El humo blanco

Nos alegramos porque en una acción violenta tan publicitada no haya producido muertes, es malo para nuestras mentes. La gente se satisface con perversidad de la sangre, no sé si de las desgracias humanas, que son más bien de naturaleza moral, pero como los tiburones no se resisten a la sangre fresca ¡Menos mal que ese atentado fue casi una bufonada! Sospecho que en Venezuela no hay tanta gente con sangre fría para matar a seres humanos, inocentes o no, eso es una deformación del carácter. ¡Gente valiente sí hay y hubo!, muchísima, temible, fuerte, pero de mente torcida, no creo que haya mucha, vienen de fuera, del país de la insania mental… por eso, menos mal no hubo muertos, los medios y las redes hubieran hecho una fiesta de la desgracia.

Pero sí hay otra gente bastante perturbada que, sin ser capaz de generar violencia ellos mismos, son indiferentes a la violencia de otros cuando no los afecta directamente. Pueden ver como asesinan a alguien con sangre fría, a un delincuente, por ejemplo, y aupar su homicidio, que se mueren de hambre o por desidia humana. A eso hay que temerle, a la indiferencia ante la muerte de un ser humano.

Por más que Maduro y su gobierno representen casi todo lo que más abominamos de la política y quizás del carácter humano, nunca desearíamos su muerte, ni de él y de sus asociados, así el sentimiento no sea recíproco. Los seres humanos somos accidentes en el medio de fuerzas más poderosas que nosotros, de la suma de voluntades, o de odios y debilidades, de intereses de clase, de ideologías. Acabar con la vida de un adversario político un no acaba con el odio o la debilidad de carácter, o la exacerbación del odio y la debilidad de carácter en otros; la muerte del "representante" no termina con lo que representa, que son los métodos de la derecha indigna, asolapada, el Imperio, la explotación.

A Nicolás Maduro no lo invitaremos nunca a nuestro cumpleaños (quién sabe) pero tampoco uno lo puede odiar, el solo es un individuo que representa algo mayor. Lo fundamental es el capitalismo y sus distintas expresiones. Son distintas sus ideas, sus alianzas políticas. Nuestro enemigo (el capitalismo, el oligarca burgués, el pequeñoburgués) es una espiritualidad que podría cambiar en nosotros, o que en nosotros puede cambiar; es el odio mismo, el resentimiento, algo más grande que los individuos, así estos sean presidentes. Frente a esta realidad, preferimos que Maduro rectifique y haga filas con la revolución, no que desaparezca.

Ahora mismo se están exonerando a las empresas mixtas, a PDVSA y sus socios extranjeros del ISLR, lo que va estimular a estas empresas a participar de la actividad, quizás a la inversión, pero, al mismo tiempo nos va a dejar a todos fritos, sin tener qué comer.

Hasta el momento en que la ANC no había modificado la Constitución esta decisión era inconstitucional. Estamos renunciando a nuestra soberanía de exigir impuestos por el enriquecimiento que obtienen las trasnacionales por la explotación de nuestro petróleo. Pero hasta ahora, la ANC no ha servido sino para eso, para revertir nuestra soberanía. Todo esto es más poderoso que el mismo Maduro. A él solo no se le ocurre tramar esta estructura político legal a fin de facilitarle el negocio a las compañías trasnacionales y que se hagan de nuevo de nuestras riquezas.

A veces una corbata, un perfume y unos ojos azules pueden más que un argumento o una amenaza, persuade más, porque nuestra estructura ideológica esta encarnada, nuestros prejuicios acerca del progreso, la prosperidad, se ha hecho carne y sangre en nosotros y algo nos dice que frente a tal simbolismo debemos tener tal reacción o respuesta. Y, ahí está la respuesta, entregamos nuestras riquezas y nuestro país sin muchos conflictos morales o ideológicos.

Un gobierno que en consenso acepta estas condiciones, sin conflictos, de forma unánime, tiene que estar obligado moralmente a la vida subordinada, debe aceptar cómodamente entregarse y entregar el país a los privados porque duda de sus capacidades de mando, de liderazgo. No se trata de la maldad de uno, se trata de la debilidad de todos, de la falta de voluntad de todos, de carácter, de una disposición espiritual contra la cual nunca se luchó íntimamente. Es una forma política de disociación psicótica.

Lo que pasa en el país y lo que pasó con la revolución bolivariana fue el abandono de la lucha y entregarse a la corriente, como un nadador enclenque. Esa fuerza que los arrastra, a cada uno en el gobierno, es más grande que sus fuerzas individuales y la suma de ellas. Contra esa fuerza es que tenemos que luchar y vencer, pero para eso debemos prepararnos bien. Repito, Maduro, Diosdado, el fiscal, solo son accidentes, prescindibles para el capitalismo, inútiles para el socialismo. Solo podemos decir: ¡rectifiquen!, prepárense para la lucha, no sigan confundiendo al enemigo, que lo tienen al lado o dentro, la historia no se los perdonará.

Por cierto, el c4 no suelta humo negro sino blanco; lo vi en Google.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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