Detendrán a los muchachos ¿Pero a la Reforma quién?

A poco menos de un mes para la celebración del referéndum sobre la reforma constitucional, nuestro pueblo venezolano marcha decididamente hacia una etapa superior de la construcción del Estado Socialista, fundamentado en transformaciones realmente revolucionarias que promueven mayor participación política, social y económica de las mayorías. En efecto, la reducción de jornada laboral a seis horas, los beneficios para trabajadores independientes, la inembargabilidad de la vivienda principal, los consejos comunales, la prohibición del latifundio, entre otras modificaciones, constituyen, en conjunto, un sistema constitucional de protección para los obreros, campesinos, amas de casa, desempleados, estudiantes, profesionales y demás asalariados, frente a la organización explotadora de la industria privada, la banca y el libre mercado.

¿Entonces, ante este claro avance hacia la justicia social contenido en la reforma, del cual somos beneficiarios la inmensa mayoría de los venezolanos, quiénes son los que se oponen y por qué? El escenario actual es claro. Se opone justificadamente al cambio, la alta sociedad privilegiada cuya riqueza proviene precisamente de esa supremacía social que ejerce sobre los medios de producción para vivir de la explotación de la fuerza de trabajo de esos mismos ciudadanos que serán protegidos y restituidos en sus derechos por la reforma constitucional. Entre muchos ejemplos, podemos señalar que ahora los obreros tendrán menos horas para generar plusvalía y no se les podrá rebajar su salario. Los desempleados, tendrán posibilidad de trabajar a cuenta propia y de asociarse, gozando de seguridad social y mejores condiciones hacia la economía formal. Los créditos hipotecarios de la banca salvaje no podrán usarse para embargar la vivienda principal de una familia para cobrar una deuda. Y ahora, además de la instauración de sus respectivos consejos, se amplían los derechos de diversos sujetos sociales, como acontece con las comunidades, en la gestión de sus gobiernos locales. Los estudiantes, que elegirán su administración con igual derecho que sus profesores. Al igual que obreros y campesinos, que participarán en el control de su actividad económica.

Para el triunfo rotundo de la propuesta de reforma, debemos difundir a todos los venezolanos los avances que ella contiene, y ello implica necesariamente hacer saber a las masas el fondo de la confrontación actual, entre partidarios y opositores de la reforma. Urge evidenciar que se están afectando los intereses de la oligarquía a la vez que se está reivindicando al colectivo popular. Frente al discurso falaz de los medios de comunicación privados y demás grupos oposicionistas que pretenden falsificar el contenido de la reforma, la obligación principal de los revolucionarios es contribuir a clarificar cada vez más de la conciencia colectiva, no solo ante esta coyuntura política que nos conduce a una agudización inevitable de la lucha de clases, sino al razonamiento profundo respecto al papel histórico del pueblo ante esta sociedad dividida en clases que se distinguen y se enfrentan entre sí. Que levantan su propia identidad social, intereses, cultura, política, experiencia de lucha, tradiciones y conciencia de clase de sí mismos y de sus enemigos; toda una identidad que se origina esencialmente de su posesión o no posesión de los medios de producción. De allí que en la historia de la humanidad, las clases explotadoras vivan a costillas de las explotadas, las dominen y por esto se encuentran en conflicto y lucha incesante.

Por otra parte, reflexionando sobre la situación del decaído movimiento oposicionista y el drama que sufren por su escasez de votos. Vemos su aparato mediático cada vez más carente de credibilidad y enrumbado hacia una nueva derrota política. Ante los ojos del país, ha quedado su historial de contradicciones en este 2007. Comenzaron defendiendo la Constitución de 1999, la misma que antiguamente adversaron; posteriormente reclamaron una nueva Asamblea Constituyente, figura a la que también condenaron. Más recientemente llegaron al pedimento de una votación de la reforma en bloques y justamente ahora cuando la Asamblea Nacional ha resuelto votar la reforma de ese modo, los oposicionistas procuran enredar el escenario con nuevos escándalos y exigen prórroga para el referéndum, como si bastase el capricho de un grupúsculo de guarimberos para violar los lapsos previstos en nuestra Constitución vigente. Les escuchamos subestimar la inteligencia de nuestro pueblo al hablar de una fulana Presidencia vitalicia, queriendo desconocer la historia de Venezuela, en la cual que nuestra carta magna fue la primera en propiciar un referéndum revocatorio presidencial del mundo, y que esta reforma no hace más que seguir garantizando la libre participación en las elecciones presidenciales de cuantos candidatos quieran inscribirse (que tengan votos para ganar es otra cosa) sin exclusión del presidente en funciones. Que el pueblo decida ¿Por qué quieren restringirle al pueblo su libertad de elección? La explicación es tarea de ellos.

Ahora bien, después de unas semanas de espectáculo televisivo nacional, es oportuno preguntarnos ¿Son estos jóvenes estudiantes mayoritariamente de la educación privada, una generación de verdaderos nuevos líderes opuestos a la reforma? No lo creemos, por la concreta razón de que no presentan un mensaje nuevo y propio, sino que por el contrario, su discurso es una evidente réplica de la retórica del miedo, esa misma que “la oposición adulta” ha sostenido por casi diez años, desde que nuestro Presidente Hugo Chávez era tan solo candidato. Sin ingenio propio, ni capacidad para debatir, estos muchachos pequeñobuegueses repiten cual pájaros parlantes las viejas consignas indicadas por sus tutores: “que el gobierno tiene como plan una dictadura, eliminación de la propiedad privada, cubanización, castrocomunismo, el odio entre venezolanos, una división de clases sociales nunca antes vivida en el país. Si tienes dos casas, Chávez te quita una”,etc.

A los jóvenes venezolanos, y especialmente los de la educación privada, entre ellos quien escribe este artículo, los compañeros reaccionarios, nos dejan un legado histórico que no nos entusiasma: pataletas en la Asamblea Nacional, mensajes de odio, intentos de encadenamiento en oficinas públicas, excesiva exposición en los espacios mediáticos, manos pintadas, marchas, narices autolesionadas, acompañamiento de actrices, quemadura de Chaguaramos, guarimba y agresión a funcionarios públicos. Con semejante prontuario, estos camaradas, muy lejos están de constituirse en un movimiento social organizado o una alternativa electoral de poder, es que incluso sus palabras tienen menos vigorosidad que los discursos de aquellos viejos dirigentes latinoamericanos tan dicharacheros (carismáticos). Sencillamente estos estudiantes lucen demasiado antipopulares y desconectados de la macrorealidad política y social. Y hasta el momento no aparecen signos que indiquen lo contrario. Es verdad, son caras nuevas, pero notoriamente portadoras de mensajes viejos, provenientes de espacios sociales donde la historia es la antihistoria, porque no se ajusta a los cambios sociales; son pues, instrumentos juveniles de una clase política trasnochada. Buena parte de ellos, venidos de esa vieja derecha ultraconservadora que todavía late vigorosamente en algunas universidades.

En fin, trátase de los últimos bastiones donde el pensamiento y los valores sociales no han progresado mucho en los últimos veinte o treinta años. Son la nueva galleta de una vieja fábrica. Reproductores de un pensamiento estático y colonialista idéntico al de sus propios ancestros, dentro del rígido anillo de la burguesía. De esos quienes creen que el pueblo aceptaría que las élites retomasen las riendas del destino nacional. Pero algo debe quedar muy claro, estos chicos aun no son herederos políticos de sus padres y no se sabe si algún día lo serán. Porque si bien es cierto que los han puesto a patear la calle, en el año electoral que viene difícilmente “la oposición adulta” los dejará ser candidatos. Tomen nota: Detendrán a los muchachos ¿Pero a la Reforma quién? Digo que nadie.

jesussilva2001@cantv.net


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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

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