Mucha cháchara

“El valor de un hombre se mide por sus ideas y por sus acciones. El líder debe ser el más preparado, el más orientador, el más capaz, para asumir las tareas, por más difíciles que estás sean”.

Ernesto “Che” Guevara.

La palabra cháchara usada comúnmente en el léxico popular estaría originada del italiano ciacciare que significa: conversación frívola; abundancia de palabras inútiles. Fin de la cita, diccionario etimológico.

Los grupos opositores venezolanos actuando fuera de contexto, se han propuesto encaratar los problemas del país llevándolo a un terreno resbaladizo puro y simple con este debate insípido y refrito de las inhabilitaciones administrativas para el ejercicio de cargos públicos.

A veces se cuidan de no trascender el libreto preparado para el montaje de una tragicomedia que nos recuerda el “pan y circo” de los antiguos tiempos romanos.

Los cascarones de los partiduchos políticos que le sirvieron de soporte al sistema de ignominias, injusticias y privilegios durante la IV Republica en combinación con los oligopolios económicos. Esta dirigencia político/empresarial apatrida, se empeñan vanamente en calificar de “injusta”, la medida de inhabilitación temporal contra los depredadores del erario publico. Entran al debate de tan trascendente tema, evadiendo de igual manera ir al fondo de la discusión de los problemas nacionales, conscientes de que resultarían en forma automática desestimados sus planteamientos.

En estas escaramuzas sobre las elecciones de alcaldes y gobernadores, los candidatos de la oposición que aspiran a estos cargos de elección popular, han preferido el debatillo de ideas y sus aspiraciones de gobierno en el marco del folklorismo político tradicional, con adjetivaciones que rebasan el ambiente de la vulgaridad política para la diversión de sus “seguidores” y de los que aún se dejan engatusar por el uso de cháchara politiquera y rastrera.

Los candidatillos opositores pupilos del filósofo del Zulia, Antoninos Ledezmas, Henris Ramos, han decidido ir al combate político para “vencer o morir” (Cual Jose Félix Rivas en la Victoria), en su lucha para recuperar algunas alcaldías y gobernaciones. Aquí en el Estado Anzoátegui, van vestidos con sofisticadas armaduras de acero inoxidable; con pesados escudos de bronce en su mano izquierda y en su mano derecha blandiendo amenazantes y filosas espadas de goma, desprovistos de la pieza de armadura que debería protegerles la parte de la anatomía donde la espalda pierde su nombre.

Hemos observado como el arranque de la PRE-campaña de estos candidatos oposicionistas, entre corruptelas, compras de tarjetas partidistas, conciencias, bufones candidatos y demás accesorios etc. Se ha ido desarrollando la trama de una tragicomedia, ante la mirada de un pueblo cansado de tanta demagogia y sinvergüenzuras, aburrido hasta el hastío no sólo de la actuación mediocre y vulgar de los candidatos del reparto, sino del argumento intrascendente y estereotipado de su obra electorera, basada en el degradante folklorismo politiquero. Mientras insisten en mantener en la cartelera electorera a delincuentes políticos de tan mediocre mamotreto.

En este próximo periodo de las regionales, y para consolidar el proceso bolivariano hay que profundizar más a fondo para erradicar el problema del desempleo, seguir con la recuperación y fortalecimiento de los sistemas de salud y seguridad social, educación, agua, electrificación, disminuyendo en forma radical el crecimiento de la delincuencia y la inseguridad publica.

La cháchara es lo más corriente, en el folklore político, lo más común. No precisa de orden ni de concierto manos de ideología, ni de predicciones, solo precisa de lengua, “muela” o teclado, de deseos de espetar algo estupido cuando están con un micrófono frente a las cámaras de TV, y de la ausencia de todo espíritu critico como uno mismo (por eso vemos a un cómico/payaso como aspirante a la gobernación en esta entidad federal) careciendo de razonamientos.

La cháchara politiquera intenta despistar bien en los medios de comunicación y en la publicidad de los periódicos, Pero sin contar con partidos políticos fuertes, y mucho menos con una opinión publica, lo que tienen es una banda de truhanes que ejerce la demagogia cantinflerica como una forma de abonar el terreno para su regreso al poder, para seguir llevando a cabo sus proyectos felones de saqueo de las arcas publicas, y así matar nuevamente las esperanzas de un pueblo. Y es que ante la cháchara lisonjera, la Revolución Bolivariana pone sobre la mesa una propuesta clara y contundente: El desarrollo integral y diversificado de la nación.

Percasita11@yahoo.es El Tigre, agosto del 2008.


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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