Sobre el escondite de la verdad

Sobre el escondite de la verdad.

Sencillamente, estimado Fuenmayor, (Escondieron la gravedad de Chávez www.aporrea.org/actualidad/a160998.html )parafraseo a nuestro Libertador: "quien lo abandona todo por ser útil a la Patria no pierde nada y gana cuanto le consagra". Difícil entender esto, pero no para nuestro Comandante. Para algunos la política es un arte, para otros es un juego, para nuestro Comandante la política fue la opción por los pobres. Difícil entender esto, pero no para nuestro Comandante. Todos nosotros, chavistas hasta la muerte, sabíamos de la gravedad de su enfermedad. Nuestro Comandante también, pero él decidió "consumirse", "consagrarse" en la opción más difícil: la opción por los pobres. Para algunos, la revolución es una opción teórica; para otros es una polémica. Para nuestro Comandante fue una opción de vida. Fue su decisión vivir para nuestro pueblo. Con todas las contradicciones y aciertos y equivocaciones que cualquier acción humana conlleva pero que, al final, es un juicio que sólo nuestro pueblo está autorizado a hacer. 

Nuestro Comandante era eso: nuestro Comandante y lo seguirá siendo. Eso no es fácil entenderlo para quienes todo lo ven desde el prisma intelectual. Nuestro pueblo, poco a poco, pero a paso apresurado lo va comprendiendo todo. Allí está la semilla que hará que todo esto germine. La revolución está sembrada. No ha sido fácil. no es un producto de laboratorio. Su ciencia esta plena de metafísica, de creencias, de los mitos y leyendas e historias que identifican a un pueblo. Esto es difícil entender, pero no para nuestro Comandante. No, porque él sintetiza al pueblo, tiene su testarudez, sus creencias, su sabiduría. su vida. Nuestro pueblo conocía la gravedad del mal que lo aquejaba, lo sufría. Difícil entender esto, Difícil entender a nuestro Comandante pero no para nuestro pueblo. 

Nuestra revolución, difícil también de entender para la complejidad de una intelectualidad despegada de la vida de nuestro pueblo, exige sacrificios. no es una línea recta. No es un juego para nuestro pueblo. No lo fue para nuestro Comandante. No lo es. Fue, y sigue siendo, un combate permanente por la vida de nuestro pueblo. Nuestro Comandante ha sido el estratega que nos ha conducido hasta aquí. Nuestro pueblo lo reconoce y allí está, cada uno en su lugar, en su trinchera. Allí está, en la inmensa cola para hablarle a nuestro Comandante de su compromiso. Eso es difícil de entender. No para nuestro Comandante. Nada estaba escondido ni para él ni para nuestro pueblo. Aquellos que lo duden deben ir a preguntarle allá en el camino hacia la Academia Militar, su Casa de los Sueños Azules, su Alma Mater. Quizás muchos de quienes salieron de otra "Alma Mater", de la "Casa que Vence las Sombras" no vean lo que está claro para la inmensa mayoría de nuestro pueblo, para su Comandante. 

Quizás sería bueno ver también con otros ojos. Con aquellos que ven más allá, más profundo, con los ojos del alma, con los ojos del corazón, con los ojos del amor y la rabia, con los ojos con los que vemos a nuestros seres más queridos y a aquellos que no nos quieren. Quizás así, descubrirán que nada está escondido, que nada estaba escondido y que todo está frente a nosotros, invitándonos a avanzar o a retroceder. Entonces, las razones factuales, estadísticas, científicas podrán servir parta explicarnos todo menos la esencia del ser humano: porqué avanzar hacia la muerte para seguir viviendo. Entonces allí podremos escoger caminos: la verdad para retroceder o la verdad para avanzar.

Esto, estimado Fuenmayor, lo escribo sin ninguna pretensión de disputarte la razón. Creo que hay numerosas personas de buena voluntad que tienen sus razones y sus derechos a tenerlas y exponerlas. También tienen sus derechos a voltear la cara ante otras razones. Pero también están las razones del pueblo, pueblito, con ese diminutivo que engaña. Allí hay inmensas razones que atragantan, que apasionan, que expresan la razón y la voluntad de la sinrazón. Yo trato de ubicarme allí. Allí vivo. Cometiendo el error de no ponerle atención a las razones irrazonables y fundiéndome con la razón de nuestro pueblo. Esto es difícil de entender, pero no para nuestro pueblo ni para su Comandante. Yo trato de seguir e invito a seguir esos ejemplos. ¿Por fé? Quizás. Quienes creemos en la revolución simepre lo hacemos con la fe en el pueblo, creyendo en "los poderes creadores del pueblo", de ese pueblo que, de acuerdoa algunos, es la voz de Dios. Creo que Dios es la voz del pueblo. Esa es mi fe. Esa es mi arma. Allí esta mi alma. Quienes creemos en la revolución, sin ese pueblo, no somos nada.

Con esperanzador afecto. 

Chávez vive. La lucha sigue y sigue. 

eliomha@gmail.com

 



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Elio Hernández


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