Nicolás sí es el líder

“Te pido padre, permitas que nuestro pueblo elija serenamente al sucesor de Hugo Chávez, el líder que ahora está a tu lado, en tu reino. Para que sea su heredero, su hijo más leal, su sucesor: Nicolás Maduro. Él es un hombre sencillo, enamorado de la lucha social, de la música. Al igual que mi padre Luis Nemesio Montiel y como tantos padres en Venezuela; fue autobusero. Mi papá era un cantor popular y a la vez chofer de por puesto, él me decía que los conductores, sus colegas del día a día, eran los auténticos servidores de la ciudad, eran esponjas que recogían el sentir del colectivo”.

Así, tan humilde y pleno de esperanza, se expresa, el Neguito Borjas, en una de sus gaitas. Este párrafo me lo hace llegar un colega, León Magno Montiel, hombre de la radio en Maracaibo. Y me parece tan oportuna la reflexión en esta melodía, que es un llamado en este día especial, a pocas horas de las elecciones presidenciales, los comicios de la patria. Me parece oportuno compartirlo.

Son muchas los acontecimientos en este mes de campaña electoral, la más breve en la historia del país, pero la más comprometedora, porque se trata de seguir con el avance de importantes programas sociales, políticos y económicos y la pronta corrección de las fallas. La otra opción, de la oposición, es un riesgo inmenso hacía un estado de anarquía de pronóstico reservado, dado el carácter radical y confrontación que por siempre nos ha expresado ese sector opositor que ha mantenido una trinchera de combate de venezolanos contra venezolanos. Y peor aun sin un programa de desarrollo de la nación coherente o cónsono con los tiempos que vivimos.

En pocas horas, millones de ciudadanos vamos a cumplir nuestro derecho y deber con el voto. Pero además vamos a cumplir la palabra comprometida a Hugo Chávez Frías quien desde su corazón pidió elegir a Nicolás Maduro como Presidente.

No obstante, estamos concientes que el denominado “legado de Chávez”, no es un cuento ni tiras de papel, tiene un gran soporte, una estructura planificada y en desarrollo, y sobre todo, tiene un gran pueblo organizado, concientizado y alerta, que no dará tregua a engañosos golpes de pecho de última hora, de una oposición demasiado dislocada, que sí, tiene su gente, pero miles y miles bajo los efectos del veneno, del odio, del contraataque. Y eso no es nada alentador para quienes hablan de paz y unión.

Es por demás muy peligroso el argot político utilizado en la campaña, la distracción y sabotajes, afortunadamente desmontados, lo que sin duda lleva implícito preciados anhelos de venganza. Así no hay paz posible.

Aun cuando el candidato opositor…en el último round de esta contienda dice: “No voy a quitar las Misiones…las vamos a mejorar”…”voy aumentar el sueldo en 40%”, “Chávez trajo el tema de atención a la pobreza y eso tenemos que atenderlo”, palabras más o menos y ruega a la virgen del Valle, que le de una ayudadita.

Y es no por casualidad que las elecciones para elegir al próximo presidente de la República Bolivariana de Venezuela son precisamente un 14 de abril. A mi modo de ver es para nunca olvidar aquella fecha memorable, cuando Chávez entró triunfante al Palacio luego de ser liberado por los golpistas del 11 de abril de 2002, una fecha que en especial el candidato opositor quisiera enterrar en el Mar Muerto.

El 14 de abril es para los chapistas el día de la dignidad, cuando un pueblo en la calle hizo valer sus derechos contra el abuso de poder de grupos de la oligarquía venezolana, junto a militares, representantes de la iglesia, espías tarifados, dentro y fuera del país, junto a dueños de medios cuarto republicanos, que osaron adueñarse del poder, atacar la democracia, la misma que por más de cuatro décadas dejó a un pueblo olvidado, a los ahora hijos de Chávez.

Y es que cuando Maduro dice “soy el hijo de Chávez”, es la forma de explicar, expresar, que él es parte de ese hombre nuevo, el mismo que Chávez sacudió en cuerpo, alma y mente, para que entendiéramos la importancia de tener libertad, independencia y soberanía.

El ahora presidente encargado Nicolás Maduro, quien en las próximas horas, asume seguramente como Presidente elegido por la mayoría de los venezolanos, es una esperanza.

Chávez, sabía, sin duda, lo que provocaría su ausencia intempestiva, sin duda pensó en la paz del país, sin duda pensó en los más necesitados, pero sobre todo, pensó en dar continuidad a la revolución bolivariana, inédita en el mundo, hecha, desde el sueño de un cadete hasta llegar a la concreción, de la mano de un gran líder continental. Por todo ello y más cavilaciones Chávez eligió a Nicolás Maduro. Un hombre joven, del pueblo para el pueblo.

No hay discusión que el comandante Hugo Chávez Frías, es el líder supremo y eterno de esta revolución bolivariana, pero en este momento y ahora mismo también Nicolás Maduro es nuestro líder. Es un valioso y valeroso compañero, que ahora se ha comprometido en no dar vuelta atrás, leal con el pueblo, quien asume con humildad la misión de vida encomendada, que no eligió pero le toca.

Es un hombre nacido de la lucha de la izquierda, quien desde joven seguramente se anima por tener el firme deseo de contribuir a tener un mundo más justo e igualitario.

Se ganó la confianza y valoración de Hugo Chávez, para seguir el rumbo de su legado. Y ya se equivocan otra vez rimbombantes opinadores-tal y como hicieron con Chávez- cuando lo subestiman. Y miren las sorpresas que da la vida, Chávez se ganó el respeto por su inteligencia, genialidad y estrategia política, como pocos en el mundo.

Por eso toca decirle a Nicolás Maduro que no está sólo en esta misión tremenda, que será lidiar con tantas dificultades, las cuales seguramente tendrá día a día, pero está acompañado de un pueblo y una FAB renovada y comprometida. Es un aval muy importante. Chávez te dejó pueblo y milicia.

Maduro, quien revela una personalidad no presuntuosa y sí favorable a la cordura, será entonces el hombre de esta transición política, tiempos aun frágiles por los recuerdos de la ausencia de Chávez.

Pero es partir del lunes 15 de abril, que la historia de la Patria abre otra página. El triunfo de Maduro dará descanso al alma de Hugo Chávez y tranquilidad a un inmenso pueblo que reconoce el deber de luchar, preservar, para continuar la revolución bolivariana y consolidar, en medio de las diferencias, nuestra paz.

Y a los que creen que el fallecimiento de Hugo Chávez daba inicio “a la era post Chávez”, tenemos que decir que la era de Chávez apenas continúa y con Nicolás Maduro.

Y reitero esta condición porque es necesario asumir, todos, con toda seriedad y el respeto que merece, que el Presidente de la República es Nicolás Maduro. Vamos hacer pausa a esa camaradería extrema y darle el lugar que él merece, que se ha ganado.

Nicolás es ahora mismo el Presidente del país y en pocas horas será el Presidente ratificado. Así seguramente, lo entendería Hugo Chávez.

Y es que no podemos tener un líder a medias. Vivimos un mundo real, de acción y reacción. La lucha contra la revolución bolivariana no se detendrá, pero tenemos que empezar por respetar inmensamente a nuestro Nicolás Maduro y el gobierno que respalda y resguarda el legado de Chávez.

Necesitamos entrar a la etapa de fortaleza y acompañamiento al nuevo gobierno y ello empieza por aceptar a Maduro como el líder que iremos viendo crecer. Lo contrario sería dar al traste con todo lo logrado.

Es cierto, “Nicolás no es Chávez” ni queremos que lo sea. Necesitamos un Nicolás tal y como siempre ha sido, trabajador, solidario, socialista, humano y valiente.

De manera que sí, Nicolás Maduro fue el elegido por el Comandante Chávez y –como decía mi abuela-“y primeramente por Dios”, para que asuma los destinos de la Patria y si “la patria somos todos”, vamos a acompañarlo y no dejar que la mediática malsana se lo arrope.

“Al cesar lo que es del Cesar y al pueblo lo que es del pueblo”, seguramente diría nuestro comandante supremo Hugo Chávez, desde el Cuartel de la Montaña”, quien estará declamando este lunes 15 de abril de 2013 el poema:

Por aquí pasó

“Por aquí pasó compadre,

Hacia aquellos montes lejos.

Mire el rastro en la paja,

Míreselo compañero,

como las claras garúas

en el terronal reseco,

como en las mesas el pozo,

como en el caño el lucero,

como la garza en el junco,

como en la tarde los vuelos,

como la nieve en el pico,

como en la noche el incendio,

como el cocuyo en el aire,

como la luna en el médano,

como el potro en el Escudo

y el tricolor en el cielo.

Por aquí pasó compadre,

Hacia aquellos montes lejos

Allá va su estampa sola

Grave, pero en fin aguileño

Arzón de cuero tostado

Tordillo de bravo pecho.

De bandera va su capa,

Su caballo de puntero

Artista labrando pueblos,

Hombre retoñando patrias

Picando glorias, ¡tropero!

Por aquí pasó, compadre,

Hacia aquellos montes lejos.

¡Óiganle!

Óiganle la voz tendida,

Sobre el resol de estos médanos

La voz que gritó más hondo,

¡Óigansela compañeros!

Como el son de las guaruras

cuando pasan los arrieros,

como la brisa en la palma,

como el águila en el ceibo,

como el trueno en las lejuras,

como el cuatro en el alero,

como la pena en mi canta,

como el gallo en el silencio,

como el tiro en el asalto,

como el toro en el rodeo,

como el relincho en el aire,

como el casco en el silencio,

como el grito del centauro en las Queseras del Medio,

como la Patria en el himno,

como el clarín en el viento.

¡Por aquí pasó Bolívar compadre,

hacia aquellos montes lejos!

El sol de la tarde estira hoy

su perfil, que vuelve

sobre este inmenso desierto.

(escrito por Alberto Arvelo Torrealba, autor de Florentino y el Diablo)



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Yumar81@hotmail.com



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Judith León

Periodista e internacionalista.

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