A 59 años de una victoria popular y un infame despojo

 

Nuestra historia está plagada de atropellos y jugadas infames en contra del pueblo por parte de la oligarquía y sus operadores politiqueros, que a lo largo de los años han corrido en yunta contra los intereses de las mayorías.

Desde el 19 de abril de 1810, el pueblo venezolano se ha mantenido en la calle siempre poniendo el pecho a toda dificultad que se presente para derrotarla y avanzar en pos de la ansiada libertad e independencia, pero detrás de esa avanzada siempre están los traidores y engañadores de oficio que se han aprovechado de su inocencia.

Por eso aquella sabia estrofa de la canción de Alí Primera: " La inocencia no mata al pueblo, pero tampoco lo salva, lo salvará su conciencia y en eso me juego el alma". La primera experiencia de esa inocencia, fue con el recibimiento que hicieron a los bandoleros capitaneados por Cristóbal Colón, cuando llegaron a nuestras costas, a quienes dieron la bienvenida como amigos, sin avizorar la desgracia que para este continente representaba la llegada de esos filibusteros.

Pero luego vendría la mutación de ese esclavitud impuesta por la corona española a sangre y fuego, por la del dominio capitalista, que se apropió de la victoria que en los campos de batalla, bajo el liderazgo del General Simón Bolívar y demás próceres obtuvo el pueblo pata en el suelo con su arrojo y valentía,mientras los oligarcas en sus mansiones disfrutaban de sus vinos y manjares.

El grito de libertad, dado en la Plaza Mayor de Caracas, aquel Jueves Santo, 19 de abril de 1810, cuando fue expulsado el último gobernador español, el Capitán Vicente Emparan, fue ahogado a la muerte del libertador con la traición de José Antonio Páez, que cayó en las redes de las carantoñas de los eternos enemigos del pueblo, que fue expropiado de su victoria.

Pese a la persecución y asesinato de patriotas que se rebelaron contra la tiranía de Paez y la oligarquía, las luchas continuaron aunque en su mayoría sin rumbo ideológico, hasta que llegó el General de Tierra y hombres libres, Ezequiel Zamora, cuyo proyecto fue truncado en San Carlos estado Cojedes por la mano de un traidor que desde la misma tropa que comandaba, accionó el gatillo en contra del líder.

Otro operador político de la oligarquía vino a lucrarse del sacrificio del pueblo, porque de alguna manera la gesta de Zamora, generó un efímero cambio en el sistema imperante, mientras se alcanzaba la pacificación y desmovilización de los revolucionarios para volver a lo mismo. Otro intento frustrado fue el gobierno del General Isaías Medina Angarita, que dió el voto a la mujer y a los analfabetas, que tenía un proyecto de país para empoderar al pueblo. Esta vez fue Rómulo Betancourt y sus compinches al servicio de la burguesía, que se asoció con un grupo de militares entre ellos Marcos Pérez Jiménez, para darle el golpe de estado y tirar por la borda esta posibilidad.

De allí volvería a despertar el pueblo con un nuevo triunfo el 23 de enero de 1958, cuando en alianza con militares progresistas dió al traste con el gobierno autoritario del General Marcos Pérez Jiménez. A quien bueno es reconocerle lo que hizo por el desarrollo económico, urbanístico e industrial del país.

Una vez más los operadores políticos de los poderosos, regresaron de su exilio dorado y con la componenda ya montada, mediante el acuerdo de Nueva York, se presentaron en Caracas y con su infame demagogia cobijada con bonitos discursos expropiaron al soberano, con el cuento de la democracia, llamando a elecciones de manera apresurada, antes de que el pueblo tomara conciencia y se hiciera del poder, trampa en la cual cayó inclusive el Partido Comunista, que junto a URD apoyó la candidatura del entonces Contralmirante Wolgfan Larrazabal Ugueto, cabecilla de la rebelión cívico militar y a quien derrotó Rómulo Betancourt, con el consabido "acta mata voto".

Con el gobierno de Acción Democrática, liderado por Rómulo Betancourt y apoyado por Unión Republicana Democrática y COPEI, se consolidaba la nueva traición contra la patria y una vez más los revolucionarios serian perseguidos, encarcelados y torturados hasta morir, como los casos de Fabricio Ojeda, Alberto Lovera, Víctor Soto Rojas, Noel Rodriguez, Jorge Rodríguez, los hermanos Pasquier y otras decenas de miles, civiles y militares que pagaron con su vida el pecado de pretender cobrar la victoria popular obtenida el 23 de enero.

Pasarían 40 años de oscura dictadura, aderezada con el término "Democracia representativa", período durante el cual no hubo Derechos Humanos, Debido Proceso, Derecho a la vida, nada de eso, los pobres teníamos solo "Un derechito", como dijera el panita Alí, "Derechito pal' Cuartel, Derechito pal' calabozo y Derechito pa' los TO (Teatros de Operaciones) de donde casi nadie salía con vida y a donde ni siquiera las comisiones del Congreso Nacional, que investigaban los genocidios en las zonas "guerrilleras", podían entrar a solicitar información, porque en la IV República, el Congreso Nacional era solo un relleno, para justificar la llamada "democracia".

Tuvo que venir un joven líder militar, campesino de origen para despertar en sus compañeros de armas el espíritu de la dignidad y conciencia de pueblo, para que un 4 de febrero de 1992, con aquel histórico "Por ahora" cambiara el rumbo de la historia, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, que su vida fue efímera y su legado hoy todavía es motivo de controversia, porque sobran los actores que buscan por todos los medios apartar a las comunidades del proyecto, para bajo engaño, una vez más repetir la historia de la traición, como hoy que conmemoramos 59 años de una victoria popular y un infame despojo. Periodista* CNP 2414 cd2620@gmail.com



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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

 cd2620@gmail.com

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