De Urica a Ayacucho

Ayer fue un día, en el cual dediqué gran tiempo a la celebración de la Batalla de Ayacucho i la grandeza de Antonio José de Sucre, quien junto a Bolívar i Urdaneta, son la grandiosa trinidad de nuestros héroes de la independencia; por cierto que la figura del héroe zuliano fue enfocada dos o tres veces dentro del Panteón, pero no mereció el menor comentario. Lo cierto es que como otras veces ha sucedido, el General Urdaneta ha desaparecido de la historia.

Urdaneta, enviado por su tío Martin a estudiar a Bogotá, había aprovechado la Biblioteca de Nariño para culturizarse. Se consiguió con Bolívar en San Cayetano, un pequeño pueblo a orillas del río Zulia, i de allí fueron juntos a Cúcuta, amenazada por Corrrea, i donde tanto Castillo como Santander hacía oposición a la invasión a Venezuela para reconquistarla, i la fe de Urdaneta en el todavía no considerado “libertador” es el de aquella célebre frase: “general, si con dos hombres basta para salvar la república, pronto estoy para seguir a usted”. Por eso Bolívar lo consideró el más leal i constante general del ejército, quien se dedicaba con frecuencia a la parte logística de los ejércitos i así contribuyó en Carabobo, dese a quedarse enfermo en San Carlos, i se afirma que esa parte logística de la Capaña del Sur que culminó en Ayacucho, fue obra de él. Resumir la obra monumental de Urdaneta, no es posible en un artículo, pero recordemos el sitio heroico de Valencia, salvando las armas del ejército i muchas batallas en las que particpó. Además será el último Presidente de la Nueva Granada (la supuesta Gran Colombia). Protegió a Bolívar luego del atentado septembrino cuan lo salvó Manuelita . Fusiló a muchos, entre ellos a Prudencio Padilla i perdonó a Santander por petición del Libertador. Finalizada la Independencia, se dedicó a la vida campesina, pero volvió a los uniformes, cuando12 años después de muerto a Padre de la Patria, junto a José María i otros, repatrió los restos del hombre más grande del mundo. I finalmente, como el más gesto de anticorrupción, cuando iba a Madrid a consigna documento de la libertad de la patria, murió en Paris, i a pesar de decir que solamente dejaba una viuda i once (11) hijos, devolvió los viáticos que no utilizó para llegar a su destino.

Sin embargo, la Revolución Socialista olvida la Historia o arranca sus páginas. A mí, que considero que los discursos son piezas literarias, gran tiempo la enfermedad me tiene recluido a la cama. i la dirección de cultura i la gobernación me tratan como un jarrón chino ya roto. Tengo por lo menos 8 libros por publicar, i el caso a mis llamadas o peticiones es omiso. No hai modo que se acuerden de mí, i más grave aún, del General en Jefe Rafael Urdaneta, fallecido en París el 23 de agosto de 1845.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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