Rastros del tiempo (CLI)

El solsticio de invierno, un evento astronómico de profundo significado a lo largo de la historia de la humanidad

El solsticio de invierno, marca el día más corto y la noche más larga del año en un hemisferio determinado; 21 o 22 de diciembre, hemisferio Norte y del 20 o 21 de junio, en el hemisferio Sur. A diferencia de su contraparte de verano, este solsticio no celebra la plenitud de la luz, sino su mínima expresión, anunciando el inicio oficial del invierno astronómico, como se denomina la estación que empieza con este evento, el 21de diciembre. Todas las características del solsticio de invierno, desde su definición celeste, hasta sus repercusiones en la naturaleza y su rica simbología cultural, se entrelazan, para revelar un momento de introspección, esperanza y el lento, pero seguro retorno de la luz.

Desde la perspectiva astronómica, el solsticio de invierno ocurre cuando uno de los polos de la Tierra alcanza su máxima inclinación lejos del Sol. En el hemisferio norte, esto sucede alrededor del 21 o 22 de diciembre, cuando el polo norte se inclina lo más lejos posible del Sol, haciendo que los rayos solares incidan perpendicularmente, sobre el Trópico de Capricornio, línea imaginaria en el hemisferio sur, a una latitud de aproximadamente 23°26′ S, que marca el punto más meridional, donde el Sol puede estar directamente, sobre la cabeza (en el cenit), durante el solsticio de diciembre, delimitando la zona intertropical, junto con el Trópico de Cáncer. (23.5°, latitud norte.

Consecuentemente, el hemisferio norte experimenta el día con la menor cantidad de horas de luz solar, a menudo tan solo 8-9 horas en latitudes medias, y la noche más prolongada. Por el contrario, en el hemisferio sur, el solsticio de invierno ocurre alrededor del 20 o 21 de junio, invirtiendo las condiciones y marcando su propio período de mínima luz. Esta mínima insolación es la característica principal que da forma a la estación invernal, resultando en las temperaturas más frías del año y la formación de nieve y hielo en muchas regiones.

Las implicaciones ecológicas y biológicas, del solsticio de invierno son igualmente profundas. La drástica reducción de la luz solar y las bajas temperaturas, obligan a la naturaleza a una fase de letargo y supervivencia. Las plantas entran en dormancia, que es un estado de reposo temporal en el ciclo vital de plantas, muchos animales hibernan, y las aves migran a climas más cálidos. Los ciclos de vida se ralentizan, y la energía se conserva. Sin embargo, este período de caída aparente, es también un tiempo de renovación profunda. Las semillas esperan el calor de la primavera para germinar, y los animales despiertan con nuevas crías.

Culturalmente, esta dualidad ha sido reconocida y celebrada durante milenios. Civilizaciones antiguas de todo el mundo, desde los celtas con su festival de Yule, hasta los romanos con la Saturnalia, observaban el solsticio de invierno como un punto de interpretación crítica. A pesar de ser la noche más larga, se veía como la promesa del retorno de la luz, el momento en que los días comenzarían a alargarse de nuevo. Estas festividades implicaban el encendido de hogueras para "ayudar" al Sol a regresar, el intercambio de regalos para fortalecer lazos comunitarios y rituales para asegurar la fertilidad de la tierra en el próximo ciclo agrícola.

Ahora nos preguntamos ¿por qué no se manifiestan los mismos fenómenos, propios del solsticio de invierno, en todos los países del Hemisferio Norte?, veamos las explicaciones que conseguimos en las fuentes estudiadas: La razón por la cual no se produce estos fenómenos en algunos países o regiones de este Hemisferio, especialmente en las regiones tropicales, se debe principalmente a la inclinación del eje de la Tierra y, cómo esta inclinación afecta la recepción de la radiación solar en diferentes latitudes.

Durante el solsticio de invierno en el Hemisferio Norte (alrededor del 21 de diciembre), este hemisferio, se inclina en su máxima medida lejos del Sol. Esto provoca que reciba menos luz solar directa, resultando en el día más corto y la noche más larga del año en las regiones más al norte. Como consecuencia, las temperaturas descienden y se experimentan las condiciones climáticas frías asociadas a la estación invernal.

En contraste, los países tropicales que se encuentran cerca del ecuador, reciben luz solar directa durante todo el año, independientemente de la inclinación de la Tierra. La persistencia de altas temperaturas es el rasgo esencial del clima tropical, donde los rayos solares no están nunca lejos de la vertical, por lo que la cantidad de calor recibida es grande, y varía poco, a lo largo del año. Por esta razón, los países tropicales no experimentan un invierno severo, ni las mismas variaciones estacionales, que las regiones ubicadas más al norte. En lugar de las cuatro estaciones (primavera, verano, otoño, invierno) de las zonas templadas, las regiones tropicales suelen tener dos estaciones principales: la estación seca y la estación lluviosa, las cuales están más relacionadas con las precipitaciones que con las variaciones de temperatura.

Los países que no experimentan un invierno severo, definido como temperaturas bajo 0°C o nevadas significativas, son principalmente aquellos ubicados en climas tropicales según la clasificación de Köppen (grupo A), que se caracteriza por temperaturas cálidas todo el año (ningún mes por debajo de 18 °C) y abundantes precipitaciones, no presentando estaciones frías ni heladas, y se subdivide en selva tropical (Af), monzón (Am) y sabana (Aw/As), según el patrón de lluvias estacionales, siendo climas de bosques densos y zonas de transición a secas, donde la temperatura media mensual nunca baja de 18°C. Esta clasificación es un sistema creado por el climatólogo ruso-alemán Wladimir Köppen, a principios del siglo XX para categorizar los climas del mundo

Estos países se ubican cerca del ecuador, entre aproximadamente 10°-15° de latitud norte y sur, con variaciones por altitud, que incluyen, en África: Ecuador Guinea, Gabón, República del Congo, Uganda, Kenia, Somalia; en América: Ecuador, Colombia, Venezuela, parte de Brasil, Perú (Amazonía), Panamá; En Asia y Oceanía: Indonesia, Malasia, Filipinas, Papua Nueva Guinea, Islas Salomón; En el Caribe y el Pacífico: Costa Rica, Aruba, Maldivas, Tailandia (costas). Estos lugares tienen temperaturas constantes de 25-35°C todo el año, con estaciones definidas por lluvias (seca y húmeda) en lugar de frío. La inclinación del eje terrestre (23.5° con respecto al ecuador) es el factor clave que da origen a las estaciones y sus diferencias. Si la Tierra no tuviera esta inclinación, no habría estaciones tal como se conocen.

En síntesis, las características generales del solsticio de invierno —el día más corto, la noche más larga, la inclinación máxima de un hemisferio lejos del Sol, las bajas temperaturas, el letargo de la naturaleza y el rico simbolismo de caída y renacimiento— lo establecen como un pilar fundamental en el ciclo anual de la Tierra. No es solo un evento astronómico, sino un poderoso recordatorio de la resiliencia de la vida y la eterna esperanza en el regreso de la luz.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 137 veces.



Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

Visite el perfil de Reinaldo Chirinos para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas