Alguien, en verdad no recuerdo quién originalmente, dijo que la política era un arte. Quien aquello dijo, la asoció a la diplomacia, definida estereotipadamente, como "el arte y la ciencia de las relaciones internacionales, que implica el diálogo y la negociación entre estados para resolver conflictos, promover la cooperación y proteger los intereses nacionales".
Según eso, la política es hacer lo inherente a la diplomacia para ganarse a la gente, en medio aún de las diferencias habidas en ella, para luchar por algo en común. Pero, además, la política, suele ser una práctica deshonrosa, el antro, donde el político intenta "bajear" a los incautos y a quienes no lo son también para su beneficio. Por supuesto, en este último menester, el político despliega su "diplomacia", su arte. Como que habido algunos que sólo han podido ofrecer mortadela.
Es raro hallar una persona de sólo "cuatro dedos en la frente", como solíamos decir en los viejos tiempos, bellos aquellos porque estos de mi vejez me están resultando un tanto feos, más por el fondo que la forma, dado que, como dijo Bretch, "lo primero es el comer", lo que quiere decir mucho más que ingerir alimentos, que no sepa que la vida, el todo, se mueve constantemente. Que el ayer se fue y la realidad de ahora es otra. Como que una cosa es el ahora y otra la que hace segundos el fotógrafo captó con su cámara.
El cuadro político venezolano que muchos parecieran mirar congelado, encerrado en un marco, captado en una foto o en exhibiciones arquitectónicas y esculturales, se mueve agitadamente. Para partir de un ejemplo más tardío, hagámoslo con uno del año 2000. En aquel momento, el conflicto clasista y político tuvo unos rasgos casi radicalmente distintos al de ahora. No es nada difícil percibir esos cambios, pese haya los pesimistas, fatalistas, estereotipados y ortodoxos, para quienes todo sigue igual, porque sueñan con cambios radicales que, sólo entran, germinan, cultivan, desarrollan y fertilizan en sus cabezas. Pudiera haber cambios, para bien o para mal, cada quien valora como le corresponde, pero son cambios.
Para los ortodoxos, que los hay en todas partes, los contrarios sustantivos de ayer siguen siendo los mismos de hoy, pese haya muestras contundentes de lo contrario. En el largo camino, según creen, todos deben ir al mismo sitio y ritmo, si no es así, entonces se les trata como enemigos. Pero la vida es tan sabia, por lo real, que de repente, de entre ellos, los ortodoxos, muchos se cansan y cambian de rumbo y ritmo. Por eso se solía decir aquello de "Yo he visto mucho muerto recogiendo basura".
Las opciones como, "La salida" y, esta de ahora, "hasta el final", digo ahora porque sigue siendo pensada como valedera por un sector nada insignificante, más cuando Trump pareciera haberla retomado -conste dije "pareciera"-, dejaron de ser acompañadas o asumidas por mucha gente significativa, bien cuantitativa o cualitativamente hablando.
Para no hablar de los tantos cambios del pasado porque sería mucho e innecesario hablar, basta observar y tomar en cuenta que, el llamado a elecciones para mayo, tanto de gobernadores como diputados, produjo una nueva ruptura en la oposición. No importa lo que cada quien diga de los personajes que lideran esas separaciones en favor de lo electoral y en contra del abstencionismo, basta con percibir, con todos los sentidos, lo acontecido. Hubo un cambio, hasta sustantivo. Porque lo cuantitativo, por su peso solamente, genera cambios, pese haya quienes se empeñan en no percibirlos.
Si de personas se trata, si sus nombres hacen falta, basta mencionar a Manuel Rosales, quien aspira seguir de gobernador en el Zulia, más cuando, con fundamento, se cree ganador y Henrique Capriles, fundador de Primero Justicia y como el antes nombrado, partidario, en el pasado reciente, del abstencionismo como forma de lucha.
Capriles, quien siempre, en mi parecer, solía ser desacertado, acaba de decir algo sustantivo y de gran valor, como que "abstenerse no es una opción para quienes defendemos lo logrado y nos negamos a regalar nuestro futuro". Es una reflexión sustancial y pertinente, al margen del nombre a quien aparezca asociada, si hacemos una lectura pertinente de la realidad venezolana.
En las elecciones legislativas del año 2014, la oposición obtuvo mayoría de representantes y, en las elecciones del 28J pasado, aunque no haya ganado, como en efecto parece haber sucedido, sacó una alta votación. Lo que da fundamento para creer que, en las elecciones convocadas para mayo, si participaran como lo hicieron en julio pasado, tendrían asegurada una significativa representación en la AN, sin contar esa oposición que llaman, simplista e impropiamente, alacranes. Por cierto, los abstencionistas, ya han optado por endilgarle ese mismo calificativo a los nuevos grupos y personas que se separan del abstencionismo y la violencia.
Con esos resultados o respaldo sustantivo, podrían producir un cambio de enorme intensidad en el cuadro político venezolano, tanto que las fuerzas gubernamentales, sin duda, perderían el control casi absoluto que han tenido hasta hoy en la AN. Es decir, el cambio que pudiera darse en mayo, si la oposición fuese sensata, llevaría a otro de más alta y amplia escala; como que desbarataría el cuadro que ellos llaman por interés y convencionalismo, "dictadura".
Pero una cosa es lo que uno cree pudiera suceder, eso que solemos llamar expectativas y otra la realidad. Hay una oposición empecinada, obcecada, en la idea de asumir el poder a como dé lugar, dentro de un plan donde los intereses personales y lo convenido con factores del capital y la política ajenos a lo venezolano prevalecen, pese haya, como en efecto hay, mucha gente de buena fe que, eso espera embelesado, pero en realidad, "nada mira". Y otra que, con buena o mala disposición, se deja arrastrar por sus emociones.
Pero lo sustantivo de la realidad, es que, el nuevo cuadro, genera expectativas diferentes, tanto que, esas fuerzas que se separan del abstencionismo militante, han asumido la condena a las sanciones y reconocido el daño que ellas han causado a la economía nacional y particularmente a los trabajadores y los más humildes. Es decir, la lucha contra las sanciones aplicadas por los gobiernos de Estados Unidos, su Estado y profundizadas ahora por Trump, pedidas y aplaudidas por la cúpula de la oposición abstencionista, ha ganado nuevos adeptos; lo que, en cierto modo, es valedero decir que, los venezolanos, hemos ganado más apoyo para la lucha anti sanciones; porque esta, es una, inherente al interés nacional, incluyendo a aquellos que se vieron obligados a hacer filas en la diáspora, en busca de mejores condiciones de vida y oportunidades, aquí cerradas o disminuidas.
Entonces, resumiendo, el cuadro político venezolano de ahora ha cambiado de nuevo y es sustantivamente diferente al anterior al 28J. Pero esos cambios, demandan otros en la diplomacia, forma de hacer política y discurso. No se puede ni debe seguir tratando al adversario de ayer que, en nada, absolutamente nada, coincidía con uno, ni siquiera en lo de participar en las elecciones y menos ante el asunto de las sanciones, como si la vida, su conducta, no hubiese cambiado.
Es por demás pertinente, moralmente válido, haber habilitado a Capriles, como años antes se hizo con Manuel Rosales, pese este se mantuvo en el mismo universo, porque si algo es digno de hacer y respetar, es asumir los errores y corregirlos. La abstención opositora fue antes y es ahora un garrafal error; pues la única opción que asume en correspondencia con ella, es la violencia. Juega a una invasión y hasta a un golpe de Estado; y esta "Salida", es lo menos beneficiosa, más estando Estados Unidos detrás de ella, como lo ha demostrado la historia, a los trabajadores y el movimiento popular en general. Los ejemplos abundan, basta sólo recordar el caso de Libia. Venezuela es una pieza codiciada por sus recursos, pese los discursos de muchos, personalmente interesados, que intentan vender una opinión o versión diferente.
Desde la perspectiva o supuestos intereses gubernamentales, los últimos cambios de los cuales hemos hablado que, envuelven a personajes como Rosales y Capriles, les son favorables, no electoralmente, como insensatamente pudieran creer ciertos rígidos pensares, sino desde el punto de vista de fortalecer la lucha por la soberanía, la no injerencia y contra las sanciones. Entonces, en el gobierno, deberían estar interesados, ante tal realidad, en asumir un discurso diferente, si no amigable, de pana, dado que entre políticos pareciera que prevalecer la idea que el mal gusto, la rudeza es electoralmente más rentable, si respetuoso como para darle mayor sustento y fundamento a su discurso por el cambio.
Los políticos, entonces, deben revisar su lenguaje, estilo, que pudiera no corresponderse con los cambios habidos o, mejor, la realidad de ahora. Claudio Fermín, desde mi apreciación lejana, fundamentado en lo poco que conozco, pero algo de experiencia, solo por los años -87- por hacer oposición a su manera, no ha sido tratado, por lo menos, con la cordialidad que se merece. Henrique Capriles y Manuel Rosales, por encima de cualquier valoración, cálculo o predisposición, han dado un cambio, lo que no es conveniente ni nada inteligente ignorar. Y no es que se les entregue el poder y menos se arrodillen ante ellos o se les sobrevalore, pero si darles el tratamiento en correspondencia con su actuales procederes. Cada cosa y persona en su sitio.