En todo modelo democrático, cuando hay elecciones, se gana o se pierde. O se da la asunción al poder o no. En el sistema democrático se definen cuáles son las pautas o reglas del juego y el soberano, en todo caso, es quien las asume… Pues bien, sobre la pérdida del estado Miranda habría que realizar algunas consideraciones. Éstas nos dicen, de forma conclusiva, que los políticos deben asumir verdadero protagonismo. Que su imagen no debe ser el resultado de cuanta idea, palabra, expresión le inyecte el Presidente Chávez, pues esto ha sido una de las razones de su quebrantamiento de salud. Otra inferencia es que aún falta por alimentar la conciencia del pueblo y, no menos importante, consiste en que se debe reconocer y conferir legitimidad a aquellos que desean coadyuvar con un modelo emancipatorio desde los micro espacios de poder. Ésta debe ser una máxima sagrada. Veamos entonces algunas razones que explican los resultados obtenidos en Miranda:
Perdimos Miranda no porque Chávez no hubiera estado o no hubiera participado en la campaña de las elecciones regionales. Decir eso es realmente un adefesio, pues no es labor de un Presidente, ni aquí ni en ningún otro país, hacer Campaña por los llamados “cuadros”, como no lo es tampoco asegurar la recolecta de basura de las calles de una comunidad, ni andar de comunidad en comunidad realizando estudios con la finalidad de determinar a quién se le asigna una vivienda o no. Ergo, Chávez no puede ser el alcalde de toda Venezuela.
Desde una mirada al candidato, es necesario precisar qué ocurrió con Elías Jaua, con su imagen, con su carisma, con su conexión con el pueblo, con el denominado rapport, con esa inevitable sensibilidad que debe tener un sociólogo en torno a la acción social… ¿Qué pasó? ¿Por qué no logró calar en las mayorías?… Yo no tengo respuesta aún a esa interrogante.
Dicho lo anterior debe señalarse entonces que la pérdida del estado Miranda se corresponde más con un asunto de conciencia de los habitantes de la referida región. De allí que una de las hipótesis que cobra fuerza está asociada con la conciencia del pueblo. Ludovico Silva, cuyo pensamiento fue enterrado y su obra quemada diría, palabras más palabras menos, lo siguiente: en una sociedad se pueden cambiar las condiciones materiales de la gente, pero si eso no está precedido por un cambio de la conciencia, difícilmente se pueda hablar de transformación.
En un twitt un amigo mío escribió que se entendía totalmente que un escuálido no saliera a votar, pero que no lo hiciera un chavista podría ser considerado traición a la patria. Yo le respondo que no es así, pues existe un sector de la población -aún hoy luego de 13 años de Gobierno del Presidente Chávez- que no puede defender una idea, un proyecto, una razón si no es parte esencial de su vida, si no cree en ella, si no está convencido de la misma, si no conoce en qué consiste el proyecto al cual ha sido convocado. Esto es posible a través del conocimiento de la realidad o si el sujeto entra en un estrecho relacionamiento con su dinámica circundante, tornándose sujeto activo de sus procesos de transformación. Pero, paradójicamente se presentan escenarios en los cuales el pueblo no es invitado a participar. Lo anterior se traduce en que, a pesar de que están dadas todas las condiciones, sigue una manifestación o fenómeno que perturba el avance de un legítimo proceso revolucionario y emancipador. Se trata de la cooptación que se impone por la vía de los hechos, o lo que es peor, se asume como una condición natural. A través de este mecanismo, en la avanzada, siguen caminando ciertos rostros -una especie de ungidos- en el ejercicio del poder, desconociendo los liderazgos de las bases, los naturales, los que son inherentes a los espacios locales o comunitarios. En parte, esto también explica lo ocurrido en Miranda. Eso desmovilizó a unos cuantos.
Otra causa no menos importante: faltó la movilización de la maquinaria. Varias personas de Petare, de Los Valles del Tuy, de Cúa… nos decían que la gente no estuvo ganada para asistir a las urnas electorales, pero la maquinaria tampoco se hizo sentir. Eso es lamentable, en tanto faltó pasión, entrega, disfrute, activación en la jornada electoral (tanto del ala chavista como del ala opositora). A estas elecciones le faltó ese corre-corre sabroso que se produce cuando uno está “enamorao”. Por cierto, eso sí ocurrió en los comicios presidenciales donde no importó si la gente se levantaba a las tres de la mañana. Tampoco importaba si iba desayunado o no. Menos aún si le tocaba trabajar, pues el pueblo estaba decidido a defender su horizonte ….
No hay duda de que estas elecciones le dieron fuerza al planteamiento hecho por Ludovico Silva, pues en esa región el Estado central ha realizado una valiosa inversión: el Metrocable, el ferrocarril, las líneas de transporte de Metrobús, el Cabletrén, el Metro Los Teques… No obstante, esto y mucho más no fue garantía de triunfo.
Periodista- Trabajadora Social. Profesora universitaria.
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