“Anote allí señora vicepresidenta lo que ordeno”. El concepto del liderazgo en Maduro o Jefe es jefe

Hay un libro, no recuerdo a ciencia cierta si es de Ignacio Ramonet o del embajador de Cuba en Venezuela en los tiempos de Chávez, el mismo de cuando Capriles quiso invadir la embajada de ese país, ignorando los convenios internacionales, que contiene un extraño juicio de Maduro, según el cual lo que más le sorprendió y gustó cuando tuvo relaciones cercanas con el comandante, palabras más o menos, fue el don de mando que observó en él. Admiró ver en aquel hombre la imagen de líder fuerte, recia personalidad, con fuerza para ordenar y capacidad para dirigir a sus seguidores. Observó cómo estos y hasta él mismo, al lado del líder sentían protección y seguridad. Pasó por alto una cosa simple, que Chávez era militar, comandante y, quienes le rodeaban, sus subalternos, lo que de hecho creaba como un cuadro o condición necesaria para quienes llegaran de fuera. Le impactó como el comandante mandaba y dijo más o menos, "nos hacía falta alguien así". De donde pensé, al leer aquello, que Maduro peló, en lugar de ponerse a militar en el partido donde lo hizo, debió más bien irse para la Escuela Militar.

Es decir, aquel aspecto formal del comandante le llamó la atención y le atrajo, estaba necesitado de algo así y creyó que por carecer de esa dirigencia personal se le había negado el éxito a ese universo de donde provenía. No se le ocurrió pensar que ante aquello, que era inevitable, dado el origen del nuevo líder, había que contribuir para ayudar a un cambio necesario que evitase cosas innecesarios posteriores.

Llegó a decir que donde el militó, era eso lo único que hacía falta, pues lo demás estaba hecho. Es decir, su experiencia de militante de partido, donde estuvo sujeto a unas relaciones determinadas no fueron las adecuadas, pues en ellas sólo hacía falta mando. Quizás no le gustaba se discrepase del poco mando y la discutidera. Pareció lamentar que entre ellos, entre sus viejos compañeros de militancia, la relación fuese de otro carácter; como que faltaba alguien que pusiese a cada quien en su carril. Es decir, pareció encontrar en Chávez lo que Laureano Vallenilla llamó el "gendarme necesario" o el hombre providencial. Lo que no es más que una vieja aspiración de mucha gente en Venezuela que se expresa en la frase, "aquí lo que hace falta es un hombre con guáramo" o "testículos".

Antes, en otros trabajos que están en el archivo, he llamado la atención cómo en esas transmisiones por VTV, que solían llamar reuniones de gabinete, las mismas que ahora escenifica Maduro, aparecía Chávez haciendo mención a lo por hacer. Como en actitud de estar asignando a cada ministro una tarea y para completar el cuadro, que era una escenificada concepción del liderazgo y la forma de conducir el gobierno, los ministros asumían el rol de alumnos que toman el dictado. Ante cada cosa que Chávez mencionaba, todos los ministros pelaban por sus libretas y bolígrafos y anotaban o fingían hacerlo, lo que aquél les iba dictando. Eso le dejaba a quien aquello viese, que el jefe estaba diciéndole, por ejemplo, al ministro de educación, "tú tienes que hacer de aquí, hasta la próxima reunión de gabinete, tal cosa".

El comandante pasó por la desgracia de no hallar entre los nuevos hombres que le rodearon, después de la rebelión de1992, cisma del 2002, como resultado del golpe contra él, nadie que le confrontase de igual a igual, hombres que se asumiesen como dirigentes, dado que él venía de un mundo donde el mando es vertical y la jefatura no se discute, salvo el general Müller Rojas y ya sabemos lo que pasó en lo atinente a esas relaciones.

Es decir, volviendo a las reuniones de gabinete, en ellas se exhibía a un Chávez que llegaba allí con todo decidido y programado y el ministro del ramo no tenía nada qué decir, sino tomar nota y salir a poner aquello en práctica.

Como uno no es pendejo, ni tampoco, como dice el pueblo, "cogío a lazo", nunca creyó que aquel montaje fuese real y suponía y supone, que antes hubo una reunión y se acordó todo aquello. Incluso, lo relativo a cada ministerio lo llevó el ministro mismo y gabinete y presidente, después de oídas las explicaciones y dado el debate inherente al caso, le dieron su visto bueno.

Pero los publicistas del gobierno quisieron vender la imagen que había una jefatura a la que todos debían obedecer sin chistar; la que pensaba y decidía por todos. El jefe tenía la primera, última palabra y los demás debían obediencia.

Entre ellos pues, prevaleció la idea que había que idealizar al jefe, vender a los ojos de la gente que todo aquello salía de su cabeza y "quien manda no tiene porque estarle pidiendo opinión a nadie".

Desde joven me llamó mucho la atención como soviéticos y luego norcoreanos, llegaban a asignarle a Stalin y al presidente de Corea del Norte, el abuelo del actual, la autoría personal de hasta los avances en materia científica o técnica que se lograban en esos países. Los mecanismos de propaganda, diarios, revistas, ponían énfasis en generar esa imagen. Ante el anuncio de un éxito científico los medios propagandísticos solían comentar, "tal cosa fue posible gracias a la sabiduría y genial conducción del jefe del Estado".

Tal lenguaje y propaganda fue asumido por los propagandistas de quienes en Venezuela gobiernan, desde sus tiempos de militancia juvenil, pues proceden de la misma escuela y están ligados a la idea de construir la imagen del líder que también concibe Maduro. Por eso a Maduro le gustó aquella conducta de Chávez y en lugar de ayudar a cambiar lo que bueno no era, hacer al comandante mejor de lo que él fue, lo asumieron como buen proceder.

Hace cosa de pocos minutos, hablo del viernes pasado en la tarde, Maduro comenzó a hablar de esas cosas que hace para distraernos del hambre, falta de agua y dinero para comprar lo más elemental, como que tomarse un refresco es un lujo, como si fuese un haber ido al viejo Pasapoga caraqueño a tomar una botella de champán francés. Esta vez, no sé qué le pasaría, quizás hasta él mismo se fastidia, lo que bien comprendo, no fue sobre el Covid su comparecencia, sino acerca del "relanzamiento de las misiones", porque aquello de los motores lo olvidó por completo. Al final, no sé de los detalles, de lo que creo no haber perdido mucho, pero sí me quedó bastante claro el sentido cuando empezó:

"Vamos a relanzar las misiones". Imagino que como todo, ellas también se están cayendo y, ya que no puede resolver el problema del agua, el gas, gasolina, los servicios de salud, prender los motores porque no arrancan ni con manija, el salario que está caído y en el suelo y paremos de contar, cree que hablar de ellas es lo mejor, porque lo que diga en verdad no le generaría ningún compromiso. Decir que sube los salarios, pone el agua, gas, etc.es un riesgo, pues en poca horas la gente puede evaluarlo y entonces quedaría muy mal su liderazgo que él cree muy alto. Y además, por allí se anuncian unas elecciones.

Luego con énfasis expresó. "anote allí señora vicepresidenta". Menos mal que no soy yo, pues si así fuese, le dejo allí mismo el pelero y como decíamos en Cumaná "cojo mi cachachá y me voy para el c……". Porque una cosa es ser vicepresidente (a) y otra un secretario; uno como aquel de Ño Pernalete en Doña Bárbara. .

Cuando dijo aquello, se proponía dictarle a la vicepresidenta que ya estaba armada de su libreta y bolígrafo, todo lo que él traía en su cabeza y ella, supuestamente, debía impulsar a partir de ese momento sobre las misiones. Habló de algo, que si alguna vez tuvo vida, "vida terrenal", como él mismo dice, como todo, debe estar muerto o como mínimo en estado de agonía.

¿Es posible revivir ese muerto o animar a ese agonizante? Eso no importa. Más importa PDVSA que está en estado agónico y nada se hace para insuflarle aunque sea un hálito de vida. Y eso tampoco importa. Se trataba de tener una justificación para estar esta vez, como todas las tardes en la televisión, "ofreciendo futuros", distrayendo el hambre, la necesidad y dando muestras que hay un jefe. Ese que dicta las ideas, todas aquellas que sólo a él se le ocurren y que desde la vicepresidenta para abajo, todos los funcionarios del gobierno, le deben veneración y existen exclusivamente para recibir sus órdenes, copiar sus dictados. ¿No es así, de esa misma manera, cómo se hace en el partido? Y es tan bueno hacerlo así que "hemos ganado en todas las elecciones habidas hasta ahora, menos en una". Porque jefe es jefe aunque usted no lo crea,



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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