Crónica Banana City

No son cambios, son indicadores

Esa imagen cotidiana de amanecer de pueblo, a la que nos fuimos acostumbrando, a la que en cierta medida extrañamos, desapareció totalmente.

Las mañanas se poblaban con imágenes de "andares ligeros" de gente que a buen ritmo caminaban a la plaza o a la autopista buscando transporte. Era el movimiento del proletariado de pueblo queriendo llegar a tiempo a sus puestos de producción en la ciudad vecina.

Como ha quedado registrado en otras crónicas, de ese despertar de pueblo, actualmente no queda nada. Ya no tenemos ese despertar "interruptus". Ya no tenemos que madrugar para hacer cola y recibir un tiket a las 5am que nos permitía comprar el pasaje para viajar en el único auto-bus del pueblo. Ya no tenemos la plaza poblada de pasajeros en espera desde esa hora hasta la llegada del autobús a las 6am, cuando el chofer cumplía el horario. Ya no tenemos que ser embarcados en la "unidad" con la clásica fórmula de "sardinas en lata". No oír al chofer y a los funcionarios chavistas de la alcaldía y el psuv, con su tradicional vocerío: " – Párense entre los asientos. –Pa´tras, Pa´tras, colaboren… -Péguense espalda con espalda.

Esa cotidianidad del despertar del pueblo quedó atrás. Ya no hay Youtong, ni tampoco trabajo en la ciudad-vecina. El movimiento de ese proletariado que lo protagonizaba no son los mismos. Sólo algunos quedaron que hicieron su propia rutina desde orillas a la autopista. De los otros, muchos deambulan por el pueblo buscando "como resolver" el día. Otros, muy pocos, retornaron a los oficios del campo.

Muchos de los vecinos dependen de la triple circunstancia-posibilidad para llevar algo a la mesa de: uno, que llegue la remesa del familiar emigrante; dos, que llegue la bolsa del clap; tres, conseguir un rebusque en las escasas oportunidades que brinda el pueblo.

Desde una mirada "sociológica" al pueblo, percibimos que hay una especie de movimiento social-invertido; es decir, un movimiento obligado que hace retomar la dinámica social primigenia: volver al campo. Como diría Sarmiento, una vuelta de lo urbano al campo, de la civilización a la barbarie. Como podemos ver es un fenómeno digno de estudio; cuyas instituciones científico-sociales debieran enviar sus investigadores a tan "fecundo campo (realidad social) para la ciencia" y su avance.

Esta "vuelta al conuco", como suele llamar la campaña gubernamental se ha llevado a cabo sin necesidad de márquetin ni estudios de propaganda. No ha sido impulsada por esa impresionante maquinaria del Estado-Empresariado, de control ideológico y producción de jugosos dividendos a los mercaderes del voto.

Tenemos pues, un nuevo rostro que le ha surgido al pueblo. Una nueva cotidianidad se expresa en sus amaneceres. Circulando por una calle cualquiera, la nueva imagen se nos viene encima. No es cuando circulamos por una de las orillas o rincones del pueblo; es hasta en los alrededores de la Plaza Bolívar. El olor a vegetal húmedo, podrido, mesclado con orine animal, salta del patio o el costado de la casa y nos envuelve. El característico olor a chivo u ovejo que nos impregna frente a la casa.

Otra estampa que está emergiendo, gracias a las lluvias que nos llegaron, y que encontramos en las diversas espacios y calles del pueblo. Nos referimos a la recogida en el conuco de la cosecha de frijol y que se depositada al frente de la casa. Se extiende el producto en la calle para su secado al sol. Armados de ramas y palos; niños, mujeres y hombres golpean las ramas de frijol como parte de la ceremonia del proceso de recolección. (tecnología tradicional)

Hay cambios que no son cambios. Que no son trasformaciones reales de una situación social dada. No podemos negar que es un fenómeno producido, como salida a la situación, por la propia gente en ausencia total del Estado y su partido. Más que cambios son indicadores de un proceso que agobia Y estrangula a los habitantes del pueblo.

No faltará algún gobiernero entusiasta que especule sobre las bondades de la "vuelta al conuco", porque el fenómeno no es más que una medida obligada a tomar por la gente para la supervivencia de la familia.

Hay que retomar el campo, eso es una gran verdad; pero ello implica un proceso planificado, organizado y de gran voluntad política; con inversión, tecnología, recursos, educación; que vaya más allá de la propaganda de los "miércoles productivos". Es decir, es necesario convertir el campo en un factor de desarrollo y producción industrial y no caricatura folclórica de un campo tradicional que lo que produce y ha producido para el pueblo es hambre y barbarie.



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Luis E. Villegas N.


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