Venezuela: ¿quién construye más rápido el camino hacia el FMI?

En la delicada coyuntura económica que atraviesa el proceso político venezolano, dos propuestas, una emanada de los sectores económicos dominantes identificados directamente con la oposición, y otra, proveniente de un sector que ha ocupado las colinas de instituciones estratégicas en la toma de decisiones económicas gubernamentales, coinciden peligrosamente en retorno a los caminos neoliberales, y el abandono del camino trazado por el chavismo en los últimos 14 años.

La propuesta de la derecha oposicionista la denominaremos “paradigma del eterno retorno de los economistas del Capital”; mientras que la propuesta que predomina actualmente en el gobierno se llamará, indistintamente, “opción pragmática” o “paradigma tercera vía renovada”

Lo importante a destacar, es que el alto posicionamiento  de ambas visiones, revela una debilidad recurrente del proceso chavista-bolivariano: el precario desarrollo de una política económica acorde con los planteamientos estratégicos esbozados en los dos planes socialistas.

De hecho, la propuesta económica que adoptó el gobierno del Presidente Nicolás Maduro se impuso porque representa una opción “pragmática”, frente al quiebre del esquema cambiario y frente a las necesidades de financiamiento del gasto público, que puede significar un cambio de orientación de lo que han sido los rasgos fundamentales del proceso chavista en sus 14 años de gobierno. 

El eterno retorno de los economistas del Capital

La primera propuesta económica va de la mano con la estrategia política de la derecha oposicionista y parte de un diagnóstico catastrófico en la economía, de tal forma que sea inevitable aplicar las fórmulas ya conocidas en Venezuela y en el mundo. Son los que plantean que ante la “bomba atómica económica” y el “tsunami cambiario”[1], hay que hacer un cambio urgente del modelo económico chavista.  Las recomendaciones básicas son una repetición de los argumentos típicos del Consenso de Washington y del llamado Post-Consenso de Washington: respeto a la propiedad privada, disciplina fiscal, reducción del gasto público, autonomía del Banco Central, desmontaje del proceso de integración regional (especialmente el relacionado con Petrocaribe y el ALBA); alineación con los tratados de libre comercio y con el Eje del Pacífico;  además de una reversión en la política petrolera interna y externa.

Esta propuesta parte de la convicción que la inflación se debe a causas monetarias. La mayoría de los economistas repiten el diagnóstico monetarista que atribuye al exceso de gasto público, y al financiamiento monetario del Banco Central, como la principal causa de la inflación y de los altos valores del tipo de cambio paralelo.

Es una opción que significaría un cambio radical del modelo económico chavista. Recomienda volver a las premisas básicas que intentaron imponer los grupos económicos en los años noventa. Retoman no sólo a la política de ajuste estructural del Gran Viraje (1990-1994), sino a las propuestas del Grupo Roraima liderizado -en ese entonces-  por Marcel Granier y Moisés Naim; avaladas académicamente por el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).  Sectores que en ese tiempo eran un espejo de las políticas modernizadoras que aconsejaba los mandamientos del llamado Consenso de Washington.

En la actualidad, se agregarían a este enfoque algunos aportes  del Post-Consenso de Washington, como lo es el reconocimiento de la intervención del Estado para crear las condiciones institucionales de una economía capitalista exportadora y moderna.

Por tanto, no hay nada nuevo bajo esta estrategia. En todo caso, trataría de institucionalizar las misiones sociales chavistas, para mitigar la conflictividad social que se les vendría encima de llegar a gobernar.

Este proyecto económico, necesitará un modelo político donde se reconstruiría el pacto de Punto Fijo, con la concurrencia de los actuales actores oligárquicos agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

El tercer camino resucitado

La otra propuesta viene de sectores que han logrado una gran influencia en las instituciones económicas y financieras del Estado, espacios de poder donde se toman las grandes decisiones.  Considerando la hegemonía que han logrado, puede considerarse  que representan la actual visión del Gobierno. En este caso, se propone un modelo de crecimiento con un sesgo exógeno (promoción de las exportaciones no petroleras), con cierta dosis de Estado de Bienestar, en línea con la asesoría de la socialdemocracia heterodoxa europea.

Es una versión del “progresismo moderno”, que mantiene el discurso socialista, pero con propuestas que tenderán a contradecir la historia de los últimos 8 años, y, por tanto, especialmente, su estrategia se confrontará con el intento por construir el Socialismo del Siglo XXI.  Las ideas principales de esta visión se han expresado de la siguiente manera:

a)  Las exportaciones petroleras no son suficientes para proveer las divisas (dólares principalmente) necesarias para sostener el crecimiento económico

b)  Por tanto, hay que desarrollar un sector exportador no petrolero que genere divisas

c)  Para lograr esta orientación exportadora y cerrar el déficit de dólares en CADIVI y en el SICAD[2], hay que atraer la inversión extranjera directa al mismo tiempo que promover un tipo de cambio de mercado, competitivo.

d)  Hay que desmontar el control de cambios progresivamente. En el corto plazo, promover un  mercado de divisas con un marcador referencial, como paso previo a la apertura de las transacciones externas

e)  Hay que recurrir a los mercados internacionales para buscar financiamiento. El énfasis aquí es restablecer las relaciones con los Bancos de Inversión[3] tradicionales (Credit Suisse, JP Morgan Chase, Nomura, Bank of America, Citigroup, Barclays, etc)  para buscar mecanismos de endeudamiento externo

Esta agenda tiene a su favor, un conjunto de problemas  económicos que se acumularon desde 2008, entre los que resaltan:

a) Un desorden en el manejo y ejecución de fondos públicos, en divisas, debido a una gran autonomía de los responsables de su administración;

b) mantenimiento durante casi tres años de niveles críticos de reservas internacionales líquidas, lo cual favoreció el ataque cambiario y el precio especulativo del paralelo;

c) Manejo discrecional de pagos en dólares por parte de instituciones y organismos públicos;

d)  La omisión ante las permanentes violaciones –por parte del sector privado y de los “ciudadanos”- de la normativa de CADIVI, tal como están saliendo a flote en este momento con las numerosas detenciones por parte de los cuerpos de seguridad;

e) fortalecimiento de la tendencia a la dolarización, a través de la emisión indiscriminada de deuda en dólares, apertura de cuentas de ahorro en dólares, tolerancia ante la fuga de capitales y frente a la participación de la banca en la especulación cambiaria .

¿Cómo funciona el modelo?:

De acuerdo a este tipo de modelo económico, para promover un sector exportador no petrolero, hay que propiciar el tipo de cambio “competitivo”, eliminando significativamente la sobrevaluación. Esta premisa termina siendo  antagónica no sólo con el ineficiente control de cambio actual, sino con cualquier control de cambio. Promover el tipo de cambio competitivo, significa en el fondo reducir el costo relativo de la fuerza de trabajo. Esto implica, que las exportaciones contarán con un estímulo oculto en la estrategia del tipo de cambio competitivo: salarios que permitan competir internacionalmente y, que hagan posible obtener las ganancias que sean atractivas para las inversiones.

Como las inversiones de los capitalistas nacionales son insuficientes, se tienen que “atraer” las inversiones extranjeras. La atracción de estas inversiones lleva a dos grandes estímulos: contracción salarial y recursos naturales baratos. En América Latina, este esquema exportador  ha tenido “éxito” en cuanto a generar un crecimiento económico estable, como en los casos de Chile y Perú. Pero no es casual que esta expansión esté acompañada  del aumento de los niveles de desigualdad, desnacionalización del aparato productivo y una mayor dependencia de la exportación de recursos naturales.

Lo más delicado de esta propuesta, es que se está acompañando con una estrategia de endeudamiento externo, mediado por la banca de inversión, que conducirá a la disminución de la soberanía en la política económica.  

El modelo, al cerrar con endeudamiento externo, se verá obligado a cumplir con las condicionales que imponen las instituciones financieras internacionales, primero caerá en manos de la banca internacional y luego necesitará más financiamiento para cubrir el servicio de la deuda externa.

Dentro del condicionamiento y del acorralamiento financiero, se verá obligado a revertir las nacionalizaciones y las estatizaciones que llevó a cabo desde 2005.  Aquí no hay ideas innovadoras: al contrario, en América Latina hay ensayos de este tipo. Lo interesante es que, representando una influencia de la socialdemocracia internacional, en un intento de “domesticar”, “occidentalizar”, y “civilizar” lo rebelde del proceso chavista-bolivariano, termina coincidiendo estratégicamente con el paradigma oposicionista.

Esta visión cuenta con el respaldo de sectores privados, especialmente el poderoso sector bancario-financiero que se ha beneficiado del modelo de acumulación en los últimos nueve años. Sin embargo, también cuenta con aliados circunstanciales.

El economista Víctor Álvarez, mención especial del Premio Pensamiento Crítico, ha venido insistiendo en  señalar que el problema está en la existencia de un tipo de cambio sobrevaluado [4], y que hay que proponer un esquema  donde el tipo de cambio competitivo permita promover las exportaciones no petroleras. Aunque en su propuesta, propone temas claves como la industrialización y el desarrollo de la economía comunal, en el corto plazo asoma una vertiente liberal bastante ortodoxa, que es incoherente con una concepción progresista, heterodoxa y socialista [5]. Ciertamente, el ex-Ministro en sus análisis sobre la inflación no sólo tiene una gran coincidencia con el monetarismo neoliberal [6], sino que se coloca a la derecha de ellos, cuando utiliza conceptos como “el impuesto inflacionario” o “financiamiento monetario”.[7]

Es decir el modelo propuesto por los pragmáticos es: tipo de cambio competitivo, inversión extranjera directa, promoción de exportaciones y endeudamiento externo…

Esta clase de prescripciones, suponen que el gobierno está en serios aprietos financieros y tiene  que recurrir al endeudamiento externo. Por tanto, le terminan dando la razón a la oposición sobre la situación en cuanto que hay una crisis, o que se está a un paso de la crisis.

Cuesta explicar esta “crisis” fiscal y externa, donde escasean los dólares, en una economía donde le entraron al país alrededor de 97 mil millones de dólares en 2012 , tiene una cuenta corriente superavitaria de 11 mil millones de dólares, y el sector público tiene colocado  en el exterior 130 mil millones de dólares…[8]

Tal vez Francisco de Miranda, ayuda a comprender estas paradojas, con una premonitoria frase que le atribuyen: “¡Bochinche, bochinche!. ¡Esta gente no sabe hacer sino bochinche!.”

*Economista venezolano, miembro de la Sociedad de Economía Política Radical (SER)


[1] Ver entrevista al Economista Pedro Palma titulada “Un tsunami cambiario amenaza con barrer nuestra economía”, publicada enhttp://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/un-tsunami-cambiario-amenaza-con-barrer-nuestra-ec.aspx

[2] Cadivi son las siglas por las que se conoce el control de cambio que opera en Venezuela desde 2003, que asigna dólares a una tasa oficial de 6,30 Bs.F. por dólar americano. Mientras que el SICAD (Sistema Complementario de Administración de Divisas) es una modalidad de subasta donde se asigna dólares a sectores o a personas a las cuales se le establece un criterio de prioridad. Su funcionamiento es muy reciente,  y en las últimas operaciones ha tenido que utilizar títulos, dándole la razón a la oposición sobre la grave iliquidez de dólares de Banco Central.

[3] Se le llama Banca de Inversión a todo este conjunto de Instituciones Financieras Privadas Internacionales, que han participado en el festín de la deuda externa de los países subdesarrollados. Involucrados en el proceso de financiarización y estafa masiva que significó la crisis financiera y que aparecen en la puerta de los países que tienen urgentes necesidades financieras, ofreciéndoles “productos financieros” que terminan por esclavizar a los pueblos. Son lo más parecidos a los prestamistas o casas de empeño del barrio, que te prestan para luego quedarse con tus posesiones. Sólo que esta mafia opera a escala planetaria y usan trajes de marca. Son la antesala para caer en las garras del Fondo Monetario Internacional.

[4] En una entrevista al Ex-ministro Álvarez, el economista llega a afirmar que “La tragedia de Venezuela no es la devaluación, sino su sobrevaluación…”. En la misma entrevista, se evidencia un estilo de análisis económico que tiene el poder mágico de desaparecer tanto la confrontación de clases como  el poder de los sectores hegemónicos.  Según esto, el capital financiero es un querubín mientras se le atribuye la culpa al gobierno, de tal forma que Alvarez afirma: “El principal incentivo de esa insaciabilidad o ninfomanía del dólar , lo ofrece la propia política cambiaria, vendiendo una divisa a un precio irrisorio de Bs 6,30, mientras el mercado dice que cuesta tres o cuatro veces más…”. Economista ¿Cuál mercado? El mercado paralelo ¿Es un mercado? Y en el caso que los sea ¿Ese es el tipo de cambio verdadero?  Ver entrevista en:
http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/entrevista---victor-alvarez--la-tragedia-de-venezu.aspx

[5] Ver “Principales retos económicos de Nicolás Maduro”, en http://www.aporrea.org/ideologia/a164872.html,

[6] Uno de los representantes del monetarismo ortodoxo ha sido el economista Alexander Guerrero, como referencia ver artículo “Venezuela en el umbral de la hiperinflación”, en http://alexanderguerrero.com/muestras.php?id=215#.UifkmMb2i8o

[7] El concepto de “impuesto inflacionario” es una bazofia ideológica que los ultramonetaristas han tratado de imponer para validar su posición. Se trata de explicar la inflación como resultado exclusivo de la acción del Gobierno, quien al aumentar la cantidad de dinero circulante en la economía, se mete en el bolsillo del pueblo y le cobra un impuesto. Con ello demuestra la capacidad que tienen los economistas neoclásicos de hacer ciencia-ficción, para tratar de hacer invisible la presencia del Capital y sus representantes.  Para una muestra de esta concepción monetarista, ver artículo de Alexander Guerrerohttp://alexanderguerrero.com/imagenes/PDF_02032013230510.pdf

 

[8] FUENTE: Banco Central de Venezuela. En http://www.bcv.org.ve/c2/indicadores.asp



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Simón Andrés Zúñiga

Economista Venezolano, Sociedad de Economía Política Crítica (SER)


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