Conversa con factor limitante entre un presidente y un prófugo en España

¡Diga presidente! Dijo, la secretaria al presidente Pedro Sánchez, y este respondió con una sonrisa caprichosa e inmediatamente soltó algo distraído: quiero decirle que, en cuanto se presente, don Leopoldo López, no lo haga esperar y con toda la abundancia de su sinceridad, ofrézcale una hirviente taza de café que, no sea ni brasileño ni colombiano, sino del estado Trujillo que tenemos reservado para las personalidades venezolanas que nos honran con su visita. Como usted disponga presidente, respondió, la secretaria y pudo oír después lo que vino como un lamento tertuliano de esa mañana fresca sin resoplo de angustia: al caer la llamada del rey me la pasa inmediatamente que, hoy es un día de gloria con frenesí para mi gobierno que, pudiéramos decir que el octubre de este año par, nos ha cubierto de valor como la capital mundial de los esfuerzos mancomunados, ¡O Sole Mio!, y otra variante para su favor, suéltele a su llegada, el caballo viejo de Simón Díaz con Bamboleo de Julio Iglesias, para que se distraiga él cubierto de silencio en este su palacio y, salga luego reconfortado de logros mañaneros.

Mientras, afuera en los alrededores del Palacio de la Moncloa el tiempo se encogía como engavetado de un pasado que pasaba tranquilo como vigilante de un porvenir incierto, sin desatar terquedades de rumores impropios que no acariciaran un mal momento que, los madrileños oportunos llaman desagüe de circunstancias oportunas que pasan.

Y fue así que como un temblor leve regodeado de esperanza, la figura de don Leopoldo López, se inclina a la presencia de Pedro Sánchez, un socialista que ronca dormido con la boca abierta que, con pronta amabilidad le abrió los brazos desde lejos al que creyó ver como un Cid Campeador de la figura del momento y como en un dramático soliloquio de líderes con caballo viejo corriendo en modo silencioso, don Leopoldo López como fugado, pensó inmediatamente cuando en los parques de Disney trepó por primera a un caballo blanco veloz en que se durmió sobre él como un carrusel de lo que sería su actuación a futuro de político recriminatorio en militancia sin llegar al poder, del que no escapa a la vanagloria de su lucha sin cuartel a brazos partidos y pensó en fragancia, hay más Leopoldo López para rato.

No así el presidente Pedro Sánchez que para sí, muy para sí, no dejaba de pensar y pensaba su pase a la Historia al lado de un gran líder que había revolcado a la "dictadura" de Maduro en una fase que tiene mucho de encubierto a 180° o más por demás, todavía en sumario con penurias y dislates que ruedan por el mundo como si fuera una película de misterio, cuyo actor estelar estaba ahora plantado como un árbol de resistente raíces y envidiable madera en el Moncloa con tapabocas ambos, para no soltar ninguna frase que hiera pareceres de los que juzgarán ese rato de hombres de mundo como personalidades escasas.

¡Hombre, te llevaste a Maduro por los cachos! Como dicen en tu país la bateaste de jonrón con las bases vacías y dejaste a Maduro hablando solo y batiendo puertas. Así parece presidente. Y aquí no estarás pasmado -eso nunca- ni en libertad vigilada, sino a tus anchas como perro callejero. Y habla bastante que el que más habla, dios lo ayuda y pronto. Así será, así será, bailaba con sus palabras que salían de su boca, don Leopoldo López, que en larga cita, ambos deshuesaron el presente y se comieron en el acto sueños pasados y sueños por venir. Sé que andas con tus cosas en la cabeza y aquí eres libre, tan libre que te envidio, pudo haberle dicho, Pedro Sánchez a don Leopoldo López, quien salió de la entrevista más rozagante y confiado que después cuando quiera nos contará.

Caray cómo pasan las horas ¿si? Y ambos tenemos tanto por hacer, dijo uno al otro y el otro, hasta pronto presidente que muy pronto Venezuela será libre como lo es España contigo. ¡Vaya que sonó sabroso! Y Pedro Sánchez se pudo quitar el tapabocas para bostezar y reír y decir, nuestras experiencias valen mucho, vendepatria. ¿Lo pensaría? No, no lo pensó.

¡Ah y recuerde, don Leopoldo López, que España está con usted! Puede hacer todos lo negocios que quiera, invierta que el futuro le pertenece como un gran hombre.

¡Y como pasa el tiempo!, ¡Oh tiempo!

 

 



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Esteban Rojas


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