Bután y Occidente: dos modelos irreconciliables

En Bután se mantiene viva la convicción que el capitalismo ha sepultado bajo toneladas de ruido y mercadotecnia: que el verdadero progreso no se mide en cifras, ni por el consumo per capita. Consumo que, por unos motivos o por otros: por agotamiento de las materias primas, o sencillamente por hastío, dejará algún día de ser el motor de la economía occidental. En Bután se sigue midiendo el progreso por el conseguir vidas serenas. Allí se gobierna bajo el principio de la Felicidad Nacional Bruta, y la gente sigue aferrada al ideal de un pensamiento elevado y una vida sencilla.

Mientras tanto, Occidente se ahoga en su propia codicia. Eleva el PIB a la categoría de dios y rinde culto al crecimiento perpetuo, aunque esto degrade la naturaleza, devore culturas, y convierta a las personas en esclavos del consumo ajenos a las delicias del espíritu. Occidente habla de libertad, pero fabrica constantes adicciones; promete bienestar, pero produce neurosis individuales y colectivas. En esa carrera por por poseer, Occidente confunde el tener con el ser, y disfraza de éxito lo que son derrota tras derrota espiritual.

Bután depende de la India, sufre limitaciones materiales y mantiene un pie en la tradición y otro en la modernización. Pero incluso con tensiones, conserva algo que en el resto del mundo es un lujo al que es preciso renunciar: la convicción de que se puede vivir mejor con menos, y de que un pueblo sobrio, consciente y arraigado tiene más futuro que cualquier sociedad deslumbrada por la abundancia que, si bien se mira, está vacía.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 857 veces.



Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

Visite el perfil de Jaime Richart para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Jaime Richart

Jaime Richart

Más artículos de este autor