxodo de más de tres mil médicos, con lo cual el sistema privado prácticamente quedó desmantelado, como igual está ocurriendo actualmente en Venezuela. La medicina privada en Cuba la revolución no tuvo que socializarla. Le pasó como "Chacumbele", ella misma se mató. Partiendo casi de las cenizas, con un infernal bloqueo norteamericano, el líder máximo de la revolución, asumió el reto de convertir a la isla en una fortaleza en atención médica, con un servicio único, gratuito y eficiente para el pueblo. Y hoy la tierra de José Martí es una potencia de primer orden en esta materia.

No es casual el éxito de sus misiones médicas internacionalistas, a pesar de la campaña imperialista por desacreditarlas en sus avances farmacológicos, tecnológicos y en recursos médicos humanos. Definitivamente la humanidad debe avanzar hacia grandes cambios.

La corriente neoliberal capitalista no debe seguir imponiendo una medicina basada exclusivamente en la usura mercantilista de las empresas trasnacionales farmacéuticas y de los grandes hospitales privados, cuyas mal habidas obscenas ganancias las han alcanzado a expensas del dolor y las tragedias humanas de nuestros pueblos.

En Venezuela no podemos seguir jugando como amateurs en el campo de la salud, es necesario saltar al profesionalismo, unificando todo el sector en un Servicio Único de Salud oficial. Esta es una prioridad que debe ser asumida con firmeza, seriedad y sin blandenguerías, después que sea superada la emergencia del Covid-19. Tarea inmediata para la nueva Asamblea Nacional.

En otras palabras socializar la salud. En el entendido de que un buen Sistema de Salud debe tener previsto la solución para el último tramo de la vida, como lo es la inevitable muerte, también es pertinente abordar este aspecto en esta reflexión. Conozco a la perfección el camino oscuro y culebreo de llevar a nuestros deudos al descanso eterno. Como activista comunitario, durante la década de los 80 del siglo pasado, por nuestras luchas fue llevado a la cárcel uno de esos miserables sepultureros, acusado de atentar contra la libre empresa y por violentas prácticas monopólicas. Quienes manejaron hasta hace poco la actividad funeraria, hoy venida en picada por los altísimos precios, son individuos de la peor calaña.

Estas empresas que en otrora manejaron inmensas fortunas que les brindaron entes oficiales a través de los montepíos, cada tres años se declaran en quiebra para no responder a los contratos de asegurados de mayor siniestralidad, e inmediatamente y en 1,2 y hasta 3 oportunidades, los mismos accionistas y con similar patrimonio, se vuelven a constituir mercantilmente, pero con otro nombre, para seguir sacando provecho a la actividad funeraria.

Ante los altos costos de este servicio, con asombro se están enterrando cadáveres envueltos en sábanas en los patios de sus familiares. Desde el Estado Zulia para atender este drama humano, se ha venido pidiendo la implementación de la llamada "Misión Clavel Azul", proyecto comunitario y autogestionario, única manera de poder darle solución a la sepultura de los seres humanos.

Dicho proyecto fue presentado por la Dra. Brigitte Bernard y el técnico en mercadotecnia Heberto Pacheco al gobernador Arias Cárdenas, pero burócratas de su tren ejecutivo en combinación con "zamuros" funerarios, terminaron "enterrando" la propuesta

Sobre esta materia la Cuba socialista también nos brinda una importante enseñanza con un Sistema Estadal Funerario, eficiente y gratuito para todos los habitantes de La isla.

En Sanidad pública Cuba fue vanguardia universal a comienzo del siglo XX, al ser el primer país en el mundo en crear oficialmente un Ministerio en esta área (MINSAP) el 28 de enero de 1909. 111 años después la isla caribeña es una potencia que se mide tú a tú con las naciones más desarrolladas en este campo. Si realmente queremos que el socialismo se implante como sistema mayoritario, sin vacilación y con mucho orgullo latinoamericano, debemos asumir el modelo de salud cubano en Venezuela y Nicaragua, por ahora.



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Alirio Almao

Abogado Memorialista.

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