Un parto difícil

El pueblo votó este 6 de diciembre en las elecciones parlamentarias preñado de “buenas intenciones”. Después de un embarazo de tres años donde el comerciante, el chino del supermercado, el bachaquero vecino tuyo, la delincuencia inducida y de la otra, los políticos rastreros y su propio ego lo inseminaron hasta el cansancio; fue un embarazo ectópico de pronóstico conocido, de alto riesgo, elaborado en los laboratorios de los eeuu y aplicado por la derecha recalcitrante venezolana.

Empezaron escondiendo los productos de primera necesidad, controlando y financiando el contrabando con Colombia, debilitando nuestra moneda, humillando a las gentes en los comercios, controlando y retrasando la entrada a los mismos, ayudados por la inoperancia e ineficiencia de muchísimos servidores públicos que, con una mente cuartarrepublicana, hacían de su trabajo pequeños reinos en donde se iba a buscar dádivas y no servicios.

Se olvidó aceleradamente el pensamiento, praxis y análisis de la obra del comandante Hugo Chávez, sobre todo en los colegios e institutos universitarios que él creó, se recibió mientras tanto, con beneplácito feroz, el regalo sin costo alguno de casas, carros, tabletas, canaimitas, neveras, cocinas, televisores, becas, pensiones, etc. En una orgía desenfrenada de dádivas sin contraprestaciones de ningún tipo que a más de uno preocupó.

Se cambió los foros, conferencias, talleres e inducciones ideológicas en colegios y universidades del estado por obras de teatro, presentaciones evangélicas, Open Festival y cuanta manifestación artística, bien bonita ella, adormeciera a las masas, mientras los “quintacolumnas” se hacían de cargos claves en los procesos de dirección.

Dejó de depurarse la administración pública, de hecho, se incrementaron los cargos importantes controlados por la derecha, la estatal petrolera PDVSA es controlada, y eso lo sabe todo el mundo, por gerentes que dejan mucho que desear, manejando operaciones de miles de millones de bolívares sin casi control del estado, tomando a veces decisiones que perjudican a esa importante empresa.

Muchos gobernadores y alcaldes hicieron mal su trabajo, haciendo pingües negocios a su favor en vez de a favor del soberano, manejaron su pequeña hacienda con características de negocios propios, maltratando al pueblo en la prestación de servicios como transporte público, servicio de agua potable y alimentación, contribuyendo, sin importarle, al descontento popular.

Muchísimas instituciones del estado se adormecieron en sus funciones, retrasando importantes servicios y entorpeciendo, con una burocracia inmensa, las necesidades de un pueblo maltratado por sus propios servidores.

Se creyó, sin tener inducción ideológica, que el pueblo iba a acompañar al gobierno en un sacrificio que nunca se entendió, como fue seguir sosteniendo las misiones sociales, todas, con unos ingresos reducidos a la mitad, con una producción agrícola disminuida por errores y desaciertos, con negocios internacionales boicoteados en un bloqueo terrorista nunca suficientemente bien explicado.

Perdimos, es verdad, lo reconozco, y por paliza, pero ¿Qué se podía esperar? Una sociedad creada y criada en el capitalismo más feroz que podamos imaginar, con un bachaqueo inventado por el propio pueblo, homo homini lupus, que contribuyó a una altísima inflación, un pueblo que fue inducido a volverse loco en las colas, comprando “lo que sea” mientras pagaba con bolívares devaluados, productos de las pensiones, becas y otros pagos que el gobierno, responsablemente, siguió financiando.

Una clase pobre desesperada por volverse clase media, una clase media loca por volverse clase rica y todos desesperados inconformes por su condición, mientras se seguía atizando esos conflictos, desde las doradas barreras de la oligarquía.

Pero no todo está perdido, contamos con un excelente presidente, Nicolás Maduro, que se creció hasta las alturas del Gigante, con ese discurso del lunes en la madrugada.

Tenemos suficientes reservas morales y contamos con hombres y mujeres dispuestos a seguir rodilla en tierra para que el sueño de Hugo Chávez Frías no se desvanezca en los vapores de la contrarrevolución.

 

¡Viva Venezuela, Viva Chávez, Patria o Muerte, Venceremos!



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Bernardo Hernández Muñoz


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