Triunfo de la democracia verdadera

Un triunfo pírrico que es derrota de la oposición i triunfo de la democracia verdadera (II)

“Un pueblo sin alma es solamente
una multitud”
Lamartine


Creo haber perdido la cuenta de las veces que, comparando aquella rebelión francesa en la que entraron los llamados por Marx, Prohudon i otros, como los socialistas utópicos que se llamó la Comuna de París, se observó lo que algunos pensadores como Montesquieu, decía: que las leyes inútiles debilitan las leyes necesarias, i en aquel París revolucionario, las leyes i las decisiones triviales de los comuneros, consagraban cosas innecesarias como asentar que el pueblo podía ir a la Ópera o al Bosque de Boulogne, mientras se dejaba escapar hacia Versalles al depuesto presidente de Francia M. Thiers, con todo el dinero del Banco Central de Francia, quien luego pactaría con los alemanes ofensivos en su frontera, creo que con el propio Bismarck, para aplastar definitivamente a los insurrectos. Así ha pasado en nuestro país con la Ley de Radio i Televisión injustamente llamada Lei Mordaza, así como otras disposiciones de CONATEL, instrumentos con los cuales desde hace tiempo un Canal como Globovisión o Globoterror, debería tener meses o años clausurada i su delincuente director Alberto Federico Ravell, tras las rejas de una segura prisión. Ese descaro de agresión, de terror, de burla, de desinformación, de apoyo a periodistas que no hacen periodismo sino que son agentes o cómplices de los cientos de delitos cometido a diario, casi las 24 horas del día, debía ser un ejemplo emblemático de lo que es la verdadera justicia, cuidando al pueblo venezolano del más atroz atropello comunicativo que se conozca en país alguno. Globovisión, así como la mediocre, lamentable i anticristiana Conferencia Episcopal Venezolana, convertidos en partidos políticos depravados, deberían haber sido multados, sancionados públicamente i prohibidos los derechos de actuar como unas sectas políticas. Benjamín Franklin decía que las leyes no deberían ser tan débiles como para que nadie las respetase; ni tan severas para que nadie se atreviese a aplicarlas. Sin embargo, en un país con una Constitución Bolivariana, de las mejores del mundo (i que en el “triunfo pírrico” se impidió mejorarla casi a la perfección de democracia total) i con unas leyes pensadas con estricta sensatez i normas de Derecho, la lei debería hacer justicia al alma del pueblo, aunque haya una gran parte de él (pueblo), que tal parece carecer de lo que hipócritamente pregonan, basándose en la falsedad de todas las religiones del planeta.

Si examinamos las cifras de este aparente triunfo de la oposición que no mejoró o avanzó ni un centímetro, vemos que ganaron en 9 estados i perdieron en 14, solamente que tomaron las entidades más pobladas, donde tienen mayor número de infiltrados o tarados por las ideas retrógradas de la IV República (i donde los manipuladores pueden hacer más negocios). En realidad sacaron la misma cifra que en la elección presidencial de diciembre de 2006, con lo cual esa ganancia casi por suspiro más que por nariz (1,4) lo que significó que gran parte del pueblo chavista, por razones que ya irán apareciendo, dañaron el proceso con la abstención i con el triunfalismo irreflexivo: “estamos ganando de rabo alzado, i no vale la pena que me moleste en ir a votar”, lo que de paso es deficiencia de los promotores i otros responsables de la orientación del pueblo. Empero ¿Qué ganó la oposición? ¿Impusieron algún otro programa de gobierno, o modificaron la Constitución a su favor? ¿Agregaron algo a una Constitución que ayer era la BICHA, i ahora defendían como lo más maravilloso del mundo? Sencillamente, ni obtuvieron nada, i negaron muchísimas normas de progreso para el pueblo i para la patria. En cambio, propiciaron que el presidente de la república, el primero de verdad que tenemos desde Medina Angarita hasta el presente, demostrara una vez más que está sobrado en inteligencia, en ética, en buena voluntad de servir, en amar de verdad a este pueblo, en no tener ambiciones personales pecuniarias (igual que la dignidad de América: Fidel Castro) i en ser el presidente más firme, legítimo, respaldado por su pueblo i el más extraordinario DEMÓCRATA DEL MUNDO ENTERO. Ha dado la más alta demostración de civismo, de inteligencia, de bondad i de apego a la Constitucionalidad. Fue un gesto de reconocimiento al resultado electoral, que contrasta con los dos fraudes electorales del presidente Bush, especialmente el primero, cuando esperaron más de un mes buscando acomodar las trampas i el desconocimiento de votos; i en el segundo también lo hubo, aunque más disimulado corrigiendo las fallas de la primera vez. Igual sucedió en México, bajo la égida de los cachorros imperiales más sometidos de América; igual en Perú, donde a un ex delincuente contra el erario de la nación, luego de 10 años de exilio dorado, fue impuesto igualmente por fraude i así, en muchos otros países del mundo, donde la garra imperial es notoria i nefasta. Además, tenemos el ejemplo perenne del genocidio en Afganistán e Irak, i las ganas de hacer lo mismo en Irán i Venezuela, por los piratas tecnológicos del petróleo. Me resulta inconcebible para una mente humana ilustrada i normal, que unos venezolanos voten a favor del los intereses de un genocida, frente a la honestidad i grandeza de un presidente nuestro que está engrandeciendo a la patria, como jamás lo habíamos visto. Por todo esto, cuando Sant Roz de refiere a este mal inconcebible que han propagado como la peste negra los medios de comunicación en manos de la oligarquía (prensa, radio i televisión) no solamente señala las impunidades inadmisibles –como los policía heridos en Mérida (74) i la delincuencia rectoral universitaria, o el calarnos tantos delitos impunes a cuenta de estar en “democracia”- sino a la falta que ha hecho desde hace ya años, un gran diario nacional, un periódico superior a El NAZIONAL i EL UNIVERSAL juntos, i no la serie de periodiquitos con una circulación limitada o restringida; un verdadero medio revolucionario, dice mi amigo Sant Roz. Allí están, en los medios-mediáticos, cientos de ofensas personales, no solamente como la lluvia de calumnias, insultos i barbaridades contra el presidente de la república (sancionables por el Código Penal) sino casos como la agresión a la magnífica diputada Iris Varela con un delincuente de la comunicación depravada; la aberraciones i mentiras de la bacalao Nitu Pérez Osuna en España, o la estada o exilio delincuencial también, del “estudiante” Nixon Moreno con posible clientela ensotanada, o las mentiras de un Cardenal que se arrastró ante el presidente para llegar a Arzobispo prometiendo o jurando no opinar en política. ¿Por qué no deja las plumas de cardenal i funda un partido político i se lanza de candidato en el 2013 con las plumas negras de zamuro? Si el Estado es laico i no existe religión oficial, yo le suprimiría todo aporte a la iglesia venezolana. Que vivan exclusivamente, del Imperio Vaticano, pleno de riquezas que ofenderían a Cristo i al mismo Dios si existiera como ellos lo pintan: injusto, bruto i castigador.

Esta victoria pírrica, esta pequeña escaramuza electoral, los ha envanecido más. Hemos visto la cara de facinerosos casi orates, de algunos mediocres como el Alcalde de Chacao, i de otros, hablando de reconciliación. El pueblo chavista no tiene que reconciliarse con nadie porque a nadie ha agredido, sino que es el pueblo agredido, menospreciado i marginado hasta que llegó el presidente Chávez. En ninguno de los sectores se puede creer la más mínima buena voluntad por la patria. En Maracaibo hai un refrán quizá un tanto modificado, pero profundamente cierto que dice: “Cochino que come merd (francés para suavizar) ni que le corten la trompa”. De hombres de esa “especie” extra zoológica, como el Matacura, Ramos Allud, Julio Borges, Andrés Velásquez o Manuel Rosales (¡Por Dios no contaminen más el término filósofo!), para citar cinco especies de laboratorio ¿Qué se puede esperar? Ninguno sabe si la palabra honor se escribe con o sin hache, porque jamás la han buscado ni en el diccionario. ¿Cómo pueden esas lenguas bífidas, pronunciar la palabra paz?

(Continuará)


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Roberto Jiménez Maggiolo


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