¿Dónde está el poder?

Si uno revisa detenidamente los artículos de opinión y las noticias publicadas recientemente en los medios de comunicación proclives al proceso de transformación que vive Venezuela (Aporrea.org, Vea, Temas, Los Papeles de Mandinga, Question, Las Verdades de Miguel, periódicos impresos alternativos, radios y televisoras comunitarias) podremos ver que todos se refieren, de una u otra manera, directa o indirectamente, al tema del poder. ¿Quién tiene el poder y cómo se ejerce? ¿Quién lo quiere y cómo se defenestra? ¿Quién me representa o cómo participo? ¿Cómo lo canalizo, lo obstruyo o lo aniquilo? ¿Se monopoliza o lo puedo compartir? ¿Qué es realmente el poder? ¿Dónde está?
Organizaciones sindicales, partidos políticos, universidades, organismos públicos, organizaciones populares, medios de comunicación, leyes, tribunales, instancias de participación, cárceles, congresos, elecciones, estafas, prestaciones sociales, créditos, asesinatos, operación colchón, paramilitares, protestas de campesinos, conspiraciones, embajadas etc, son asuntos que nos dan cuenta de cómo, cada vez más, los diferentes actores involucrados en hacer o impedir que la V República se realice están mostrando sus verdaderos rostros y cada vez más será imposible para todos y para todas no definirnos, no asumir de lado de quiénes estamos y que salga a relucir la verdad de quiénes somos.

El caso de Fabricio
Hace 40 años Fabricio Ojeda fue asesinado en las mazmorras del SIFA luego que escogiera la vía armada para hacer la Revolución y renunciara a su curul en el Congreso de la República de aquel entonces. En un gesto no sólo de dignidad frente a la brutal represión de la IV República y su injusticia social, sino de profunda reflexión, se dio cuenta de que el poder no estaba en la representación que le querían dar y decidió, en un momento en que armar al pueblo parecía mostrarse como el único camino para la transformación, tomar la vía que ya muchos revolucionarios habían escogido como método de lucha en América Latina.
Ahora, aunque la coyuntura es otra, porque ya tenemos una importante parte del camino desandado, el tema del poder y de las vías para acceder a él vuelve a estar más vigente que nunca. Es decir, ya en la revolución bolivariana el tema del poder no está planteado hacia Miraflores, porque ya lo tenemos. Ahora el tema del poder se plantea en donde realmente se encuentra y se ha encontrado siempre, en la base, en la infraestructura, donde se produce la riqueza, como diría el viejo Marx en la clase trabajadora, en el pueblo.
Ya no sólo es el poder político, que como un eufemismo todavía se asocia a los poderes Ejecutivo, Legislativo o Judicial sino lo que se plantea es el poder económico donde realmente ha estado siempre el verdadero poder. Y es aquí donde se comienza a escuchar el crujido de dientes, a ver caer las caretas, la verdadera lucha de intereses, donde nuestra verdadera humanidad o nuestro egoísmo comienzan a revelarse.

Momento de definiciones
Es preocupante ver cómo el pueblo organizado todavía no se siente actor de su propio destino, cómo los políticos de turno se sienten eternizados en sus cargos y cómo algunos administradores del Ejecutivo nacional, regional o local ven ahora a los Consejos Comunales como tablas de salvación porque ahora “ya habrá quién me haga el trabajo o a quién echarle la culpa”. La inconsciencia e irresponsabilidad puede llegar a tal punto que lo que puede convertirse en una dualidad de poder innecesaria y peligrosa, se toma de manera frívola por quienes se dicen representantes de la revolución o hablan a su nombre.
U ocurren cosas como esta. En vez de propugnar la unidad de todos los factores políticos de cambio, para ¡por fin! asumir la responsabilidad histórica que les corresponde y organizar en su seno a los mejores y más avanzados del pueblo, se les ocurre la fabulosa idea de proponer que todos los partidos renuncien a su condición y se proclamen en ONG. ¡Increíble! En realidad como dice el dicho, con amigos como estos, no necesito enemigos.
Cuando el gobierno de George Bush está proponiendo precisamente que la reestructuración de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se haga en base no a la representación legítima de las naciones en sus estados respectivos sino a las ONG, entelequias inventadas precisamente por ellos, llega un representante de nuestro gobierno, con altísima responsabilidad, a fundirse de brillantez con tan pobre iniciativa. Cosas veredes Sancho, le dijera un día el Quijote, a su leal compañero.

ccl8@hotmail.com


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Carmen Cecilia Lara

Profesora de comunicación social de la UBV

 sathya954@yahoo.com

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