Las violaciones a los derechos humanos del pueblo yukpa son estructurales e históricas: caso Sabino Romero Izarra*

Se precisa por estudios científicos que un grupo de indígenas de habla Caribe, los que luego se conocen con el nombre Yukpa, llegaron 500 años antes de Cristóbal Colón al piedemonte y las estribaciones montañosas de la Sierra de Perijá, provenientes de un largo proceso de desplazamiento de más de mil años desde el Amazonía, al sur del río Orinoco1.

Este pueblo que hoy conocemos con el nombre Yukpa ha sido víctima del colonialismo desde hace aproximadamente 300 años (1722-2013). El pensamiento colonial de ayer y hoy motiva aún su exterminio y el despojo de la tierra de los indios Caribe Macuayes2 como se les nombraban para 1700 en los tiempos de la fundación de La Villa del Rosario por el Cavo Principal Don Juan de Chourio en 1722 con varias familias provenientes de las Islas Canarias y españolas, asentadas en Maracaibo. En este grupo vino con sus padres la joven de 22 años Catalina Martínez de Miranda Padrón nacida en Icod de los Vinos (Tenerife, Islas Canaria) quien luego fue la tatarabuela materna del General Rafael Urdaneta, prócer del Zulia3. Un siglo más tarde en 1890 se funda Machiques, cuando es nombrada Parroquia Eclesiástica, luego que el general de la Federación Venancio Pulgar incendia la Villa del Rosario en 1872 y unas familias de hacendados se mudan de sus fundos al sur oeste de la Villa4.

Para despojarlos de sus tierras y de su manera distinta de ser, los Caribes más rebeldes son sometidos al exterminio o al exilio de la Misión en la Costa Oriental del Lago del Estado Zulia5 o reducidos a pueblos misionales construidos por los Padres Capuchino de Navarra que tomaron posesión de la Provincia de Maracaibo en 1694 y 1750 donde se inicia el largo proceso de aculturación evangelizador-católico apoyado en su último eslabón evolutivo histórico en la Ley de Misiones de 1915 y la fundación de la Misión Los Ángeles del Tukuko en 1945; y más recientemente, con la penetración de sectas protestantes creadas y financiadas desde los Estados Unidos. Con los religiosos se introduce a través de un proceso largo de inculturación la triada ideológica cristiana de dominación, a saber: el Pecado, la Culpa y la Condena. Y es este el hilo conductor que soporta las tormentosas relaciones espirituales del indio Caribe Yukpa, no sólo con los Padres Capuchinos y la sociedad criolla nacional, sino con su verdugo exterminador el blanco ganadero descendiente de familias canarias y españolas traídos por Don Juan de Chourio a La Villa del Rosario.

Pero la expresión colonial de dominación de Estado se da a través de la destrucción histórica de su ser social Caribe y su organización; al romperse hoy su autonomía con la imposición de los Consejos Comunales, el activismo político partidista, los créditos, los Caciques Mayores mestizos que viven en Machiques y los cargos ministeriales subordinados a las decisiones de Estado y no de las comunidades: al no ser dirigentes voceros de sus comunidades, sino funcionarios públicos esquiroles apegados a tareas gubernamentales impuestas y al temor de perder sus pagos del quince y último.  

El pueblo Yukpa es Caribe, como el pueblo de Guaicaipuro, es un pueblo de selva, su hábitat son las montañas de la Sierra de Perijá, su piedemonte y las tierras llanas más allá del piedemonte. Es un grupo aguerrido defensor de lo suyo. Su fuerza está concentrada, más que en el colectivo, en la persona, en el individuo, en la familia y en las alianzas que circunstancialmente construye con otros.

Los Yukpa habitan hoy en las cuencas altas, medias, de norte a sur, de los ríos Apón, Negro, Yaza y Tukuko de la Sierra de Perijá y en su piedemonte. Antes de la llegada de los Misioneros Capuchinos y la creación de la Misión del Tukuko los Yukpa no tenían Caciques o jefe únicos, se organizaban por jefe de familias. Vivían en pequeñas viviendas de palma unifamiliares dispersas y lejanas una de otras. entre las montañas o el bosque del piedemonte, luego se les impuso vivir en comunidades a través de los Padres Capuchinos y las hermanas Laura y Sata Ana. 

Con la llegada de estos últimos Misioneros Capuchinos, fueron agrupándose en comunidades dirigidas por un Yuapu o Cacique, y un grupo de ellas, en Centros Pilotos con un Cacique Mayor. Ahora se le impone conformarse en Consejos Comunales asociados a Comunas creadas por y para facilitarle al Estado gobierno una manera más sencilla de relacionarse con ellos y las comunidades; pero cada comunidad tiene su propio Cacique de base, que viene perdiendo poder por imposición del Estado gobierno de los llamados Consejos Comunales. No obstante, cada centro Piloto es independiente del otro. O cada comunidad es independiente de las otras. Cada familia es independiente de la otra y en cierta manera hasta de su propio Cacique cuando es necesario; cada individuo goza de una gran libertad de expresar sus ideas, de acción y movilización, Y en esta dispersión, y no unión, está a la vez su salvación, pues no le permite al Estado, a los Gobierno de turno o a los ganaderos dominarlos del todo, o exterminarlos. En ese dilema se debate la existencia y la resistencia indígena del pueblo Yukpa, una manera particular de ser Caribe.

El Estado venezolano desde la dictadura del General Juan Vicente Gómez hasta la fecha ha permitido el despojo violento de sus tierras y por tanto la destrucción de su cultura. El 18 de agosto de 1920 (Gaceta Oficial Nº 14.142) por orden del dictador General Juan Vicente Gómez, o mejor dicho por el Presidente Provisional de los Estados Unidos de Venezuela, Victorino Márquez Bustillo, se le entregan 4.000 hectáreas a los hermanos José Trinidad y Joviniano García de todas las tierras planas de los Yukpa Macoita (antiguos Macuayes), ubicados hoy en el extremo norte del territorio, para fundar la hacienda El Capitán6; luego, en los gobiernos llamados democráticos, de los partidos Acción Democrática y Copey, así como en la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, se les permitió a empresarios de Maracaibo y Machiques conformar en sus tierras de montañas haciendas de café, caña de azúcar y otros rublos agrícolas y crías de ganado bovino, sin importarles el despojo de su tierra originales, su empobrecimiento y hasta su muerte física o cultural7. De esta manera el pueblo Caribe Yukpa pasó de ser un pueblo autosuficiente, eco sistémico y autónomo, a un pueblo pobre, dependiente del Estado y el mercado. Hoy se debate, como bien lo afirma el antropólogo Ángel Acuña en “la frontera de la tradición y el cambio”8, y sólo cuenta para reencontrarse, con su original inteligencia rebelde y su discursivo proceder de negociación intercultural.

Desde los años 20 del siglo pasado, el pueblo Yukpa comienza a vivir los encontronazos a sangre y fuego con criollos invasores de su territorio. Fueron los violentos hacendados y parceleros de Machiques, siempre con el apoyo militar y financiero del Estado venezolano, quienes se hicieron ricos, poderosos y respetados a costillas de la pobreza y la exclusión del pueblo Yukpa, que se vio obligado a refugiarse en las altas montañas de Perijá para no ser exterminado del todo, así lo testifica la prensa regional, la Revista Venezuela Misionera y la antropología contemporánea desde Booy, T9 en 1918 hasta Alarcón, J10. Con afiladas hachas manipuladas por negros palenqueros traídos de Colombia para tumbar selvas, se montaron las haciendas operadas por costeños colombianos y del Norte de Santander. El territorio Yukpa sufrió su segunda gran reducción con colonos y Capuchinos. Todos los bosques de sus tierras planas al igual que la de los Barí fueron sustituidos por pastos y vacas, y miles de kilómetros alambres de púas y portones de haciendas, luego, por último se sumaron los parceleros indígenas Wayuu a ordeñarles y cuidarles las vacas a los ganaderos invasores. Muy pocas familias pobres de Machiques trabajan es estas haciendas, pues muchos sueñan ser algún día ganaderos, por esta razón casi todas las familias pobres de Machiques tienen una parcelita en antiguo territorio Yukpa.

Pero los atancha o viejos Yukpa y sus descendientes nunca se dieron por vencidos, nunca se sintieron derrotados y se quedaron a vivir en la última frontera que le marcaba los alambres de púas y las armas de fuego; deambulando se les veía entre los camellones de tierras que comunicaban y dividían una hacienda de otra, al este de su territorio. Allí permanecieron olvidados por los Gobiernos o atendidos epilépticamente por una política integracionista etnocida ejercida por los Padres Capuchinos y las Monjas de las congregaciones Laura o Santa Ana, o por los Gobiernos de turno a través de la Comisión Indigenista del Ministerio de Justicia, más tarde de Educación, o el Instituto Nacional de Tierra, en los últimos años antes de llegar la “revolución”. Hoy están a la deriva pues de muy poco le sirve el Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas. Si no hubiese sido por sus sostenidos desplazamientos por cuenta propia a las distintas ciudades del país a vender con sus familias artesanía o haber resistido en las montañas y poco a poco bajado a recuperar su territorio invadido se hubiesen diezmado drásticamente. El mejor ejemplo de esta resistencia se dio en la cuenca del río Yaza, y sus máximos exponentes fueron Sabino Romero Izarra y su gente.

Hoy son los desplazados de la guerra colombiana o los llamados refugiados quienes vienen ocupando sus pueblos grandes o Centros Pilotos, y su economía, así como los pequeños pueblos de alta montaña en las cuencas altas de sus ríos; crece por lo tanto el número de hijos de hombres colombianos y de Wayuu, muy pocos de hombres indígenas Barí y criollos venezolanos. Se acentúa el mestizaje llegado con la recolecta del café, es por esta razón que casi todos sus Caciques Mayores son mestizos, de padres colombianos.

Ante el crecimiento poblacional y el agotamiento de los suelos de bosques de las altas montañas o de sus inclinados pequeños valles11 se vieron obligados a buscar de nuevo su territorio original invadido, a recuperar lentamente espacios de haciendas o parcelas, no había una semana que la Comisión Indigenista, o la Oficina de Asuntos Indígenas del Instituto Agrario Nacional (IAN), o efectivos del Comando 36 de la Guardia Nacional de Machiques o del Fuerte Macoa los intentara desalojar por las buenas, unos, o por las malas, otros, a un grupo de familias Yukpa que había rescatado un potrero o la hacienda toda. Esta situación se agudizó con la llegada del Presidente Chávez al Gobierno y la promulgación de la nueva constitución en 1999, que ordena al Gobierno reconocer, demarcar y entregar sus tierras ancestrales y tradicionales a los pueblos indígenas en el Artículo 119:

“El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participación de los pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras, las cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con lo establecido en esta Constitución y en la ley”.   

Así mismo se fija la fecha para iniciarse dicho proceso en la Disposiciones Transitorias Decimosegunda:

“La demarcación del hábitat indígena, a que se refiere el artículo 119 de esta Constitución, se realizará dentro del lapso de dos años contados a partir de la fecha de entrada en vigencia de esta Constitución”.

Debidos a los constantes anuncios y arenques mediáticos presidenciales sobre los derechos constitucionales de los pueblos indígenas a tener territorio y ser demarcadas sus tierras, se arrecia el proceso de autodemarcación del hábitat y tierras indígenas por parte de los dirigentes Yukpa a lo largo y ancho de su territorio limítrofe con las haciendas, y con ello, la respuesta violenta de los ganaderos, acompañada por la criminalización mediática y acciones encubiertas o muy cuidadosas por parte de algunos funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) de Machiques y su Grupo Anti Extorsión y Secuestro (GAES), del Ejército acantonado en el Fuerte Macoa, la Policía de Machiques, la Alcaldía del municipio Machiques de Perijá y la Fiscalía 20 del Ministerio Público. El Gobierno mantuvo una actitud pasiva cómplice de dejar hacer y dejar pasar en estos lejanos parajes fronterizos con Colombia.

Si miedo alguno, se inicia por doquier por parte de los dirigentes del pueblo Yukpa, el rescate de las tierras originales de su territorio invadido por parceleros y hacendados, y sin pedir permiso alguno, pues era su derecho constitucional, se acelera de nuevo la recuperación de parte de sus tierras ocupadas tomando como límite Este todas las haciendas y parcelas ubicadas dentro o más allá de la carretera que va desde la Cuesta del Padre hasta el río Santa Rosa para los Yukpa de los sectores Yaza y Tukuko; y para el extremo norte, Sector de los ríos Tinacoa, Apón y Negro la inclusión de unas diez haciendas invasoras, entre ellas El Mango, San Salvador, Cuivas, Los Morros de Perijá, El Capitán, El Rincón. Comenzó el rescate del territorio ancestral en las comunidades Sirapta y Guaicaipuro, la primera ubicada en el extremo norte del territorio, en el río Apón, en el año 2000, con la ocupación de una parte de la hacienda El Capitán y la fundación de la comunidad o sector Karnapa dirigido por el líder Efraín Romero; pero también en el extremo sur, en las inmediaciones del río Tukuko y Yaza con la ocupación de las haciendas Ceilán y la Gran China dirigida por Pipo Herrera y Arístides Maikishi con la fundación de la comunidad Yukpa-Wayuu Guaicaipuro y Kurubal.

La lucha por el territorio reaparece por todas partes a lo largo del piedemonte de la Sierra de Perijá. Los Yukpa de la comunidad Kampa, bajo la dirección de Francisco Romero y del maestro Antonio Romero, padre de Ever Romero, bajan con su gente de la montaña de las cabeceras del río Yaza y ocupan la hacienda Paja Chiquita y fundan la comunidad Río Yaza al lado de la comunidad Kasmera y la hacienda Medellín, los de la comunidad Palmarejo, a la cabeza su Cacique es Sabino Romero Izarra, toman por primer vez toda la hacienda Tizina y fundan la comunidad Chaktapa. Alirio González, que con un grupo de familias son sacados de las inmediaciones del Hospital General del Sur de Maracaibo, toma la pequeña hacienda Nevada y funda la comunidad Guamo donde vivía Olegario Romero Romero, pero más al norte en esa época 2004-2005 en río Negro se ocupa la hacienda el Higuerón por gente de la comunidad Yuchubirí dirigida por Trino Romero y los de la comunidad Koropo, dirigida por Segundo Romero, ocuparon parte de la hacienda Puerto Libre, rescatada posteriormente por sicarios pagados por ganaderos, igual suerte corrió Sabino Romero Izarra en la ocupación de la hacienda Tizina. Se ocupa con éxito la hacienda Maracay en el 2001, la hacienda la Lucha por parte de Ciro Landino en esa misma zona del río Negro, y posteriormente, al comienzo de 2008, Edilso Landino y Noelio Romero ocupan la última parte de la hacienda Medellín y fundan las comunidades Jararamü y Mara Kunaka.

Para marzo de 2008 Sabino retoma la hacienda Tizina y muere su anciano padre José Manuel Romero de una golpiza que le propician los hombres armados que acompañaron a Alejandro Chávez Vargas, presunto propietario de la hacienda Kusare, vecino y sobrino del dueño de la hacienda Tizina. Chávez Vargas, armado violentamente, entra a la comunidad Chaktapa, antigua hacienda Tizina, para matar a Sabino por considerar que le había robado unas reses. A los días muere el padre de Sabino, y acompañado de los Yukpa de la comunidad Guamo dirigidos por Olegario Romero Romero ocupan la hacienda Kusare y posteriormente Amalia Pérez y su tío materno Felix Ramos Romero ocupan la otra hacienda vecina Brasil de Tirzo Vargas.

En agosto de 2011 un grupo de dirigentes indígenas encabezado por Jesús Peñaranda Yaspe toman la hacienda El Rincón, que fue recuperada el 20 de agosto de 2011 por los sicarios/policías/guardaespaldas ganaderos a tiro limpio donde resultaron heridos los Yukpa: Rodrina Romero, 60 años, Abraham Romero, 60 años, Luz Marina Romero y Juan Carlos Montiel, 28 años. (http://www.panorama.com.ve/21-08-2011/avances/enfrentamiento-machiques.html).

En la misma zona del Yaza, en octubre de 2011, se retoman las tierras que ocupaba la hacienda denominada también Medellín por un grupo de hombres liderados por Sabino. En este encontronazo resultaron varios hacendados heridos y dos mujeres Yukpa, son ellas: Zenaida Romero, hija de Sabino y Leticia Romero.

En esta lucha, ante la capacidad de fuego del sicariato/ganadero murieron ocho Yukpa, a saber desde el año 2011. El 23 de junio de 2012, son asesinados: Alexander Fernández Fernández, hijo de Carmen Fernández Romero, cacica de la comunidad Yukpa de Kuse, su hermano José Luis y el cuñado de este último Leonel Romero. Así como seis meses antes, su primo Darío Segundo García Fernández fue asesinado a manos de un parcelero Wayuu llamado Jesús Fernando González Arrieta, detenido por el CICPC y liberado posteriormente por intermediación en la Fiscalía 20 de Machiques y por el exconsultor jurídico de GADEMA, el abogado ganadero Alfonso Chacín (señalado hoy de estar involucrado en el financiamiento y preparación del asesinato de Sabino). En estos asesinatos, dos hermanos resultaron también heridos, uno de mucha gravedad: Gaby Alberto Fernández Fernández, el 20 de diciembre de 2011. También dos meses antes, el 14 de abril de 2012 mataron a un kilómetro de distancia con armas de guerra a Wilfrido Romero, esposo de una hija de Sabino, y a Lorenzo Romero Ramos, primo materno de Amalia Pérez.    

Pero la primera víctima de la violencia ganadera fue el anciano Yukpa José Manuel Romero padre de Sabino quien murió el martes 22 de julio de 2008 a la una de la tarde en la emergencia del Hospital General del Sur desde que el pasado día lunes 7 del mismo mes y año fue golpeado por el hacendado Alejandro Chávez Vargas y el administrador de su hacienda Kusare de nombre Richard.

El Estado permitió todos estos atropellos contra estos dirigentes indígenas pese a las constantes denuncias formuladas desde el 2006-2013 en los medios de comunicación, la fiscalía del Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo, en las Naciones Unidas en donde el Relator de los Derechos de Pueblos Indígenas, James Anaya, en dos oportunidades, manifestó por escrito su preocupación por la situación de Sabino Romero Izarra y la comunidad Chaktapa ante la Cancillería de Venezuela en Caracas. También se visitó, para exponer esta violenta situación violadora de los derechos humanos del pueblo Yukpa, la Organización de los Estados Americanos y la Unión Europea. En estos organismos de derechos humanos asistió Zenaida Romero Martínez a denunciar al Gobierno y al Estado Venezolano, y anunciar el posible asesinato también de su padre.

Este proceso de exterminio pasó, repetimos, por una sostenida campaña mediática de satanización por parte de los ganaderos y por pronunciamientos de altos funcionarios ministeriales del propio Gobierno. Estos son los ganaderos financiadores de sicarios que a la vez son sus guardaespaldas y policías de Machiques, o de Alcaldes. Esto es conocido por el pueblo de Machiques, es vox populi.

Y es ahora, a partir del asesinato del Cacique Sabino Romero Izarra, cuando el Estado venezolano ha estado preocupado por el ejercicio y el cumplimiento de la justicia en torno a la muerte de Sabino, y pagar algunas bienhechurías de haciendas invasoras del territorio originario del pueblo Yukpa. Esperó 9 años (2004-2013) para aceptar la propuesta de pago de bienhechurías formulada por los líderes indígenas como una salida posible para ampliar su espacio territorial y mejorar su calidad de vida, pasando esta decisión por llevar a un juicio ordinario, a espalda de la justicia especial indígena, y a la Cárcel a Sabino Romero Izarra y a Alexander Fernández Fernández por diecisiete  meses. Violando así la Constitución, las leyes internas, así como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio de la OIT.      

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Actualmente nos encontramos en un proceso judicial penal con el propósito de enjuiciar a los autores materiales e intelectuales del vil y cobarde asesinato del Cacique Sabino Romero Izarra, acaecidos en la noche del día 3 de marzo del presente año.

La constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su preámbulo hace mención de la participación protagónica de los indígenas en la construcción y defensa de la patria de la siguiente manera: “El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar, y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana”. Asimismo el encabezamiento del párrafo II del preámbulo Constitucional de 1999 señala: “Con el fin supremo de Refundar la república para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un estado de justicia…” En el mismo párrafo más adelante dice: “asegure el derecho a la vida… a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna... la garantía universal e indivisible de los derechos humanos…”

De igual forma en el titulo primero acerca de los principios fundamentales de la Constitución vigente en el artículo 2 afirma: “Venezuela se constituye en un estado democrático y social de derecho y de justicia, que propugnan como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preminencia de los derechos humanos, la ética…”

En el capítulo VIII, ocho artículos contienen lo referente a los derechos de los pueblos indígenas que el constituyente de 1999 consideró esenciales para el supremo reconocimiento de la existencia de los pueblos indígenas, ahora bien, no basta consagrar teórica y normativamente tales derechos, sino, que necesario es garantizarlos, para que verdaderamente representen la eficacia y validez efectiva de las aspiraciones centenariamente truncadas de los pueblos indígenas.

Condenar ejemplarizantemente a los asesinos de Sabino Romero significa la más grande reivindicación que el Estado y el Gobierno Bolivariano podrían hacer frente a tantos desaciertos e incumplimientos a los postulados normativos de rango constitucional supra indicados.

Tienen las instituciones del Estado como garantes de los derechos humanos, de la vida y la justicia la oportunidad histórica de desmontar los poderes facticos que a través de siglos se han consolidado por su primacía económica como es el caso de los integrantes de la ASOCIACION “GANADEROS DE MACHIQUES” (GADEMA), autores intelectuales y financistas del crimen al aguerrido e incómodo para sus intereses el Cacique Sabino Romero, así como la influencia que ejercen sobre la policía municipal de Machiques, el CICPC, el Ejercito, la Guardia Nacional Bolivariana, los jueces y fiscales de el mencionado municipio, he ahí la razón por la que saludamos como positiva la radicación del juicio en la ciudad capital de Caracas para que se lleve en forma objetiva e imparcial y con las garantías del debido proceso y el derecho a la defensa a los asesinos que no tuvieron compasión ni misericordia al momento de desplegar la brutal casería humana para cumplir la encomienda macabra ordenada por los poderosos y tenebrosos ganaderos de Machiques de Perijá en el estado Zulia.

Hoy acudimos a esta Asamblea Internacional convocada por la Asociación Americana de Juristas en esta pintoresca ciudad de Santiago del Estero, en esta República de Argentina que desgraciadamente lleva en sus entrañas las huellas dolorosas del crimen organizado de carácter político que dejó miles y miles de muertos y desaparecidos en la oprobiosa y cruel dictadura militar instaurada en los años 80, venimos a denunciar lo antes narrado y a solicitar solidaridad y pronunciamiento internacional para con la causa de los pueblos indígenas de Venezuela, muy especialmente la grave situación de exterminio de los líderes de la resistencia indígena del pueblo Yukpa en la Sierra de Perijá del municipio Machiques del estado Zulia.

Citas

1          Tarble, K. 1985. El nuevo modelo de expansión Caribe para le época prehispánica. Antropológica, 63-64: 45-82. Caracas.

2          Alcácer, A. 1962. “El indio Motilón y su historia”. Ediciones Paz y Bien. Seminario Capuchino: 15. Bogotá.

3          Romero, Nerio. 2012. “Las Abuelas Perijaneras del General Rafael Urdaneta”. 25 en Boletín de la Academia de Historia del Estado Zulia: 25. Enero-Junio. Nº 48. Maracaibo.

4          Matos Romero, A. 1956. Perijá: Fundación e Historia. Talleres de la Tipografía Mathus: 7-28. Caracas.

5          De Armellada, C. 1966. “La Región de Perijá” 312-352 en Boletín Histórico. Nº 12 Sep. Caracas. 

6          Portillo, Lusbi. “Los Yukpa Macoita/Hda. El Capitán. Historia de un despojo”  en Mar de Leva, Maracaibo, septiembre 2001. Documento Especial

7          Creole. 1945. “Los indios Macoa”. Revista El Farol.

8          Acuña, Á. 1998. YU’PAS. En la frontera de la tradición y el cambio. Abya Yala. Quito.

9          Booy T. 1918. “The People of the Mist: An Accoount of Exploration in Venezuela” 183-224. The Musseum Journal. Vol 9. Nº 3-4. Philadelphia.

10        Alarcón J. 2012. La invasión no ha concluido. Dinámicas histórica-antropológicas de   agresión y usurpación de los indígenas. Universidad del Zulia Maestría en Antropología. Licenciatura en Antropología. Maracaibo.

11        Ruddle, K. 1977. El sistema de autosubsistencia de los indígenas Yukpa. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello. Ruddle, K. 1983. Los Yukpa. En Los aborígenes de Venezuela, vol., II. Etnología contemporánea, pp. 33-124. Walter Coppens (ed). Primera edición. Caracas: Fundación La Salle de Ciencias Naturales, Instituto Caribe de Antropología y Sociología.

 

*Ponencia presentada por el abogado Douglas Querales en XVI Conferencia Continental Asamblea Internacional de la Asociación Americana de Juristas  “LA INTEGRACIÓN REGIONAL: SUS DESAFÍOS JURÍDICOS”. Ciudad de Santiago del Estero, República de Argentina, 25 al 27 de septiembre de 2013 



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