El efecto Don Corleone

El clima electoral se calienta en la recta final con acusaciones, rumores y chismes de pasillo, revelaciones y escándalos mediáticos de corrupción electoral. La corrupción política alude al mal uso o abuso del poder público, utilizando los privilegios otorgados, para conseguir una ventaja ilegítima generalmente secreta, con miras al beneficio personal y privado. El país asiste a todo tipo de denuncias que abarcan variadas formas de corrupción: acusaciones de fraude electoral, sobornos, extorsiones, malversación, tráfico de influencias, nepotismo, prevaricación, etc.

La oposición, supuestamente exenta de tales transgresiones, ha blandido durante la campaña, en tanto arma electoral, la bandera de la ética y la transparencia, frente a un gobierno acusado de haber generado un clima de impunidad social, perfecto caldo de cultivo de prácticas delictivas. En tal sentido, se presenta ante sus electores como una suerte de tribunal moral, dotado del poder de sancionar socialmente a los corruptos. Es por ello que les ha tomado por sorpresa un supuesto acto de corrupción financiera electoral de una de sus más connotadas figuras políticas y de gran cercanía al candidato presidencial.

Inmediatamente el comando de campaña del candidato opositor evalúa la situación ¿Cómo morigerar ese duro golpe a tres semanas de las elecciones presidenciales? y lo más importante, ¿cómo deslindarse del acto corrupto para que no salpique al candidato presidencial? El principal desafío es entonces demostrar que se trata de un problema de conducta inmoral personal. Y de allí que la estrategia será circunscribir tal acto al ámbito de la moral individual y enfatizar en el carácter aislado de la corrupción.

La decisión está tomada y minutos después de difundirse el video, el candidato de oposición se apresura a deslindarse y margina a uno de sus colaboradores más cercanos por haber utilizado su nombre “para beneficios personales.” Sentencia que niega o pospone el derecho a la defensa y que el candidato Chávez interpreta como “lavarse las manos” y “hacer leña” del diputado.

En nuestra opinión, se trata nuevamente de un cálculo “racional” electoral, que se circunscribe a los posibles efectos electorales y desconoce la lógica del corazón, de los afectos y de la amistad que la cultura venezolana coloca por encima de cualquier código social abstracto.

maryclens@yahoo.com


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Maryclen Stelling


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