¿Un nuevo pacto de élites?

La Revolución Bolivariana como proceso antiimperialista de liberación nacional, y de construcción de, lo que Heinz Dieterich Steffan llamara, "el socialismo del siglo XXI", fue a partir del 2006, y hasta el 2012, una posibilidad reivindicativa del pueblo trabajador venezolano frente a la explotación capitalista neoliberal.

El socialismo del siglo XXI está plagado de debilidades teóricas, que cuestionan severamente su condición científica: por eso no tiene un sujeto histórico definido para enfrentar al capitalismo, en su lugar promociona una subjetividad, cimentada en las identidades, que insurge con una supuesta fuerza transformadora de una misma realidad social, en su cosmética. El socialismo del siglo XXI es un modelo del mismo capitalismo, que ya va a cumplir 400 años de esclavitud a la clase obrera; menos explotador, y reformista de algunas lógicas del mercado neoliberal, es decir, coincide con una posición antiimperialista, y de liberación nacional adoptada por la Revolución Bolivariana.

El capitalismo como formación económico social privada; es una superestructura estatal que pertenece a la burguesía nacional y sobre todo, trasnacional, en blanco y negro: ese Estado en Venezuela, sigue siendo burgués, así esté administrado por el gobierno bolivariano.

¿Qué puede significar un diálogo donde participan los representantes del capitalismo neoliberal, ahora ultraliberal, y los funcionarios del gobierno bolivariano? Los diálogos son generalmente para hacer acuerdos que pudiesen convertirse en pactos. Recordemos que el pacto de Punto fijo, bipartidista, Acción Democrática y Copei, se concreta en la adopción de la democracia representativa burguesa, en una coogorbernabilidad del Estado burgués frente a las posibilidades de una nueva tiranía, semejante a la que el Pueblo trabajador venezolano había derrotado a través de la Junta Patriótica, propuesta e impulsada por el Partido Comunista de Venezuela junto a la unidad cívico militar, echando del poder al sátrapa general Marcos Pérez Jiménez, como modelo de gobierno de fuerza, propio también de la dictadura burguesa.

¿Pueden los voceros del gobierno revolucionario bolivariano hacer un nuevo pacto de élites con los representantes de la burguesía nacional y trasnacional, entregando las conquistas de la Revolución Bolivariana? además de no creerlo, estamos persuadidos, de que constitucionalmente, no pueden hacerlo.

El pacto presagiado, un millón de veces negado, no puede darse para salvar a la burguesía, que ya está salvada desde hace casi 400 años, obesa de capitales mal habidos, y conectados con el capital financiero internacional, y especulativo. El pacto en todo caso, si es que tiene que darse, necesariamente debe ser para detener inmediatamente la miseria que está sufriendo el Pueblo trabajador venezolano, y especialmente su clase obrera, producto de un ataque económico sin precedentes en toda la historia republicana de Venezuela, signada por la explotación capitalista, pero que estuvo libre de una escalada hiperinflacionaria como ésta, que coloca la sesta básica alimentaria a niveles inalcanzables para el proletariado venezolano.

El pacto, si es que se da, tiene que ser para castigar a los culpables de una corrupción descomunal, que ha quebrado las empresas recuperadas por la Revolución bolivariana, ha desaparecido centenares de miles de millones de dólares, lo cual quiebra el discurso de la inconveniencia del rentismo petrolero, que en su mayor cuantía ha ido a parar a las arcas de una nueva burguesía, tan depredadora, como la vieja.

La política es la ciencia del ejercicio del poder de gobierno, y en este caso, del poder de la clase obrera frente a su enemigo histórico, la burguesía con su explotación capitalista e imperialista.



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Eduardo Mármol


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